Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. El 1 de abril de 2020, se cumplieron 500 años de la celebración de la primera Misa en territorio argentino, justo cuando Fernando o Hernando de Magallanes, viajaba con 5 naves, en busca del estrecho que hoy lleva su nombre. Fue en el actual San Julián, en la provincia de Santa Cruz, donde ocurrió este extraordinario episodio, como lo recuerdan las más de 10.000 personas herederas de esta historia.
La conmemoración estaba organizada para darle, todo el carácter e importancia de un suceso como el anotado, quinientos años de la primera Misa en la Patagonia, en esa tierra poblada de naturales, que desarrollaban su vida cotidiana, dominando el espacio, y adecuándolo para su sobrevivencia.
El 1º de abril de 1520 se celebró la primera Misa en territorio argentino, hecho asociado a la búsqueda de la conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico, considerando que en esa expedición viajaban dos sacerdotes, correspondiendo a Pedro Valderrama ser el capellán de la nave capitana, la “Trinidad”. Fue un Domingo de Ramos de abril de 1520 cuando se celebró la primera Misa, como lo recuerda el monumento erigido en memoria del suceso.
El 29 de marzo de 1520 la escuadra de Magallanes llegó al hoy Puerto San Julián, en la Provincia de Santa Cruz, creyendo estar cerca al paso entre los dos grandes mares, y al percatarse que no era así, Magallanes decidió pasar el invierno en este sitio, por considerarlo propicio, protagonizándose episodios que fueron registrados, en documentos primarios, que han servido de fuente de consulta para quienes han recreado el aconteci,iento, que se ha convertido en un episodio arraigado con un sentimiento de identidad regional.
Fue en esas tierras magallánicas donde se registra el primer encuentro entre los conquistadores y la población nativa de la actual Argentina, como se recuerda en San Julián, rememorando el encuentro entre los europeos y los nativos, registrado en el diario de Antonio Pigafetta, cronista que menciona al hombre de figura de mayor tamaño, con respecto a los recién llegados. Asimismo, se da cuenta de la celebración de la primera Misa, por el explorador Ginés de Mafra, que también estaba en la expedición, como se puede leer en su obra: Libro que trata del descubrimiento y principio del estrecho que se llama de Magallanes, publicado hace 100 años, en 1920.
Son las crónicas, y todo tipo de documentos que iban registrando y dando cuenta oportuna de los sucesos, los instrumentos con los que trabajan los historiadores, que hacen hablar a los manuscritos y a los impresos, del mismo modo que con los métodos y técnicas de su ciencia, los arqueólogos hacen hablar a las piedras, cuando procuran llegar a la verdad.
Antonio Alberto Pigafetta, fue un geógrafo y cronista italiano, autor del libro Primer viaje en torno del globo, o Relación del primer viaje alrededor del mundo, había nacido en Vicenza, en 1480, y murió en 1534. Estuvo al servicio de la entonces República de Venecia; fue él, quien describe a un nativo tehuelche que de acuerdo a sus costumbres les daba la bienvenida, asombrándose de su tamaño los recién llegados.
Se supone que por su calzado, y las huellas que dejaba al caminar, se deriva el nombre de Patagonia, pese a que una marcada corriente quichuista en la Argentina, trató de encontrar el origen esta palabra en la quechua “pataconya”, que alude a tierras en mesetas escalonadas, cuyo declive sucesivo es percibido, o sea, que bajando desde Buenos Aires hasta el sur, se puede observar que el territorio presenta declives sucesivos con respecto a la orientación hacia el polo sur.
Pigafetta anota: “Nuestro capitán llamó a este pueblo patagones. En este puerto, al que llamaremos San Julián, pasamos cinco meses”, tiempo suficiente para conocer el espacio y tratar con la población originaria. Actualmente existe en San Julián una réplica de la nave Victoria, que fue una de las cinco que logró dar la vuelta al mundo, llegando al final solo 18 de los 275 hombres de la expedición.
Para conmemorar el acto que ha movido a las conciencias en la Argentina, se había invitado al Papa, quien pese a ser argentino, no había considerado en su itinerario de 2020 llegar a su patria, delegando en uno de sus representantes la presencia del Vaticano. La circunstancia actual, de encontrarse el mundo azotado por una pandemia, ha hecho que lo programado oportunamente, espere tiempos de calma, para recordar al espíritu cristiano de la Argentina y del mundo entero, el significado del hecho que hoy rememoramos: los 500 años de la presencia hispana en territorio argentino, y la celebración de la primera Misa en la patria del general San Martín.
En el libro de Pigafetta, también conocido como la Relación de Pigafetta, hay relatos minuciosos de la estadía de la expedición en San Julián y territorios vecinos, Había hecho un registro desde el primer día de su salida con Magallanes, y lo mantuvo hasta el día de su retorno a España, presentando valiosa información para conocer la epopeya del ilustre portugués, que no vio cumplido su deseo de regresar vivo a Europa.
Era de esperarse que en la conmemoración por los 500 años de la primera Misa en la Argentina, los actos programados llamaran la atención de todos los argentinos y argentinas, como ha ocurrido en otros lugares de América hispana, cuando recuerdan la fundación de ciudades en el Caribe, en centro América y en el sur del continente, o cuando se evoca la celebración de las primeras misas, o la celebración de las primeras misas de la noche buena en sus respectivos territorios, esperemos que pasada la tormenta desatada por el coronavirus, se retomé la fuerza con la que se programaron los festejos, y ese pueblo cristiano católico, de San Julián sobre todo, pueda sentir religiosamente, la fuerza de uno de los elementos de su identidad regional, asociada al catolicismo.
Se sabe que al comienzo el trato entre Magallanes y los nativos de San Julián fue amistoso, pero luego ocurrió como en viajes de otros navegantes a la América central o al Perú, se capturó a tres nativos para llevarlos a Europa, y presentarlos al mundo, como había hecho Cristóbal Colón en su primer viaje a América, y lo harían los sucesivos conquistadores y descubridores de pueblos americanos. Pigafetta y otros cronistas dan cuenta del suceso, con el detalle de cómo ocurrieron los hechos, asegurando los otros cronistas que uno de los nativos tomados en cautiverio, murió en huelga de hambre, y que se habría cometido un genocidio contra los tehuelches.
Aunque no se relacione con el acto conmemorativo, es preciso recordar, que Magallanes tuvo que enfrentar las consecuencias de un motín, porque parte de la tripulación quería regresar, de modo que el 4 de abril ordenó decapitar al oficial Gaspar de Quesada, uno de los líderes de la revuelta.
Se dice que otros rebeldes fueron condenados a destierro en la Patagonia, y tuvieron que caminar tierra adentro, lo que ha llevado a suponer, que estos españoles castigados, llegaron hasta el Cusco alrededor de 1525, siendo portadores del germen de la viruela, que mató a varios miembros de la nobleza inca, entre ellos, a dos de los cuatro gobernadores que Huayna Cápac había dejado en la capital imperial, salvándose Huáscar, quien fue ceñido con la mascaypacha, tras la muerte del inca y del heredero Ninan Coyuchi.
Ginés de Mafra relata, que mientras por un lado se celebraba la Eucaristía, se tramaba simultáneamente la muerte de Magallanes, sucesos que son parte de la historia local, como esta gran conmemoración frustrada por causa de una crisis mundial.
Foto portada: Anterior obispo de la provincia de Santa Cruz, Miguel Ángel D'Annibale, celebrando la Misa en 2018, por la conmemoración de los 498 años. Credito María Agustina Albacete.