ERP. En un colegio peruano han aceptado a un estudiante finlandés, quien está cursando el quinto año de secundaria. Las diferencias académicas con sus pares nacionales son abismales: tiene siempre las mejores notas al punto que se aburre a los cinco minutos de iniciada la clase, y es evidente en el Zoom que se distrae haciendo cualquier otra cosa, o se pone a molestar a sus compañeros; e incluso les pasa materiales reñidos contra la moral. Y los profes no hacen nada…
Por Nelson Peñaherrera Castillo
¿Qué te pareció? ¿Te gustó, no te gustó, te indignó, te dio lo mismo, te provoca denunciarlo ante la UGEL? Bueno, primero deberías enterarte de una cosa: no me consta; me lo acabo de inventar. En realidad, estoy usando la mucha o poca credibilidad que me tienes para sembrarte un psicosocial, y con el solo hecho de decirte que me lo inventé, ya debería tranquilizarte; pero, analicemos el asunto más detenidamente.
Primero digo: “en un colegio peruano”. Me suena al inicio de Don quijote de la Mancha, “en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”. Ojo con la redacción pues el escritor está advirtiendo al lector que se trata de un hecho inventado… “en un lugar”… ¿cuál lugar? La Mancha, actualmente Castilla La Mancha, tiene 79 mil 500 kilómetros cuadrados, más del doble de los 34 mil 500 del departamento de Piura.
Por lo menos, Miguel de Cervantes Saavedra la puso relativamente fácil. Basta explorar cada uno de los 1919 municipios que tiene esa región española para ver cuál pudo ser el posible hogar de Don Quijote. En el caso piurano, está más papaya aún: 65 distritos.
Pero en mi psicosocial, la puse un poco más difícil: tendrías que ir uno por uno de los casi 2000 distritos existentes en los 1,26 millones de kilómetros cuadrados que tiene el Perú y rastrear cada uno de los colegios secundarios registrados en su territorio, cuyo número puede variar en tanto sean mayormente urbanos o mayormente rurales.
Si arbitrariamente pongo un promedio de 30 colegios secundarios por distrito, la búsqueda aumenta a 6000. Y si los colegios secundarios suelen tener dos secciones por año, ya la cosa se me hizo 60 mil. Y eso que estoy usando números redondos; tendría que sentarme sobre la lista real del Ministerio de Educación para sincerar mi rango de búsqueda.
Sigamos con la siguiente porción de lo que me inventé: “un estudiante finlandés”. Si tu pregunta es: ¿cómo se llama?, vamos bien. Pero fíjate que a línea seguida me pongo el parche: “quien está cursando el quinto año de secundaria”. Primero, por el uso del idioma, fíjate que empleo el verbo en gerundio, “estudiando”, es decir que está asistiendo a clases ahora mismo; segundo, por el contexto, si hablamos de “un estudiante quien está cursando el quinto año de secundaria”, automáticamente debería venir a tu cabeza que, al menos, tiene 16 años de edad, lo que en Perú se considera un menor de edad.
El código vigente que protege los derechos de niños, niñas y adolescentes me prohíbe publicar el nombre de un menor de edad cuando es víctima de abuso o lo perpetra. Y tú que me conoces, sabes que no voy a quebrar esa regla; pero si me crees, asumirás que yo sí sé y que por ética, me autorregulo. Pero, si conectamos este pedazo de información al de “en un colegio peruano”, te sigo teniendo en ascuas; es decir, si no te digo quién, al menos debería decirte dónde… pero no lo hago. Nuevamente, es una información que me inventé, no me consta.
Y aunque ya te reduje el rango de búsqueda de 60 mil aulas promedio a 12 mil, porque se trata del “quinto año de secundaria”, sigue siendo un número grande para ponerte a verificar registro por registro a quién me refiero. Y aunque tuvieses acceso, la única forma de verificar su nacionalidad es la ficha de matrícula, donde constan los datos de cada alumno, documento que no te lo van a soltar alegremente si no justificas para qué lo necesitas… porque estamos hablando de un menor de edad.
Al menos te facilito el sexo: “un estudiante”, entonces es varón. Si estadísticamente, en Perú, varones y mujeres somos casi la mitad (en realidad, 49% somos varones), y asumimos que cada aula tiene 30 estudiantes, la mitad es 15. Por las 12 mil que me quedan, me da 180 mil fichas de matrícula. Otra vez te compliqué la vida.
Ah, pero te dije que es un estudiante finlandés. ¿Qué apellidos finlandeses son usuales? Por lo menos y por lógica, podrías descartar los apellidos de origen hispano; pero… ¿por qué un finlandés no podría tener apellidos hispanos?
¿Por rendimiento? Ojo que agregué otro pedazo de información: “que tiene las mejores notas”. ¡Claro! Tendrías que acceder al registro académico, y para ello tendrías que entrar al Sistema de Información de Apoyo a la Gestión de la Institución educativa (Siagie… cuándo no el gobierno rimbombando las cosas), pero… ¿eres profe o funcionario o funcionaria del Ministerio de Educación para disponer de la base de datos? Y aunque eso ocurriera, necesitas la ficha de matrícula, que te la tienen que autorizar legalmente… en fin, un desmadre completo si quieres verificar la veracidad de mi dato.
El detalle que faltaba: juego con la nacionalidad del supuesto estudiante, y eso le da más credibilidad a mi mentira porque es prejuicio generalizado que en Finlandia los y las escolares son unos superdotados a nivel global, al punto que cuando se quiere hablar de un ideal de rendimiento académico, todo el mundo señala a Finlandia o algún país escandinavo (Suecia, Dinamarca, incluso Alemania).
Sin embargo, el dato real es que Finlandia es la quinta potencia académica a nivel mundial. Según la prueba PISA, en la que Perú siempre queda a la cola, China es el país que obtiene los mejores rendimientos (¿quizás por eso se propusieron conquistar el mundo?), aunque otras mediciones ponen a Corea del Sur a la cabeza (digo, ¿dónde rayos crees que diseñaron tu smartphone?).
Bueno, y el resto de la información tiene la intención expresa primero de captar tu interés, activar tu morbo (¿qué será lo inmoral que les pasa a sus compañeros?) y una vez que lo tengo capturado, generarte una reacción previamente medida: que te molestes con el chico, o cuando menos con el sistema educativo peruano. Si es con los dos, chévere. Pero nuevamente, es información que me inventé, que no me consta… y espero que no sea verdad, la verdad.
Con este pequeño ejemplo, quiero demostrarte cómo los creadores de psicosociales, que son mucho más genios que yo (debo reconocerlo), pueden crearte toda una historia que suene real porque usa hábilmente trozos de dato al que salpican o saltean con mentiras.
Por definición, un psicosocial suele ser una noticia falsa (o ‘fake news’, como dicen los gringos). Y estos hijos de su madre tienen la habilidad de crear uno orientado a diferentes tipos de público: los mayormente gráficos, que suelen ser montajes de fotos, audios o videos, y que van a la gente que lee poco o lee mal; y han aparecido unos de texto más extensos, como de tres cuartos de carilla o una carilla, que van a, digamos, el público más culto, al que envuelven con una historia bien contada, que, aunque conscientemente no den por válida, inconscientemente activan experiencias propias y terminan por creer lo que allí aparece.
Y las redes sociales son un vehículo eficaz y eficiente cómo en nuestros días esos psicosociales se diseminan peor que pólvora seca reaccionando ante una chispa, o peor que chispa en gasolina. Y muchas veces son distribuidas por cuentas, grupos o páginas que se esconden tras identidades colectivas (ejemplo, asociaciones o supuestos medios de comunicación), o personales (cuentas tipo perico de los palotes).
Y recuerda que así como puedo ocultar una verdad en medio de dos mentiras, y creerás que todo es mentira, puedo hacer lo inverso, ocultar una mentira en medio de dos verdades, y creerás que todo es verdad.
¿Por qué caemos tan fácil ante estos psicosociales? Es complicado desarrollarlo aquí pero es parte de nuestra naturaleza humana y de un razonamiento que a veces termina siendo binario: sí/no, verdad/mentira, cierto/falso, y que no suele hacer un análisis más detallado de toda la retórica que se te presenta, que lo compares con el contexto más amplio y que te permita determinar si lo que te venden es un dato real, o simplemente busca mover la opinión pública hacia un extremo o un lado, con tal de distraerla de otro asunto más importante. Y en los gobiernos populistas sean nacionales o locales, esos psicosociales salen más abundante y caliente que pan mañanero.
¿Hay alguna manera de no caer en el juego? No sé si hay una receta universal, pero fíjate que en el ejemplo que usé, precisamente manipulo la generalización, los estereotipos y los prejuicios; los hilvano bien, y el resto es saber redactar. Aunque, una pregunta que a mí nunca me falla, y que me permite establecer un primer nivel de credibilidad, es esa de “¿y quién lo dice?”. Y si quien lo dice tiene una buena reputación, es lógico que despierte mi interés; si no, ¿para qué seguir rompiéndome el coco?
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