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Sáb, Abr

El año de la peste

Miguel Godos Curay
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ERP. (Por: Miguel Godos Curay) Refiere el cronista Anello Oliva que “Estando Huayna Cápac entretenido en sus gustos, en Quito, le dio una grave dolencia que los indios llaman Vanti y nuestro romance bubas”. Garcilaso escribe y describe el mal estado del soberano: “… y le sobrevino calentura que ellos llaman rupha, que es quemarse y otros días y siguientes se sintiese peor y peor sintió que su mal era de muerte”. En efecto el Inca murió de un proceso febril, fuertemente contagioso y de alta letalidad. ¿Viruela o mal de bubas (sífilis)?

Con la llegada de los conquistadores a América se desataron una serie de brotes epidémicos en el continente. Fray Gregorio García señala a 1533 como el de la aparición de la viruela en Quito. Anota Eduardo Galeano: “Mortífero fue, para América, el abrazo de Europa. Murieron nueve de cada diez nativos”. Los guerreros invisibles fueron los más feroces. Virus y bacterias desataron la viruela, el sarampión, la gripe, el tifus, la peste bubónica. Los indígenas morían como moscas pues sus cuerpos no tenían defensas. 

A inicios del siglo XIX una epidemia de viruela causó indecibles estragos en Piura. El mal se trataba con remedios caseros sin asegurar su curación. Por ley del 25 de noviembre de 1847, durante el gobierno de Castilla, se dispuso la presencia de uno o más vacunadores ambulantes para la aplicación del fluido contra la viruela. Otros males causantes de estragos en Piura fueron el tifus, la tos convulsiva, la gripe, la rabia, el paludismo, el sarampión, las paperas y la difteria. La fiebre amarilla y la peste bubónica alcanzaron las proporciones de epidemia.

Enrique López Albujar en sus recorridos por Morropón recuerda a una anciana viandera sumergiendo sus dedos en el perol de manteca insensibilizada por la lepra. En Piura hubo mal de Hansen. El acta del Libro de Cabildo del 4 de julio de 1831 da cuenta del acuerdo para notificar a todos los leprosos el abandono de la ciudad en un plazo de nueve días. La fiebre amarilla asomó por Paita en 1853 y se expandió a lo largo de la costa desde Paita hasta Iquique en todos los puertos frecuentados por el comercio de cabotaje. Entre 1867 y 1869, apareció nuevamente, esta vez vino de Guayaquil con una letalidad sorprendente. Por este motivo se crearon las Juntas de Sanidad que ordenaron el estricto control sanitario de las naves que acoderaban en Paita. El famoso pintor piurano Luis Montero, autor del cuadro Los funerales de Atahualpa, murió a consecuencia de la temible fiebre amarilla (1869)

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¡Llegó la peste! Dios no tenga confesados. Entre 1903 y 1930 la peste bubónica transmitida por la pulga de la rata hizo su súbita aparición en Paita. Los diarios de la época informan sobre los primeros brotes en los puertos de Callao y Mollendo. Posteriormente el mal se expandió a Chiclayo, Pacasmayo, Trujillo y Lima. Durante este periodo de 27 años se registraron en Paita mil 41 casos de peste de consecuencia mortal. Las medidas sanitarias fueron drásticas y severas. Los enfermos eran conducidos sin contemplaciones por la Policía Sanitaria a los Lazaretos, especie de hospitales de emergencia, con escasas posibilidades de recuperación. Barrios enteros fueron aislados por temor a la propagación de la peste. Aseguran algunos sobrevivientes que muchos de los enfermos fueron sepultados vivos.

Las crónicas refieren cortejos dantescos de cadáveres envueltos en sábanas arrojados a fosas de dos metros bajo tierra recubiertos por dos arrobas de cal. Tal era el temor al contagio que en 1905 la Prefectura de Piura conformó la Junta Incineradora para tasar y ordenar el quemado de las casas insalubres del puerto. Para el doctor Manuel F Zúñiga, el médico de Paita, la medida no era eficaz como se esperaba pues los propietarios volvían a edificar ramadas precarias. Tal eran los temores a la peste, en 1904, una ordenanza de la Municipalidad de Piura, prohibió la presencia de mendigos que pululaban por la ciudad pues se presumía que venían de poblados afectados por la peste.

Gracias a la Ley 4126 decretada por Leguía en mayo de 1920 se dispuso el saneamiento de 32 ciudades de la República entre ellas Piura y Paita. Para aplicarla se contrató a la empresa británica de saneamiento Foundation Company. Las primeras medidas fueron la erradicación de basurales y la mejora de los hábitos higiénicos en una población reacia al aseo y consumo del agua hervida. Los roedores convivían con las familias pobres como si fueran animales domésticos estableciendo sus madrigueras entre las quinchas y ranchos pobres. En Mollendo, en un día de desinfección se ultimaron 3 mil ratas.

El crecimiento de una familia de roedores empieza con la presencia de una rata o pericote comensal cuya familia crece. Los roedores son omnívoros y su principal fuente de alimentación son los centros de abastos, basurales, campos de cultivo y hogares poco ventilados y limpios donde construyen sus nidos. Sus sentidos más desarrollados son el tacto, el oído y el olfato. Sus bigotes largos y sensibles advierten el peligro. Conforme a una biológica jerarquía los roedores de bigotes intactos son los dominantes y los que los tienen estropeados los dominados.

Una rata tiene un ciclo de vida de uno a dos años y se reproduce cada 20 o 23 días. Un macho con suficiente testosterona y visible agresividad mantiene un harem de hembras. Ratas y ratones no tienen capacidad de percibir los colores. Sus movimientos se guían por el tacto. Sin embargo, sufren una parálisis repentina al sentir el olor del gato. Tienen una extraordinaria capacidad auditiva de rango ultrasónico. El hombre tiene una capacidad de 20 khz los roedores de 100 khz. Advierte Weber que las ratas han causado más perjuicios al hombre que todas las revoluciones y guerras en la historia del mundo.

A consecuencia de la peste bubónica se impuso el uso de jabón sulfuroso, los polvos anti-pulgas, trampas y cebos mortíferos para ratas promocionados por el Almanaque Bristol. Para estimular la erradicación en el Callao se llegó a pagar cinco soles por rata muerta. Los gatos se convirtieron en mascotas preferidas en comunidades reacias al aseo.

Las prácticas de higiene de la época eran realmente precarias: Se practicaba el baño semanal, se consideraba innecesario el lavado de manos, las excretas y basuras eran abandonadas a inmediaciones de los barrios. La parturienta se bañaba 40 días después del alumbramiento. Los ingleses, en este escenario, impusieron a rajatabla la higiene y el estricto control sanitario en los barcos que acoderaban en Paita. Las poblaciones advertidas exigieron redes de agua potable y mercados limpios para abastecerse de alimentos. Lo que en efecto impulsó un salto de progreso en los pueblos.

El 23 de enero 1991 una epidemia de cólera se expandió por el Perú se registraron 322 mil 562 casos sospechosos y 2 mil 909 muertes, los casos fueron reportados en las localidades de Chancay, Chimbote y Piura. La letalidad se prolongó hasta el 1992 con 727 muertos y el 1993 otros 575. En Piura los reportes dan cuenta de 98 muertos y 15 mil 930 casos confirmados. Los pasillos del Hospital Cayetano Heredia se habilitaron para acoger a los afectados consumidos por las diarreas, deshidratación y dolorosos calambres.

La bacteria causante fue identificada como Vibrium Colérico sero grupo 01, Biotipo El Tor, serotipo Inaba. Las noticias conocidas del cólera daban cuenta de letales epidemias en la India, Ruanda y en otros cien países del planeta según la OMS. La epidemia se expandió finalmente en Ecuador y Colombia. Las infecciones se registraron por el consumo de peces y mariscos extraídos en la franja litoral en donde se vierten irresponsablemente las alcantarillas.

En Piura, se confirmó que el 90% de los alimentos expendidos ambulatoriamente tenían residuos fecales. Verduras de consumo masivo (tomates, lechugas, cebollas, papas, rabanitos y nabos) eran regados con aguas servidas. La situación se agravó por la falta de inmunidad natural como en la India. A consecuencia de la epidemia durante dos años se deprimió el consumo de pescado y mariscos. La confianza se recuperó con la irrupción de nuevos restaurantes y la aparición en apariencia impecable de un nuevo oficio: los chefs.

Consecuencia del cambio climático, las inundaciones del Niño costero en la región es la explosiva aparición del dengue. Conocido también como la fiebre rompe huesos. Enfermedad vírica febril transmitida por el mosquito Aedes. En Piura zancudo. Los virus del dengue son de múltiples tipos y endémicos en zonas tropicales. En Asia se han extendido por la parte meridional de China, Viet Nam, Laos, Camboya, Finlandia, India, Indonesia, Filipinas, Malasia y Singapur. Desde 1983 circula también por el norte de Australia.

El dengue tiene una letalidad mayor que el Corona virus al extremo que el uso de mascarillas protectoras y alcohol en gel. No son más eficaces que al agua con jabón. Con el calor de Piura es poco probable se expanda y viva el Corona virus lo que no significa el abandono de estrictas prácticas de higiene. El 2014 se registraron en Piura 2 mil 675 casos de dengue, el 2015 20 mil 43 casos, el 2016 7 mil 610 casos ; el 2017 44 mil 275 casos, el 2018 580 casos y el 2019 (hasta septiembre) 178 casos según las estadísticas del Ministerio de Salud. Los fallecidos sumaron 178. Entre el 2018-2019 se reportaron en Sullana 22 casos, en Castilla 28; 23 en Piura 23 y 11 en el distrito 26 de Octubre.

La negligente manipulación del agua es la principal causa del incremento del dengue pese a los esfuerzos del Minsa. El zancudo prolifera en hogares donde se mantiene el agua en depósitos descubiertos, se acumulan inservibles en los techos, el uso de floreros en los cementerios y la sustracción clandestina de agua potable. Se suma a ello el riego por inundación cuando lo recomendable es por aspersión.

Las medidas de prevención son: La eliminación de criaderos, uso de repelentes en la población expuesta y fumigación con insecticidas. El dengue hemorrágico tiene los mismos síntomas febriles pero estos van acompañados de cefaleas (dolores de cabeza) y la fragilidad vascular, causa de hemorragias que en algunos casos, se tornan letales. En Piura la malaria disminuye pero aumenta el dengue. Un mal de las estribaciones andinas es la leishmaniasis cutánea o uta detectada en las provincias andinas de Ayabaca, Huancabamba y Huarmaca.

La nueva amenaza se llama Corona virus o COVID-19 hasta el momento se han detectado y confirmado en el Perú 145 casos. En previsión se ha dispuesto el toque de queda desde las 8.00 de la noche hasta las 5.00 de la mañana. Escuelas y universidades han interrumpido sus actividades académicas. El transporte urbano se ha restringido a la mitad de unidades y frecuencias. Se han cancelado los oficios religiosos tradicionales de la cuaresma. El escenario global impuesto por las redes sociales no deja de ser tremendista y abrumador. La población tiene que adoptar medidas de educación sanitaria e información en sus hogares.

El amor en tiempos del Corona virus camina despojado de caricias, besos y abrazos. Ni siquiera las manos juntas están exentas de esta bíblica prohibición. La ausencia de actividades públicas y la obligada supresión de la diversión somete al rigor de la distancia los afectos elementales y primarios. Nada de piquitos y arrumacos. Ni intercambio de babas como diría Lacan. Somos testigos y protagonistas de una pandemia que dará muchas páginas a la literatura y a la no menos sugerente constatación. Los impactos sobre la economía son prematuramente visibles. Los precios varían en los mercados. Las pérdidas acumuladas en las AFP son millonarias. Lo bueno de esta emergencia similar a un estado de guerra es el reencuentro de la familia. El aprovechamiento del tiempo para el trabajo doméstico olvidado. El ahorro obligado y la buena lectura. Resulta impredecible la pérdida acumulada en diarios sin avisos publicitarios que nadie lee, Todos viven pendientes de la diminuta pantalla de su celular que anticipa noticias y mentiras verdaderas. Un estornudo en la China es una bomba de tiempo impredecible en el Perú.

Diario El Regional de Piura
 

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