ERP. La hepatitis B avanza en silencio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que más de 256 millones de personas en el mundo viven con la enfermedad en su forma crónica, muchas sin saberlo. En el Perú, el Ministerio de Salud calcula que al menos 135,333 peruanos son portadores del virus, pero la cifra real podría ser mucho mayor, oculta tras la baja tasa de tamizaje y el diagnóstico tardío.
Según el Dr. Javier Díaz, médico hepatólogo del Hospital Rebagliati, “la hepatitis puede avanzar sin síntomas visibles durante años, pero mientras tanto daña progresivamente el hígado y eleva el riesgo de desarrollar carcinoma hepatocelular, el tipo más frecuente de cáncer de hígado”. Al respecto, solo en el 2023, el Ministerio de Salud reportó 4 515 nuevos casos de cáncer de hígado en el país, la mayoría detectados en etapas avanzadas, cuando las alternativas terapéuticas se reducen considerablemente.
Frente a esta realidad, el especialista destaca el valor de herramientas diagnósticas accesibles como la ecografía hepática, una prueba no invasiva, de bajo costo y capaz de detectar lesiones incluso en pacientes que no presentan molestias. “La ecografía debería formar parte de los chequeos regulares para personas con antecedentes de hepatitis crónica, enfermedades hepáticas o factores de riesgo. Es una intervención simple que puede cambiar radicalmente el pronóstico del paciente”, afirma el Dr. Díaz.
A este examen se suma la medición de la alfafetoproteína en sangre, un marcador tumoral que puede alertar sobre la presencia de lesiones malignas en el hígado. Estos análisis, cuando se realizan de forma periódica, permiten detectar a tiempo el carcinoma hepatocelular y acceder a tratamientos más eficaces, con mayor posibilidad de control y mejor calidad de vida para los pacientes. Sin embargo, el acceso a estas pruebas sigue siendo desigual en el país, en muchas regiones, los equipos para ecografía o los especialistas capacitados no están disponibles en el primer nivel de atención.
“Esto retrasa el diagnóstico, lo vuelve más costoso y reduce significativamente las opciones para el paciente. Necesitamos llevar la detección al primer nivel, identificar a tiempo los casos y asegurar que los pacientes accedan a una atención integral que incluya a hepatólogos, oncólogos, radiólogos, paliativistas. La lucha contra el cáncer de hígado requiere un enfoque multidisciplinario, sostenido y humano”, recalca el Dr. Díaz.
Integrar herramientas de tamizaje accesibles, asegurar la continuidad del tratamiento y reducir las brechas regionales, mejora los desenlaces clínicos y representa un ahorro significativo para el sistema de salud. “El llamado es claro: no ignoremos las señales silenciosas. La prevención, el diagnóstico temprano y el acceso oportuno pueden salvar vidas”, finalizó el especialista.