ERP. En la historia de las agrupaciones políticas, hay personajes que dejan huellas, a veces convertidas en luces que va más allá de su filiación partidaria, y se quedan en la memoria nacional. Es el caso de Hildebrando Castro Pozo, un piurano nacido en Ayabaca, en la sierra de esa región, quien brilló hondamente en el siglo XX, dejando una huella en la política, y en la literatura peruana.
Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
La figura de Hildebrando castro Pozo se destaca como Constituyente de 1931, triunfando como representante por Piura, en el primer proceso electoral organizado por el Jurado Nacional de Elecciones, que se había creado ese año; y luego como senador por Piura, cargo que desempeñó entre 1939 y 1945, año en que murió.
Castro Pozo nació un día como hoy, 9 de septiembre de 1890, como lo dijera el poeta Marco Tulio Timoteo Paz, “allá arriba, donde el agua nace”, y siempre se sintió orgulloso de su querida Tierra, dueña de un culto que traspasa fronteras, tributado al Milagroso Señor Cautivo de Ayabaca. Murió en Lima el 1 de setiembre de 1945, pidiendo más agua para el riego piurano. Fue Hijo de Santiago Castro Niño, gran propietario de tierras en Piura, y de Flora Pozo.
Castro Pozo, militante del Partido Socialista, se preocupaba por los campesinos del Perú, y por los de Piura, cuya problemática hizo suya, como se puede ver en varias de sus obras, como: Nuestra comunidad indígena, publicada en 1924, y reeditada en1979. En el mismo rubro están, Del ayllu al cooperativismo socialista, que salió a la luz en1936, y El yanaconaje en las haciendas de Piura, publicada en 1947, dos años después de su muerte.
Fue maestro, sociólogo y por sobre todo, político, apasionándose por estudios sociológicos sobre las comunidades indígenas, lo que le llevó a participar en varios congresos y certámenes científicos sociales, como el de Patzcuaro, en México, considerado como el Primer Congreso Indigenista Interamericano, en 1940, que se llevó a cabo, tras el acuerdo tomado en 1938, en la VIII Conferencia Internacional Americana, llevada a cabo en Lima.
Castro Pozo estudió en el Instituto de Piura, y sin culminar la secundaria, viajó a Panamá, donde se quedó cinco años, desempeñándose en diversos oficios. De retorno al Perú, se estableció en Lima, y tras terminar sus estudios secundarios, fue alumno de la Universidad de San Marcos, a la que ingresó en 1911.
Su experiencia laboral en el Ministerio de Fomento, como auxiliar de la sección de Estadística de la Dirección de Agricultura, y sobre todo, en la sección de Trabajo, y en la de Asuntos Indígenas, le hicieron conocer la realidad de los campesinos del Perú, proponiéndose, y llevando a cabo, los congresos indígenas Tahuantinsuyo, que le permitieron alcanzar una madurez intelectual, que poco a poco le hizo conocido en todo el Perú, por dominar, y obtener mucha información sobre los problemas de la tierra y del indígena peruano. Había recorrido las tres regiones del Perú, y conocía mucho de su realidad.
Siendo estudiante universitario, estuvo en la lucha por la jornada de las ocho horas. Cuando se graduó de bachiller en Jurisprudencia, en 1919, lo hizo con una tesis sobre «El problema sociológico-legal de las comunidades de indígenas», que fue la base para sus futuras publicaciones.
Sufrió destierro, por oponerse a la reelección del presidente Augusto Bernardino Leguía, en 1923 fue expatriado a Hamburgo, sin embargo se quedó en Panamá, país que ya conocía, ejerciendo la docencia en diversos centros educativos, regresó al Perú al año siguiente., recibiéndose de abogado en 1925, tras lo cual fue a trabajar a la ciudad de Piura.
Como miembro del Partido Socialista fundado en 1930 por Luciano Castillo Colonna, tras el cisma con los que cambiaron el nombre al partido fundado por José carlos Mariátegui, fue elegido diputado por Piura, al Congreso Constituyente de 1931, que dio la Constitución de 1933.
Entre sus obras se cuentan además, Celajes de sierra (1923), y la novela Renuevo de peruanidad (1934). Falleció tras un acalorado debate por la derivación de las aguas del río Quiroz al Chipillico, lo que sería la futura Colonización San Lorenzo, en Piura. Póstumamente se publicó su novela Sol, Algarrobos y amor. En Tambogrande, el teatro municipal lleva su nombre.