ERP. El año fenecido marca la historia de un Perú republicano con serias deficiencias estructurales. No solo se vivió por segundo año consecutivo una crisis de salud realmente devastadora por la Covid-19, sino que igualmente fuimos sometidos a los vaivenes del desorden y de las acciones antidemocráticas; sin embargo, no todo es malo y existen aspectos positivos que deberá fortalecerse en el 2022.
Las buenas perspectivas nunca están ajenas y nos lo recuerda el antropólogo Manuel Hidalgo León cuando expresa “Que el 2022 sea un año de colaboración, de trabajo mancomunado, entre instituciones y entre individuos. La búsqueda del bien colectivo nos encaminará al progreso para lograr un estado de bienestar en un futuro no tan lejano. El ejemplo de trabajo conjunto lo deben brindar, fundamentalmente, los que hoy ejercen el poder político y los medios de comunicación deben saber comunicarlo para que la comunidad perciba un clima de tranquilidad y esperanza, siempre hay cosas buenas que resaltar”.
El 2021 fue la continuidad de una pandemia por la Covid-19, cuyas consecuencias se han vivido con mucha preocupación y sobre todo dolor por la pérdida de seres queridos. Después de tantas idas y vueltas, se consiguieron las vacunas que generó una esperanza en una realidad de mucho oscurantismo. Francisco Sagasti, entonces presidente, dio los primeros pasos para conseguir el ansiado bien.
La presencia de Sagasti en la presidencia, le devolvió la prestancia a esta institución. Durante el tiempo que estuvo como mandatario, su accionar fue ejemplar y digno de las circunstancias, no solo compró las vacunas contra la Covid-19, inició la vacunación a un ritmo acelerado y también convocó a las elecciones generales, las mismas que se desarrollaron con ejemplar normalidad.
La primera vuelta no fue diferente a procesos anteriores y la gran cantidad de candidatos avizoró una competencia democrática que debería decantar a los dos más votados y es así que, pasaron a segunda vuelta electoral Pedro Castillo Terrones y Keiko Fujimori. Lo que debería ser una postulación prístina, se convirtió en una de acusaciones y señalamientos con y sin fundamento.
Tras el triunfo del profesor Pedro Castillo Terrones, se pretendió desconocer el resultado con artimañas, aduciendo un fraude, lo que nunca hubo. Se debe reconocer y felicitar la acción transparente y sólida de los representantes de los organismos electorales, los cuales quitaron toda posibilidad de cambiar la voluntad ciudadana.
Con tardanza, pero con contundencia, el Jurado Nacional de Elecciones, proclamó al ganador tras resolver las centenas de recursos de nulidad presentados, los cuales solo se sustentaban con falacias, imposibles de demostrar. Castillo Terrones, asumió el mando en un contexto crispado y de gran expectativa, evidentemente, si se le evalúa con los moldes tradicionales no estaba preparado para un cargo de esta naturaleza.
Al culminar el año 2021, la población objetivo se encuentra al 80%, lo que constituye un gran avance con miras al siguiente. Millones han recibido su primera dosis, otros han completado la segunda y el primer grupo la tercera; mediante esta acción se ha logrado proteger a la población peruana y disminuir la tasa de mortalidad que fue dramática en la primera y segunda ola.
La crisis política no ha menguado y amenaza la permanencia del profesor Pedro Castillo Terrones en la presidencia de la República. Los cuestionamientos van desde el sombrero que usa, la ropa que porta y los viajes que realiza. Se le achacan todos los males, en un Perú desestructurado desde siempre y que no encuentra las capacidades y la voluntad política para cambiar el estado de las cosas.
Es así que el 2022, es probable que la agenda política sea dominaba por políticos elementales y ambiciosos, que sigan impulsando una vacancia a todas luces inconstitucional y que las fuerzas conservadoras, realicen todo lo posible para mantener el status quo de la política, y sobre todo de la economía. Frente a ello, una débil presidencia, deberá lidiar no solo con los problemas del país, sino también con este tipo de hechos que ralentizan el desarrollo nacional, pero esa es la clase política peruana.
Existen muchas perspectivas para el 2022, pero aquellas que se requieren no será posible lograrlas. Por ejemplo, fortalecer la democracia e institucionalidad peruana, se seguirá hablando de cosas intrascendentes y no de aquellas que establezcan un nuevo rumbo para el país. Además de ello, tanto la mayoría parlamentaria como el mismo Ejecutivo, tienen muchas limitaciones para hacerlo.
Aún con el pesimismo que existe para el país en general, se realizarán elecciones municipales y regionales, una nueva esperanza para dar continuidad al proceso democrático y dar nuevos aires a los gobiernos subnacionales. Debe tenerse en cuenta, que la crisis de los entes nacionales, también le son aplicables a los gobiernos locales y regionales.
Como indica el analista político Econ. Juan Manuel Aguilar, para este año se espera que “Que la economía se recupere, para ello hay dos grandes retos, primero mejorar la calidad del gasto público, teniendo como principal foco la reducción de brechas en los sectores de Salud y Educación; segundo que el ruido político desaparezca, las fuerzas políticas pongan los intereses del país por delante de cualquier interés de grupo y se promueva la estabilidad para una mejor atracción de las inversiones y generar más empleo; desterrando todo intento de vacancia e igualmente, sin cierre del congreso”. Expresa, además, frente a las perspectivas que “(…) el 2022 sea el inicio para que la ciudadanía aprenda a elegir bien a sus autoridades”.