ERP. Uno de los hechos considerados dentro de la historia nacional, en relación con la gran rebelión de Túpac Amaru, es la Batalla de Sangarará, protagonizada el 18 de noviembre de 1780, entre las tropas rebeldes, y el ejército realista. Al respecto, en el transcurso del año, en el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, se ha develado un gran óleo, que representa el escenario de ese memorable encuentro bélico, entre patriotas y realistas.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Responsable del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
Cada 4 de noviembre, se conmemora el aniversario del levantamiento de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, y de Micaela Bastidas Puyucahua, su esposa, en el sur peruano, protagonistas de una página imperecedera dentro de la historia nacional, e hispanoamericana, este suceso es de conocimiento obligado en la primaria y secundaria, y en la universidad.
Cuando se llega a finales del siglo XVIII, las protestas contra el poder hispano en el Perú, continuaban, remeciendo al virreinato, las rebeliones de Juan Santos Atahualpa, de los caciques de Huarochirí, y la gran rebelión del sur, cuyas figuras centrales fueron Túpac Amaru II y Micaela Bastidas.
Túpac Amaru II.
José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II fue hijo de Miguel Condorcanqui y de Rosa Noguera. Se asegura que como un peruano y descendiente de los incas, había leído los Comentarios Reales de los Incas de Garcilaso de la Vega. Túpac Amaru sufrió la presión de las autoridades realistas, por presión de los arrieros del Río de la Plata, cuyas redes comerciales monopolizadoras se orientaban hacia el Alto Perú, con respecto al tránsito de mineral por la actual Bolivia.
Además, se vio afectado, como los nativos, por el establecimiento de aduanas y aduanillas, y el alza de las alcabalas, lo que le llevó a generar el reclamo correspondiente, considerando también la liberación de los indígenas del trabajo obligatorio en las minas, al que estaban forzados, en un reclamó que pasó por las instancias de Tinta, Cusco y Lima, sin que su queja fuera atendida. A esto se sumó el proceso que inició de reconocimiento de su linaje real inca, que fue rechazado.
Por Juan José Vega, uno de sus últimos biógrafos, sabemos una serie de detalles que hasta entonces ignorábamos, o que no habíamos percibido. En ese libro se describen los acontecimientos históricos de toda una época, y se detallan los sucesos que comprometieron el futuro de los peruanos, analizando el carácter y la personalidad de los protagonistas de la gran rebelión del sur.
Túpac Amaru II se levantó contra el poderío español el 4 de noviembre de 1780, contó con el apoyo de muchos hombres y mujeres que fueron fieles a él, de campesinos de su zona y de otros espacios; y de mujeres lideresas que como Tomasa Tito Condemayta, y Cecilia Escalera Túpac Amaru, no vacilaron en tomar partido por la causa de los oprimidos. La rebelión de Túpac Amaru hizo reflexionar a muchos peruanos de su tiempo, tanto a indígenas, mestizos, negros y criollos, llevó a consideraciones reflexivas a las autoridades, y aún a los corregidores, que si bien presenciaron la derrota de los rebeldes y su ajusticiamiento, entendieron paulatinamente, que el mundo del poder hispano estaba por terminarse.
El movimiento de Túpac Amaru fue una gran conjura indocriolla, cuyos movimientos están más allá del mundo de los andes, pues los conflictos sociales no se habían limitado a Cusco y Puno, se vivían en todos los dominios hispanos en América. La Gran rebelión se protagonizó, unos meses después que el virrey Agustín de Jáuregui reemplaza al virrey Guirior.
La batalla de Sangarará
Queda en la memoria colectiva, los nombres de las batallas de Tungasuca, y otras victorias iniciales, así como Sangarará, y también del día de su ejecución en la plaza de armas del Cusco el 18 de mayo de 1781; sin embargo, con su muerte no acabó su gloria, era el comienzo de la inmortalidad de un líder, al que los peruanos le han hecho un altar especial en las raíces y fortalecimiento del amor patriótico y en el sentimiento de peruanidad.
La batalla de Sangarará, como lo recordó el historiador Guillermo Sánchez Ortiz en el transcurso del año, en una conferencia organizada por el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, que preside el general Juan Urbano Revilla, tuvo lugar el 18 de noviembre del año 1780 en la localidad de Sangarará, con la consiguiente victoria de los rebeldes. Previamente, el 16 de noviembre, Túpac Amaru había decretado la abolición de la esclavitud.
Cuando en el Cusco se tuvo noticias del avance rebelde, hubo gran preocupación entre las autoridades civiles, eclesiásticas y militares, y enviaron para combatirlo, a un ejército al mando de Tiburcio Landa, que se sumó a las fuerzas del corregidor de Quispicanchis, Fernando de Cabrera Peinado, y al batallón de indios del cacique Pedro Sahuaraura. Luego se unirían otras fuerzas de los curacas que en los últimos tiempos habían logrado concesiones de la Corona de Castilla, tras largos y engorrosos pedidos, y con toda seguridad no estaban dispuestos a perderlos.
El ejército español se dirigió a Sangarará, ubicándose en la iglesia principal de la plaza de armas, sin aceptar la propuesta de rendición enviada por el Inca rebelde. Al comenzar el 18 de noviembre comenzó la batalla, donde sucumbieron cientos de realistas, y se provocó la huida de otros, dañándose la iglesia por la explosión del polvorín que los realistas habían instalado en su interior. Sangarará fue la primera batalla en la revolución tupacamarista, y cuyos resultados generaron gran preocupación entre las autoridades coloniales. Como se ha publicado, la batalla duró alrededor de 6 horas, con la victoria de los rebeldes, que sólo tuvieron alrededor de 20 bajas.
Los peruanos tienen en la memoria colectiva, a dos de las más grandes figuras de la historia nacional, asociadas al proceso de emancipación de su patria, a Túpac Amaru II, y a Micaela Bastidas, líderes en una gran rebelión que comprometió a muchos peruanos batallando por la libertad del Perú, y no hay peruano ajeno a sus memorias.