ERP. Poco después de la proclamación de la independencia, y de los sucesivos intentos bélicos, por consolidarla, en el renaciente Estado Peruano, la autonomía de la sociedad y su dirigencia, muchas veces fue direccionada desde las armas, tomando el poder los militares, considerándose quizá, los únicos capaces en ese momento, de la dirigencia suprema en Perú. Sin embargo algunas veces, fue el Congreso quien designó a los presidentes constitucionales, como es el caso de José de la Mar, lo que sucedió el 19 de junio de 1827.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Responsable del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones
Su nacimiento y patriotismo
José Domingo de La Mar y Cortázar fue un militar y político con lealtad al Perú republicano, Estado del que llegó ser su presidente en dos ocasiones: como Jefe de una Junta Gubernativa, y como Presidente Constitucional, elegido por el Congreso de la República. José de La Mar, el realista que se pasó a filas patriotas tras un trabajo persuasivo del general San Martín, inscribiendo su nombre en la historia independentista de la América hispana.
Este patriota nació en Cuenca, Ecuador el 12 de mayo de 1776. Fue hijo de Marcos de La Mar Migura, administrador de las Cajas Reales de Guayaquil y Cuenca, y de la guayaquileña Josefa Paula Cortázar y Lavayen, pasando sus primeros años en Guayaquil, espacio que desde 1803 había vuelto al Virreinato del Perú, manteniéndose en él una filiación siempre peruana y no grancolombiana.
Estudió en el Colegio de Nobles de Madrid, fue en España, donde transcurrió gran parte de su infancia y juventud, y donde hizo su carrera militar, peleando en las campañas contra la Francia revolucionaria, y cuando Bonaparte invadió la Península Ibérica. Tras retomar el poder Fernando VII, en 1816 lo envió a Lima como Subinspector General del Virreinato del Perú, incluyendo a la fortaleza del Real Felipe.
Su patriotismo y amor por América
Antes de regresar a América, participó en la Guerra de la independencia española, conociéndose por estos avatares con el general José de San Martín, siendo esta experiencia decisiva para su paso a filas patriotas, cuando el Protector de la Libertad del Perú ocupó Lima. Y ya en la época bolivariana se destacaría en la batalla de Ayacucho, por eso, su efigie se encuentra en el monumento conmemorativo por la gloria de Ayacucho, del 9 de diciembre de 1824.
Durante su gobierno de 1828-29 lidió con la oposición política de sus antiguos camaradas de lucha por la independencia, al parecer, para ellos era una apetencia natural el hecho de capturar el poder, que se había convertido en una ambición para muchos. A partir de entonces, su protagonismo se hizo mayor, cuando se convirtió en el eje que representó al Perú, en la guerra de 1828-1829.
Al llegar al Perú, las guerras por la independencia eran muy fuertes en las colonias españolas, algunas ya habían proclamado su independencia, pese a la obstinación del virrey Abascal, que poco después sería sustituido por Joaquín de la Pezuela, este vio con buenos ojos a La Mar. Derrocado Pezuela, pese a que por su rango le tocaba reemplazarlo, se nombró en su lugar a José de la Serna, y cuando este virrey dejó Lima, San Martín logró persuadirlo para su incorporación al ejército patriota como general de división, el 26 de octubre de 1821.
Su participación política
Fue elegido diputado por la provincia de Huaylas al Congreso Constituyente de 1822, y el 21 de septiembre de ese año, al día siguiente de su instalación, fue elevado a la Presidencia de la Suprema Junta Gubernativa del Perú, sucesora del gobierno del Protector San Martín. Organizó la Primera Expedición a Puertos Intermedios contra los realistas, pero fracasó y se le responsabilizó de ello, acto seguido fue reemplazado por José de la Riva Agüero. Poco después fue a Guayaquil, donde contrajo matrimonio con Josefa Rocafuerte, quien falleció en 1826.
Cuando Simón Bolívar llegó al Perú, lo llamó y en 1824 lo nombró General en Jefe de la División Peruana del Ejército Unido Libertador del Perú. No participó en la batalla de Junín, pero si en la de Ayacucho, con una destacada actuación. Cuando terminó el gobierno de Bolívar, el Congreso lo nombró Presidente Constitucional del Perú el 19 de junio de 1827, a propuesta de Francisco Javier de Luna Pizarro, generándose un descontento en el general Andrés de Santa Cruz, que aspiraba al cargo, y a quien apoyaban Agustín Gamarra, y Antonio Gutiérrez de la Fuente.
Durante su gobierno se promulgó la Constitución liberal de 1828; y se hizo frente a la Guerra contra la Gran Colombia presidida por Simón Bolívar, el Libertador declaró la guerra al Perú. Los avatares de la guerra llevaron a La Mar a Piura, trasladándose la imprenta del ejército a Tambogrande, donde se imprimieron los ejemplares del periódico “El Botafuego”, que se conservan en la Biblioteca Nacional del Perú. El ejército peruano sufrió un revés en la batalla de Portete de Tarqui, pero no una derrota total; La Mar firmó el Convenio de Girón con el retiro de las tropas peruanas de los territorios ocupados, mientras la Gran Colombia reconocía la peruanidad de Tumbes, Jaén y Maynas.
Tras esto, un grupo de oficiales peruanos lo apresaron en Piura, el 7 de junio de 1829, por negarse a renunciar al cargo de Presidente, y desde Paita lo embarcaron con rumbo a Costa Rica, donde murió el 11 de octubre de 1830 en la ciudad de Cartago, tenía 54 años de edad. En 1834 el presidente Luis de Orbegoso inició los trámites de repatriación de los restos, que recién en 1843 fueron entregados al marino alemán, Eduardo Wallerstein, este los puso en manos de la piurana Francisca Otoya, quien los conservó durante tres años en su domicilio en Piura, hasta que los entregó al gobierno peruano, que los depositó en un mausoleo en el cementerio Presbítero Maestro.
El General José de La Mar, ha sido uno de los personajes más recordados en el Bicentenario de la independencia del Perú, calles y avenidas se llaman como él en todo el país, las hemos visto en Lima, Sullana, Arequipa, Trujillo, Cusco, y otros lugares.