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Sáb, Dic

De brujas y lechuzas en Querecotillo

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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ERP/Miguel Arturo Seminario Ojeda. Estaba de visita en casa de un matrimonio amigo en Querecotillo, cuando de pronto un hermoso perro negro se divisó al fondo de la casa, es probable que ingresara por el postigo, el tremendo ejemplar buscaba como banquetearse en ese espacio desconocido, cuando al verlo la dueña de casa exclamó: saquen a ese perro que puede ser brujo. Yo me quedé sorprendido, era un animal de pelambre muy brillante, al que de brujo no le veía nada, pero, las personas de apoyo de la casa, un poco más y le lanzaban pringues de agua hirviendo, porque el olor a la comida no lo motivaba a salir.

Cuando interrogué a la dueña de casa sobre el particular, ella me explicaba que la repentina aparición del perro sin que nadie lo notara, y por el color que tenía, significaba que era brujo, y que había que correrlo a la fuerza, no con el agua que intentaron lanzarle primero, sino con un poco de agua bendita, ella estaba convencida que el perro era brujo, temor que compartían los vecinos del barrio Sánchez Cerro de la Villa de Querecotillo.

En medio de la conversación me asaltaban muchas dudas, por un lado ver la obstinación de la gente y las creencia en las brujas y brujos que merodeaban por el barrio, hasta llegaron a decirme, fulana de tal, vuela los martes y los viernes por las noche, y que incluso esos días, por las tardes la veían entrar al cementerio casi a las 6 de la tarde, pero que nadie la veía salir, y apenas oscurecía, a veces lechuza, y a veces gallinazo, salían algunas aves volando con dirección al cerro Buitre, y otras, las de mayor número, se orientaban hacia el cerro Nariz del diablo.

Poco a poco mientras ya se veía la noche y habían sacado al hermoso perro negro, cuyos ojos relampagueando parecían farolas de barco en alta mar, y no al “enemigo”, como se decía, las historias fueron apareciendo una tras otra, y las relataban con tal fuerza, que cualquiera las creía sin mucho problema, pero yo, indudablemente tenía mis dudas, estábamos en 1970, antes del terremoto que en diciembre de ese año hizo temblar a los querecotillanos antes de la media noche.

Una de las historias fue la de una bruja que volaba desde Querecotillo hasta el cerro la Nariz del diablo, y en todo el trayecto hacía perjuicios, de desplazaba convertida en lechuza, y aleteaba con tal fuerza, que solamente con verla a los lejos los niños entraban en pánico, mientras los adultos le lanzaban piedras. Creo que los querecotillanos se pusieron de acuerdo, y en una ocasión amaestraron a un gato en el arte de cazar lechuzas, dejándolo en el cerro, un martes, sin comida desde el día anterior, de manera que apenas viera a una lechuza, el perro daría cuenta de ella.

Ese día, según Hortensia Seminario Gallo, la bruja voló acompañada de varias amigas, que por nada del mundo hacía sospechar que eran brujas, pero ellas ignoraban lo del gato experto en cazar lechuzas, y tranquilamente el viernes emprendieron el vuelo apenas oscureció, pues antes de las 6 se habían dado cita en el cementerio. Volaron en bandada, había lechuzas espigadas, lechuzas gordas, lechuzas blancas, lechuzas negras, y lechuzas pardas.

Sin imaginarse que el gato las acechaba, las brujas empezaron a dar vueltas en remolino alrededor del cerro, y en la primera que pudo, el gato mordió la pierna de tres de ellas, y a una cuarta le golpeó el ala derecha, lo que las obligó a dar media vuelta a su lugar de salida. Menos mal que el gato no se las comió, porque al día siguiente lo que se habría sentado, era la denuncia de desaparición. Muy raro le pareció a los querecotillanos, que tres conocidas damas no salían de sus casas, y cuando salieron, estaban cojeando, daban pasitos de media distancia, parece que la mordida del gato fue eficaz, porque una cuarta se quejaba de dolores de hombro, que ningún médico pudo curar.

Y así como ese cuento, esa prodigiosa fantasía, fueron apareciendo otros que generan sensaciones de pavor entre los que no se liberan aún del cordón umbilical del medioevo, son pocos los que afirman lo de la conversión de las brujas en chanchos, como esa cocha que se metió a una chacra a hacer perjuicios, y el dueño le cortó las orejas , y al día siguiente, una señora del Empreñadero, hoy Santa Cruz, empezó a usar pañoleta que le cubría parte de la cabeza y las orejas, cuando falleció la enterraron igual, argumentado los familiares que era deseo de la difunta, aumentando las dudas sobre que ella fue la cocha a la que cortaron las orejas.

A esto le suman el de una cocha que en el Puente de los Serranos hacía perjuicios en las mejores chacras, hasta que el dueño de los terrenos se escondió, y en una noche de luna alcanzó a darle un machetazo entre la separación de las posaderas, y al día siguiente amaneció la novedad, que una vecina se moría de hemorragia, hasta hoy la difunta nunca dejó de ser la sospechosa de la chancha que fue herida por el iracundo agricultor.

Miguel Arturo Seminario Ojeda/Presidente Honorario de la Asociación Cultural Tallán.

 

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