ERP. En vísperas del Día Internacional de la Mujer, un análisis revela la persistente desigualdad de género en Perú, donde las mujeres enfrentan mayores tasas de pobreza, desempleo y trabajo no remunerado. Aunque existen ciertos avances económicos, las políticas sociales aún no logran un impacto significativo en la igualdad de oportunidades.
A pesar de ciertos avances económicos en el país, según el Índice Global de Brecha de Género 2023 del Foro Económico Mundial, el Perú se ubica en el puesto 79 de 146 países en el cierre de la brecha económica de género.
“Aunque el crecimiento económico ha sido evidente en Perú, parece haber beneficiado más a los hombres que a las mujeres. Mientras algunas mujeres pueden haber salido de la pobreza extrema, muchas aún luchan por mantenerse por encima de la línea de pobreza. Esto resalta la vulnerabilidad de este grupo y pone en evidencia las deficiencias en las políticas sociales del gobierno, que no están logrando un impacto significativo”, comenta Milagros Torres, Subdirectora de la facultad de Negocios de Zegel.
La especialista agregó que la educación es fundamental para empoderar a las mujeres y romper el ciclo de la pobreza. En ese sentido, es necesario implementar políticas que garanticen el acceso equitativo a la educación de calidad para las niñas y mujeres, así como programas de capacitación vocacional y técnica que las preparen para ingresar a sectores de alta productividad.
En términos de ingresos y empleo, las mujeres peruanas también enfrentan importantes desafíos. El Instituto Peruano de Economía (IPE) estima que, durante el 2023, esta brecha salarial llegó a 25%. Es decir, por cada S/1 que gana un trabajador masculino, en promedio, una trabajadora percibe solo S/0,75. La brecha es mayor en algunas regiones, especialmente, de la zona centro.
Al último trimestre de 2023, las mujeres presentan un nivel de desempleo 1,7 puntos porcentuales por encima del de los hombres. Según información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la tasa de desempleo femenino fue de 6.1% y de los hombres alcanzó 4.4%.
La situación se agrava aún más por la concentración de las mujeres en sectores de baja productividad y en empleos informales, donde los ingresos suelen ser insuficientes. De hecho, se estima que más del 60% de las mujeres peruanas sienten que sus ingresos no son suficientes para cubrir sus necesidades básicas. Si bien la brecha se redujo respecto al 2022 (28%), esto se explica, principalmente, por la reducción del empleo femenino en puestos de trabajo con bajos ingresos. En el 2023, el empleo retrocedió en más de 157 mil puestos. En el caso de las mujeres, la pérdida de empleos se concentró en trabajos independientes (-4%) y del agro (-12%), donde el empleo es altamente informal.
“Se deben promover políticas que fomenten la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, incluyendo medidas para reducir la brecha salarial de género y promover la contratación y retención de mujeres en sectores de alta productividad. Esto podría incluir incentivos para las empresas que implementen prácticas laborales inclusivas y flexibles, así como campañas de sensibilización sobre la importancia de la igualdad de género en el lugar de trabajo”, recomienda Torres.
Por otro lado, el trabajo no remunerado, que recae desproporcionadamente en las mujeres, actúa como un obstáculo significativo para su participación plena en la economía. Las estadísticas de mujeres que dedican su tiempo exclusivamente a labores del hogar es alarmantemente alto, especialmente en los hogares de bajos ingresos.
Según datos de La Encuesta Permanente de Empleo Nacional (EPEN), el 44% de mujeres se desempeñan en trabajos independientes o del hogar, mientras que la cifra se reduce a 37% en hombres. Lo que se ve en mayor medida en los hogares de los sectores de pobreza y pobreza extrema. Asimismo, la proporción de mujeres que realizan trabajos no remunerados es el doble que la de hombres, mientras que la proporción de trabajadoras del hogar es 20 veces mayor.
“Es necesario adoptar medidas efectivas para prevenir y sancionar la discriminación y la violencia de género en todas sus formas. Esto implica fortalecer las leyes y políticas de protección de los derechos de las mujeres, así como implementar programas de sensibilización y educación para cambiar las actitudes culturales que perpetúan la discriminación y la violencia”, concluye la subdirectora de la facultad de Negocios de Zegel.