ERP. El uso de teléfonos móviles y tablets en niños puede ser un arma de doble filo. Cuando se utilizan con límites claros, contenido apropiado y bajo supervisión, pueden ser facilitadores del aprendizaje, la memoria, la atención e incluso de la autorregulación emocional. Sin embargo, el uso excesivo genera efectos negativos en el desarrollo cognitivo y emocional de los menores.
Así lo indicó el doctor Miguel Calderón Castillo, docente del Programa de Estudio de Psicología de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO) del campus Piura y especialista en adicciones.
“Un niño que pasa demasiadas horas frente a una pantalla pierde progresivamente la capacidad de concentrarse, de autorregularse y de mantener la memoria de trabajo. Además, recurre a los dispositivos como una forma de escape de las tareas académicas o de interacciones sociales, lo que refuerza un hábito poco saludable”, señaló el docente orreguiano.
El impacto más visible, añade Calderón, son los trastornos relacionados con la ansiedad, la irritabilidad, el retraimiento social y el insomnio. “La luz azul de las pantallas altera los ritmos circadianos y suprime la melatonina, retrasando el sueño. Esto genera niños con dificultades para conciliar el descanso, que padecen de fatiga diurna y, en muchos casos, que presentan síntomas depresivos y comparaciones sociales dañinas”, subrayó.
Sobre el debate de prohibir los celulares en las aulas, como en países europeos, Calderón sostiene que una medida similar en Perú sería positiva. “La evidencia muestra que, al restringir el uso de dispositivos durante las clases, los estudiantes mejoran su concentración y rendimiento. Sin embargo, esta política debe ir acompañada de educación digital y control parental; de lo contrario, se convertirá solo en una prohibición formal sin impacto real”, explicó Calderón.
En este contexto, el rol de los padres es decisivo. Por ello se les recomienda a las familias establecer límites claros de tiempo y espacio, como zonas libres de pantallas en el comedor o los dormitorios, y fomentar actividades deportivas, artísticas y sociales que reemplacen el exceso de conexión digital.
Ver el límite recomendado
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños menores de dos años no deben tener contacto con pantallas. Entre los 2 y 5 años, el tiempo frente a los dispositivos no debería superar una hora diaria; más adelante, en edad escolar y durante la adolescencia, el límite recomendado es de dos horas, siempre con actividad física, juegos sociales y descanso suficiente. “No se trata solo de evitar el sedentarismo —explica Calderón—, sino de proteger el desarrollo de los sistemas neurocognitivos y emocionales en etapas críticas de la infancia”.
El acceso temprano y sin control a la tecnología es cada vez más evidente. Según el INEI, en el primer trimestre del 2025, el 90,2 % de niños y adolescentes (6 a 17 años) accedió a internet mediante el celular, cifra que aumentó un 3,5 % con respecto al 2024. Además, un informe del Concortv revela que el 98 % de menores consume televisión e internet, incluyendo a los jóvenes de Piura. “Esto nos muestra que el reto ya no es si usan o no dispositivos, sino cómo educamos en su uso responsable”, puntualizó el docente de la UPAO.
Finalmente, el especialista lanzó un mensaje de advertencia y esperanza: “El uso excesivo y no regulado de pantallas en la infancia puede generar déficit de atención, alteraciones emocionales y mayor riesgo de depresión y ansiedad. Pero también está en nuestras manos revertirlo. La clave está en educar a las nuevas generaciones para que hagan un uso saludable y equilibrado de estas tecnologías; de esta manera se convierten en una herramienta de crecimiento y no en una trampa emocional”, finalizó.