ERP. Con ocasión de celebrarse el 199° Aniversario de la Independencia del Perú, el Arzobispo Metropolitano de Piura Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., celebró la Santa Misa y Te Deum, donde ofreció sus plegarias y súplicas por el país. Se contó con la participación virtual de las más altas autoridades políticas, civiles, militares, diplomáticas y universitarias de la Región, así como de los miembros de las Asociaciones Cívico Patrióticas de nuestra ciudad.
Durante su homilía, Monseñor Eguren destacó que: "A lo largo de estos más de cuatro meses de emergencia hemos sido testigos de mucha incompetencia, indolencia y soberbia, lo cual ha evidenciado que el Estado, en sus múltiples niveles de gobierno, no es capaz de garantizar nuestra salud. Ello ha aumentado en los ciudadanos la desconfianza en la política y en el sistema democrático de vida que llevamos, lo cual es extremadamente peligroso. Cada quien tendrá que hacer un profundo examen de conciencia para reconocer la parte de responsabilidad que ha tenido en agravar una crisis sanitaria que, en el caso de Piura, llegó a su pico más alto entre la segunda quincena del pasado mes de mayo y se prolongó hasta mediados de junio. Cada quien tendrá que dar cuenta a Dios de sus acciones u omisiones, algunas de las cuales han tenido consecuencias irreversibles en la vida de muchas familias peruanas y piuranas. Esta crisis sanitaria aún no termina y puede reavivarse en cualquier momento sino tomamos ahora las medidas necesarias".
Arzobispo de Piura y Tumbes José Antonio Eguren
Asimismo, monseñor Eguren hizo un pedido: "En este nuevo aniversario de la Patria, a tan sólo un año de celebrar el Bicentenario de nuestra Independencia, hago un llamado al entendimiento y a la unión entre todos los peruanos y piuranos, especialmente entre las autoridades, para que puedan realizar un trabajo más coordinado en beneficio de todos, pero especialmente de los enfermos y de los más pobres de nuestra Región. Reitero: La crisis sanitaria que enfrentamos requiere del esfuerzo y trabajo conjunto de todos nosotros. Y esa unidad la forjaremos basados en nuestra común fe cristiana y católica, aquella que sella la identidad de Piura, tierra del Señor Cautivo de Ayabaca y de Nuestra Señora de las Mercedes".
Monseñor Eguren destacó que debemos aprender las lecciones que nos está dejando esta pandemia y poner manos a la obra para corregir cualquier error, omisión y negligencia: "¿Cuáles son estas lecciones que tenemos que aprender? En primer lugar, está la lección de valorar la bondad de la vida, así como su fragilidad. Comprender que la vida es un don de Dios, que el ser humano no es señor de ella, y que la vida es inviolable desde la concepción hasta su fin natural. Sólo así seremos más agradecidos y menos arrogantes, y trabajaremos con mayor dedicación no sólo por acoger la vida con gratitud, sino además nos esforzaremos por defenderla, curarla y promoverla. En segundo lugar, está la lección de trabajar juntos por el bien común superando el egoísmo, los intereses de grupo, y el individualismo que nos llevan a creer en una falsa autorrealización. Más bien de ahora en adelante debemos aprender a ser realmente corresponsables y solidarios, abrazando con especial amor y compasión a los más vulnerables y descartados. La pandemia nos ha recordado nuestra interdependencia y la profunda necesidad que tenemos los unos de los otros. Otra lección de la cual tenemos que aprender es la revalorización de la familia".
Finalmente el Arzobispo rindió un homenaje a todos aquellos que, con gran sacrificio, incluso de sus vidas, han estado y están en la primera línea de la lucha contra el despiadado enemigo del coronavirus (COVID-19): "En primer lugar a nuestros médicos, enfermeras y otros profesionales de la sanidad, también a nuestros policías, soldados, aviadores y marinos, a nuestros bomberos, a los miembros de los diferentes serenazgos municipales, a los integrantes del Sistema Nacional de Defensa Civil (INDECI), a los miembros de las rondas campesinas, y a los humildes pero importantes integrantes del servicio de limpieza pública. Ellos salieron a enfrentar a un enemigo invisible e impasible, para brindarnos a todos seguridad y tranquilidad. Ellos también han sufrido la muerte y el contagio, el dolor de ver compañeros fallecidos y enfermos, y a pesar de todo no han claudicado ni un solo momento, prodigándose en tareas que han contribuido al orden interno y al control de la pandemia".
Al finalizar la Santa Misa, con gran júbilo y amor por el Perú, se entonaron el Himno Te Deum y las sagradas notas de nuestro Himno Nacional.