ERP. En los rincones más apartados del Perú, donde la geografía impone barreras y el acceso a servicios básicos aún es limitado, la conectividad digital se convierte en una herramienta clave para el desarrollo. Sin embargo, conectar a estas comunidades no es solo cuestión de antenas o satélites: es un desafío técnico, logístico y social que requiere experiencia, innovación y una mirada colaborativa.
“Hoy ya no basta con desplegar infraestructura. El verdadero desafío es cómo esa infraestructura se convierte en oportunidades concretas para las personas”, señala Estrella Zaharia, gerente general adjunta de Gilat.
Zaharia sostiene que cerrar la brecha digital exige un enfoque integral, multisectorial y adaptado al contexto local. En algunos casos, la solución más efectiva es una red satelital; en otros, se requiere un modelo híbrido que combine tecnología LTE con redes troncales terrestres. Pero más allá de la tecnología, lo esencial es el diseño de soluciones sostenibles, construidas junto con los gobiernos locales, las organizaciones sociales y el sector privado.
Uno de los conceptos que viene ganando fuerza es el de las “telcos con propósito”: empresas que no solo ofrecen conectividad, sino que la convierten en un habilitador de derechos y oportunidades. Bajo esta visión, se priorizan modelos que integren salud digital, educación a distancia, agricultura conectada y otros servicios clave para mejorar la calidad de vida en zonas rurales.
Zaharia destaca que muchas veces se piensa que la brecha digital se resuelve únicamente con inversión privada, pero recuerda que los territorios más alejados y dispersos requieren de subsidios públicos y financiamiento multilateral. “No se trata solo de voluntad empresarial. Se necesita una política pública clara, alianzas multiactor y financiamiento de largo plazo para cerrar estas brechas”, explica.
En este contexto, también es clave la flexibilidad tecnológica. El Perú, con su diversidad geográfica, demanda soluciones que no dependan de una única tecnología. “Debemos promover ecosistemas digitales territoriales, con plataformas interoperables y acceso confiable a servicios digitales esenciales”, añade Zaharia.
Desde su experiencia, Gilat viene desarrollando modelos territoriales de conectividad que integran tecnología, servicios y capacitación en zonas rurales como San Marcos (Ancash), donde hoy las redes permiten educación, salud y seguridad a distancia.
La clave está en entender que el internet por sí solo no transforma realidades. “Lo hacen los servicios que construimos sobre esa red. Y para eso necesitamos pensar en conectividad como política social, como estrategia de desarrollo económico y como base para una ciudadanía plena”, concluye Zaharia.