ERP. Una nueva jornada de protesta en Lima, protagonizada principalmente por jóvenes de la Generación Z y organizaciones sociales, terminó marcada por la violencia y denuncias de infiltrados. Tal como ocurrió tras la asunción de Dina Boluarte, la Policía Nacional del Perú recurrió al uso de bombas lacrimógenas y, en algunos casos, llegó a apuntar con armas de fuego contra los manifestantes.
De acuerdo con imágenes registradas por el canal alternativo Unancha TV Oficial, la represión policial dejó heridos tanto entre los civiles como entre los efectivos del orden. La cobertura independiente permitió constatar lo que sucedía en las calles, en contraste con la información oficial.
La movilización evidenció el alto rechazo hacia el Congreso de la República y al presidente José Jerí Oré, blanco de duras críticas y frases descalificadoras. Entre las consignas más repetidas destacaron el “¡Cierre del Congreso!” y la exigencia de seguir en las calles hasta que caiga lo que los manifestantes calificaron como un “Congreso corrupto”.
La marcha inició de manera pacífica, con un desplazamiento aparentemente controlado por la Policía Nacional. Sin embargo, la tensión aumentó con el avance de la movilización: primero con actos de hostigamiento contra los jóvenes y luego contra periodistas independientes que cubrían los hechos.
Los puntos de concentración incluyeron la Plaza Dos de Mayo, el recorrido por Colmena y la Plaza San Martín, así como las inmediaciones del Palacio de Justicia. Finalmente, en la avenida Abancay se registraron los hechos más violentos. Allí, presuntos infiltrados quemaron muñecos y treparon rejas, acciones que —según los manifestantes— buscaban provocar una reacción represiva más severa del Gobierno.
La jornada culminó con la detención de varios jóvenes, captados por las cámaras de Unancha TV Oficial, cuyo periodista Jorge Mendívil siguió en vivo los momentos más críticos pese a las restricciones impuestas por la policía. También se reportaron heridos civiles y efectivos policiales, principalmente a causa del uso de perdigones.
La protesta reflejó un amplio descontento ciudadano y una masiva participación, aunque terminó opacada por la violencia, la represión policial y la presencia de infiltrados.