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Juan Manuel de Rosas, el juicio de sus contemporáneos y del presente

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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ERP.  El 14 de marzo de 1877, murió lejos de su patria, el argentino Juan Manuel de Rosas, personaje de la historia del Río de la Plata, que dejó una huella muy honda en el espacio en el que nació, y en su país entero.

Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones

La primera vez que leí sobre este él, fue en 1973, cuando llegué a la Docta Córdoba, y en las bolillas del curso de historia argentina, estaba siempre un capítulo de su vida, obra y trascendencia, que quienes no lo entienden no han podido matar nunca, puesto que para negarlo, o para aceptarlo, hay bastantes escritos; Rosas nunca deja de ser actualidad, escuché debates ardorosos, entre mis diferentes grupos de amigos, unos a favor y otros en contra.

Pero donde más lo conocí, fue cuando estuve en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba, cuando mis profesores de historia, a veces no libres de apasionamiento, expresaban sus ideas en torno a Rosas, a partir de sus interpretaciones. Ahí recuerdo a un compañero de Villa María, que cuando escuchó al profesor de Historia Argentina en el primer año, elogiándolo extremadamente, o mejor dicho, ubicándolo en su tiempo y espacio, no pudo evitar decirme al final de la clase, “está elogiando a un tirano”

Juan Manuel RosasJuan Manuel Rosas

Para entonces, yo tenía como un catecismo al lado de mi cama, el libro de Historia Argentina de Ernesto Palacio, porque me pareció uno de los más ecuánimes en cuanto al juicio hacia Rosas, y aparte de tener una redacción sin aburrimientos, recreaba la historia a partir de fuentes primarias y secundarias, y nos introducía con deleite en ese pasado lleno de luces, y de sombras, que nos permiten entender a los actores de la historia.

El “Tirano Rosas”, para unos, y el hombre asociado a la unidad de su patria, para otros, lo cierto es que por diferentes mecanismos se mantuvo en el ejercicio del poder político, protagonizando una serie de hechos individuales y sociales, que no pocas veces disgustaron a los miembros de su entorno. Rosas, se convirtió, en una figura central, y desde donde estaba, apostó por el futuro de su paria.

En Perú, muchos no tienen por Bolívar, la estima que si se manifiesta por San Martín, lo señalan como “dictador”, creyendo que hace 200 años era lo mismo que los dictadores de este tiempo, o como si Bolívar se hubiese autollamado así, ignoran que fue el Congreso, conformado por aquellos a quienes el pueblo había delegado poder para representarlos, quien lo invistió con ese título, en un Perú dividido por apasionamientos regionales y rencillas entre militares, mientras en el sur dominaban aún los realistas. Había necesidad de terminar con esa situación, necesitándose de una persona con el carácter y la aureola que tenía Bolívar.

No es mi intención hacer un paralelo en la vida de estos personajes, porque sus actuaciones son en tiempos diferentes; Bolívar Falleció en 1830 en Santa Martha, y Rosas estaba en pleno ejercicio de su poder político y militar, tejiendo páginas de historias que resultan controvertidas para sus contemporáneos, sin embargo, me pregunto, que habría pasado si se hubiesen conocido, o que habría opinado sobre él, Bolívar, ¿habría coincidido con las opiniones de San Martín?

Al respecto, conversando sobre él, con Néstor Gostanian, refiriéndonos a su labor, me dijo: “dentro de aquél contexto pudo ordenar algunas bases de la futura organización del país. En ese momento eran hombres de personalidades muy fuertes, y eran necesarios”; o sea, no todo lo que hizo Rosas fue malo, como lo internaliza un sector de la población.

La masa popular siempre recibe mitos, y mentiras que a fuerza de repetirlas se convierten en verdades. He escuchado y leído cosas tremendas contra Sarmiento, Rivadavia, Belgrano, y del mismo San Martín, surgidas en el propio tiempo en el que vivieron, pero San Martín, consciente de que su trayectoria era enjuiciada y malentendida, escribió, muy ecuánime, que no serían sus contemporáneos los que hicieran un juicio sobre su actuación, sino, los de generaciones posteriores, puestos en un lugar y comportamiento, lejos de los apasionamientos de aquellos que veían afectados sus intereses personales, por la labor de quienes pensaban y actuaban a favor de la felicidad social de los menos favorecidos.

General San Martin1El General San Martin reconoció méritos a Juan Manuel de Rosas

Así como existen institutos sanmartinianos en Argentina, y en los países donde el padre de la patria argentina y peruana, dejó su huella, el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas J.M. DE ROSAS tiene miembros que se dedican a mantener viva la memoria del gobernante de Buenos Aires y del país entero, que remeció a la estructura socio económica del Río de la Plata, ganando amigos y enemigos. Se evidencia un interés en difundir la verdad histórica con sobre Juan Manuel de Rosas y la época de la Confederación Argentina, tan llena de episodios singulares.

Rosas es parte de la historia de América, no solo de su país, su huella no está asociada únicamente a Caseros, marcada como una coyuntura que señala su caída, hay mucho por decirse de Rosas. Al personaje hay que ubicarlo en su tiempo, y hacerle un juicio como hombres y mujeres cultos, es decir, ubicarnos en un punto medio y objetivo, para no repetir todo lo que leemos y escuchamos, como si fueran verdades inamovibles.

La Historia no busca convertir a los ángeles en demonios y viceversa, orienta sus investigaciones hacia el hallazgo de la verdad, a la que se acercan los especialistas en esa ciencia, y en el caso de Rosas, los especialistas en la historia de su tiempo, consideran que la objetividad y la verificabilidad, son características universales de la ciencia, que son tomadas en cuenta por la Historia.

Conocí mucho más de Rosas, en la Biblioteca del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, en la Biblioteca Nacional, y en las hemerotecas de ambas entidades, donde se conservan las noticias difundidas por la prensa peruana, que no dejan de considerar los envíos que llegaban desde Argentina, por los amigos y enemigos de Rosas, y hoy a 144 años de su muerte, se sigue hablando de él, para entenderlo y aceptarlo como uno de los más grandes argentinos, o para señalar todo lo contrario.

Si hacemos una lista de argentinos conocidos en el extranjero, en ella aparecerá también el nombre de Juan Manuel de Rosas, como están los de San Martín, Gardel, Borges, Eva Perón, Libertad Lamarque, Marga López, Estela Raval, Sandro, Favaloro, Luis Federico Leloir, Alfonsina Storni, Mercedes Sosa, Kempes, Maradona, Cafrune, Messi, Juan Domingo Perón, el “Che Guevara”, Sarmiento, Tita Merello, Atahualpa Yupanqui, Hugo del Carril, y otros cargados de méritos para quedarse en la memoria colectiva.

SableSable que el General San Martin donó a Rosas, y que le fuera entregado tras su fallecimiento

No es como se dice a veces, que en Historia hay para todos los gustos, esto no es así, y quizá ocurra esto, cuando la subjetividad oriente la investigación para insistir en aquello que el estudioso quiere hallar, pese a que en el proceso de investigación aparezca todo lo contrario.

Ni San Martín se salvó de sus enemigos gratuitos contemporáneos, y no faltan ahora quienes intentan restarle méritos, pero ahí está el “Padre de la Patria”, cubierto de la aureola esplendente que lo proyecta como el arquetipo de la libertad e independencia de América.

El sable de San Martín, quien mantuvo la cordura hasta el final de sus días, fue destinado al general Rosas, como se expresa en la cláusula tercera de su testamento hecho en 1844: “El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al Genera! de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla”. Que mejor reconocimiento recibido en vida.

Rosas, Gobernador de Buenos Aires el 8 de diciembre de 1829, distinguido con el título de Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires, protagonista de la guerra civil, de la convención de Santa Fe, de una campaña al desierto, está en la memoria colectiva argentina.

Una estatua, calles, avenidas, un billete, una estampilla, dónde no está Rosas presente, en la Argentina, incluidos sus restos que descansan en Buenos Aires, desde 1989, tras permanecer más de 100 años lejos de la patria por la que apostó con todas sus fuerzas.

Diario El Regional de Piura
 

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