ERP. El primer vínculo cristiano y católico con Paita fue el Fraile Mercedario Miguel de Orenes que acompañó desde 1528 a Francisco Pizarro. La Orden Mercedaria se fundó en Barcelona (España) en 1218 hace 807 años. En el Perú y en Paita está hace 493 años. Los mercedarios fieles a su carisma fundacional se dedicaron a evangelizar. En su constitución la orden se creó con la denominación de Orden de Santa María de la Merced de la Redención de Cautivos.
Por: Por: Miguel Godos Curay
Según el cronista Ruiz Ruiz Navarro en la fundación de San Miguel de Tangarará en 1532 estuvieron presentes los mercedarios Fray Miguel de Orenes y Vicente Martín. De San Miguel en compañía de otros frailes venidos de Panamá marcharon a Lima y posteriormente al Cuzco en donde Fray Sebastián de Castañeda fundó el Convento de la Merced, en Cusipata en donde se encuentra hasta hoy. En 1535 Fray Antonio de Almanza y Fray Antonio de Solís acompañaron en calidad de capellanes a Diego de Almagro en la expedición a Chile. En 1539 están en la primera fundación de la ciudad de Quínua en donde fundan el convento de la orden en Huamanga.
En 1534 fray Miguel de Orenes y Fray Diego Martínez, marchan desde Piura a Lima e instalan una ermita en Pachacamac para evangelizar los pueblos vecinos de Surco, Lurigancho y Carabayllo. En 1535 fray Miguel de Orenes, como superior de la Merced, funda el Convento la Merced en el lugar que hoy ocupa. En rápida expansión se fundaron los conventos de Trujillo (1535), Huamanga (1540), Arequipa (1540) y Chachapoyas (1541). En Paita desde 1532 se erigió una ermita muy concurrida por pescadores y navegantes por lo que posteriormente se erigió el santuario.
Don Miguel Justino Ramírez señala que la preciosa imagen que se venera en Paita fue confeccionada en Quito. El historiador don Vicente Rodríguez Casado no descarta su procedencia de las Filipinas por la singular forma de sus ojos. La chinita tiene un encanto propio que admiran sus devotos. Entre las reliquias valiosas que se conservan en Paita están las valvas (conchas) de un taclobo, una ostra gigante de una especie existente en el Mar Rojo y en el Pacífico. Según la tradición fueron un presente de fieles marineros que surcaban los siete mares.
En 1735 el sabio naturalista francés La Condamine quería incorporarlas a su colección científica pagando su peso en plata pero fue rechazado por los fieles. En el antiguo templo eran obligadas fuentes de agua bendita. Junto a las reliquias está la imagen de un Niño Dios sentado que estaba junto a los pies de la imagen porteña. El mismo es una “quitiño” procedente de Quito, regalo de doña Manuela Sáenz pedido en carta a su compadre el general Juan José Flores. Hoy tiene una legión de feligreses juveniles que lo veneran y celebran.
Paita a lo largo de su existencia ha vivido con crudeza el acoso de corsarios, piratas y bucaneros. Según Fray Reginaldo de Lizárraga (1545-1615) Paita fue un puerto de intensa actividad comercial en el siglo XVI "escala de todos los navíos que bajan del puerto de la Ciudad de los Reyes a Panamá y México, y de los que suben de allá para estos reinos". Desde 1587 fue presa del asalto de los corsarios Joris Van Spilbergen, Thomas Cávendish, John Clipperton y George Anson. En 1579 Francis Drake redujo a cenizas el pueblo y su iglesia. En 1585 Eduardo Davis, durante seis días saqueó y redujo a escombros el puerto reconstruido. En 1587 Thomas Cavendish, atrapó un navío español y mandó a su capitán a negociar con los porteños quienes abandonaron el puerto.
En 1593 y1594 asaltó Paita Richard Hawkins, en 1615 el holandés Joris Van Spilbergen recaló en Paita, ya prevenido para la defensa. Por la escasez de agua y provisiones intentó desembarcar en la caleta de Colán, en donde le hizo frente la encomendera doña Paula Piraldo y Herrera de Andrade y Colmenero pertrechada con toda la población. El poeta colonial D. Luis Antonio de Oviedo y Herrera, Conde la Granja, en la estrofa LXXXIX, del canto XII, de su "Poema a Santa Rosa de Lima", exalta la proeza de la encomendera: “Sigo al pirata a Paita, que me llama /desde Colán su ilustre Encomendera /doña Paula Piraldo, cuya Fama / el puerto preservó de arder hoguera / en la ocasión; y sus elogios clama / con tal ponderación pluma extranjera / que al Perú defraudara de esta gloria, / la mía no honrara su memoria”.
En el año 1680 John Watlin, inglés, se dirigió a Paita pero fue rechazado vigorosamente. En el mismo año William Ambrose Cowley y Thomas Eaton, del grupo de saqueadores piratas capitaneados por el inglés Guarlin, recalan en, Paita, donde apresan dos navíos fondeados en la rada. El 21 de marzo de 1720 fue Paita incendiada y saqueada nuevamente por piratas franceses al mando de Juan Clipperton. Piratas ingleses la asaltaron nuevamente el 18 de noviembre de 1741, a las diez de la noche, bajo el comando de Anson. El pirata cometió toda clase de tropelías y abusos -según la tradición- intentó decapitar la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Las Mercedes. La huella del tajo aún se observa en el cuello de la venerada imagen.
La historia de Paita es una epopeya de dimensiones heroicas. Un hacerse y deshacerse constantemente. Todos estos pasajes están representados en azulejos elaborados por Víctor Delfín en una capilla lateral a la derecha del moderno templo diseñado por el arquitecto Velarde Aspíllaga. El templo utiliza la tecnología de cáscaras ligeras en concreto reforzado de 7,5 de espesor. Se compone de cuatro hiperboloides parabólicos, independientes y conectados sólo en la base con cuatro apoyos. La superficie del techo es de 1,400 metros. Tiene además virales en las paredes perimetrales, que definen el espacio interno de la iglesia, de forma octogonal. Tiene una plaza de 3,000 metros cuadrados.
El trabajo arquitectónico se completa con los vitrales diseñados por el artista vienés Adolfo Winternitz, fabricados en el taller de Manufacture de vitraux vve Pierre Chiara & Lausanne" (Suiza) entre los años (1969-1971). Obra moderna de extraordinaria factura únicos en el Perú inspirados en la luna de Paita, el sol de Colán y las tradicionales peregrinaciones costeñas y andinas al santuario porteño. Una alegoría a la Stella Maris remata todo el conjunto. Destaca también el altar elaborado en plata laminada obra de la escultora italiana Anna Maccagano. Se trata de un audaz diseño en plata quemada Inspirada en la textura de los peces y el mar.
Memorable visitante de Paita fue el venerable Fray Pedro Urraca. Sus milagros y portentos eran noticia en Lima y Piura. Uno de estos correspondió al insólito encuentro con el nuevo virrey Don Francisco de Borja y Aragón Príncipe de Esquilache (1615-1621) el virrey poeta, quien venía a asumir el gobierno y que acababa de desembarcar en Paita. A instancia del virrey, Fray. Pedro se integró a su comitiva en el viaje hacia Lima. Según las crónicas del cofre del virrey cayó uno de sus diamantes en los arenales del camino a San Miguel sin que lo pudiese encontrarlo obligando a su séquito a cernir la arena sin resultados.
Fray. Pedro, quien marchaba sobre una dócil burra blanca, extrañado por los inusuales trajines se dirigió a su excelencia e indagó la causa de su desazón. El fraile metió la mano en la arena y la piedra preciosa apareció en la palma de su mano quedando todos estupefactos. El virrey con los ojos desorbitados agradeció el gesto de lo que según Fray Pedro era una prueba de la providencia a la paciencia del noble.
El antiguo santuario de madera frente a la antigua y arruinada Aduana tiene sus muros grisallas coloniales y un altar rococó que urge preservar. Aún se conservaban los atuendos de uso solemne y corriente de Nuestra Señora de la Merced. Los centenarios estandartes para de la vieja tradición porteña. En sus naves se realizaron una serie de actos cívicos relevantes. Los exámenes de la Escuela Náutica y las Elecciones de Diputados por la provincia. Fueron los carpinteros de los balleneros que recalaban en Paita los que le dieron la forma de una iglesia presbiteriana de uso funcional. Bien podría ser un museo de arte religioso. Su restauración requiere del aporte de empresas y el propio Ministerio de Cultura.
Aún se preservan valiosos documentos históricos sobre la elección de Miguel Grau como Diputado por Paita. Así como antiguos grabados, fotografías de Paita antigua que se pueden convertir en un recurso museológico para exhibiciones futuras.