Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
ERP. A fines de octubre de 1982, nuestra buena amiga, la Sra. Esther Farías de Velasco me dijo que en esos días estaba chispeando, y que cuando las lluvias se adelantan el año va a ser malo. A mi encanta el color verde de los valles piuranos, para mi el valle del Chira, y San Lorenzo, son un gran regalo para los peruanos, me imaginaba que el 83 sería seco, pero cuando mis hermanas regresaron a Lima después de pasar en noviembre la celebración del aniversario de Sullana, una noticia trastocó mi manera de ver las cosas, en el camino entre Sullana y Piura las había sorprendido una lluvia diluvial que les había impactado, Yani y Esther estaban asustadas de lo que habían visto, sobre todo Esther, que abriendo los ojos recordaba cada instante de la pequeña tormenta, había llovido como jamás de les hubiese ocurrido, fueron unos minutos en los que cayó un diluvio que les asombró.