Lola Cruz de Acha, en su glorioso centenario

Cuando yo crecía en la década del 60, el mundo era otro, la cotidianidad se vivía de manera diferente a como la enfrentamos ahora, estos cambios me hacen pensar, en cómo habrá sido todo Piura hace 100 años, cuando si bien ya se podía vivir con cierta comodidad, estas condiciones eran inalcanzables para las grandes mayorías.

Sullana en 1915, era una ciudad, tenía esa categoría desde 1868, cuando al parecer no se tomaba en cuenta como unas condiciones principales, las de sanidad y urbanismo exterior, sino básicamente la densidad demográfica urbana, y los méritos de la población congregada en espacios citadinos. En esa Sullana, que aún no se sacudía de la emoción de haberse convertido en capital de la provincia homónima, nació LOLA CRUZ DE ACHA, mujer de gran temple, que pasaría a la posteridad con su seudónimo de LA CAPULLANA.

Bautizada y registrada como Dolores Cruz Merino, abrió los ojos a la vida el 4 de junio de 1915, hija de don Miguel Cruz Herrada, primer farmacéutico piurano titulado en esa profesión en la más antigua de las universidades de América, y de Adelinda Merino Pérez Ases, hija de un combatiente distinguido de la Guerra con Chile, y combatiente en el Combate del 2 de Mayo. Su madre fue una genial autodidacta, poseedora de grandes conocimientos, y de una formación humanística insuperable, que le llevó a ser reconocida por diferentes instituciones en Sullana.

Lola Cruz Merino ha sido considerada como la primera folclorista de Piura, y como uno de los genios que se anticipó a conservar a través de la literatura, a un mundo que se perdía, intuyó acaso la Capullana, que como consecuencia de la intromisión violenta de la radio y de la televisión, las costumbres, y todo el universo de la conducta social se vería afectado? Lo cierto es, que hoy podemos recrear el mundo que ya no existe, a través de la gracia de su pluma ágil, que la ha mantenido perdurable entre sus coterráneos, y fuera del espacio regional piurano, que reconoce en Lola Cruz Merino de Acha, a uno de sus baluartes literarios.

Su seudónimo de La Capullana obedece a la valoración de lo nuestro, a reencontrase con sus raíces culturales, con esa herencia que se perdía del mundo tallán, sobreviviente sobre todo a nivel rural. Doña Lola valoró la creación cultural de sus antepasados, sabía que las culturas, son culturas vivas, que no mueren, que se recrean permanentemente, y que por eso había que retratarlas para evaluar su pureza, y compararlas a partir de los cambios que experimentaban, hoy, los antropólogos tienen en esta obra, un parámetro que los lleva a hacer comparaciones entre los cambios experimentados entre las colectividades que ahora están inmersas en las nuevas manifestaciones de la cuádruple vertiente de la pluricotidianidad, que en su momento ella retrató a través de su pluma.

Obras de Lola Cruz de Acha, La Capullana, son: Álbum de Estampas publicado en 1961, que como diría el recientemente desaparecido José Carlos Carrasco Távara,” deslumbró a la crítica literaria por su sencillez y fidelidad con que recreó arraigadas costumbres populares que de tanto verse y repetirse no habían sido objetos de culto para la literatura, sin embargo ella encontró que tales costumbres merecían ingresar a la cultura nacional y dio a la imprenta una acabada obra folklórica irrepetible e inigualable en su género”. Álbum de estampas fue reeditado en 1963, por el éxito que significó su primera aparición.

Juguetes Folklóricos de Piura, editado en 1966, se divide en 17 piezas de teatro, que hacen imposible decir que una no es igual en valor a la otra, y, Chaquiras de Huaco, editado en 1967, es un florilegio de 31 poesías cultivadas desde lo humanístico, terrígeno y filosófico.

Leer y releer su Álbum de Estampas, es como mirar a Sullana y a Piura en general a través de un retrato, está toda la familia piurana interviniendo a través de sus Juguetes Folklóricos de Piura y de sus Chaquiras de Huaco, que yo leí en mi infancia y adolescencia, y mantengo hasta ahora en sus primeras ediciones. Al respecto nos dice el literato César Toro Montalvo: “desde que pusieron en mis manos la obra de La Capullana, no he dejado de emocionarme por la intensidad que representan sus páginas. Heredera genuina de Sullana y de la cultura Tallán, Lola Cruz Merino de Acha, sin ninguna duda, confirma el rico acervo de tradiciones populares de Piura. en deslumbrante acopio de voces y acentos, pudo recoger el legado del habla de los tallanes, magníficos señores del campo piurano, del peón labriego, sonriente y laborioso, ese gañán que levanta chispas en el habla de Piura; incluso doña Lola, canta a La China de Catacaos, estampa de bella norteña, amén del pescador sechurano que se entrega a la faena de pesca, dorado y emotivo”.

Su vida se apagó en Lima, el 24 de setiembre de 1973 a la edad de 58 años. Como lo señalé en el 2004, con su deceso acabó una vida tan joven, y cuando aún podía entregarnos nuevas estampas, que seguimos representando en esta sociedad globalizada y de cambio societario lleno de disturbaciones culturales, cambios acelerados por las tecnologías de la información. Ahora que evoco su recuerdo, no puedo dejar de traer hacia mis evocaciones a Blanca Marroquín Meneses, a Elba Vásquez Romero “Mocha Vásquez”, y a su hija Amparo Tizón Cruz, quienes de manera magistral llevaron al escenario esas estampas que han deleitado a generaciones, y que ahora son llevadas a la escena por Maby Olaya Guerrero, una artista del teatro y la poesía que por la intensidad de sus representaciones, nos hace sentir junto a nosotros a La Capullana, que aún a 100 años de su nacimiento, vive para siempre entre los amantes de la literatura.

Miguel Arturo Seminario Ojeda/Presidente Honorario de la Asociación Cultural Tallán.