ERP. La población peruana cumple con mucho esfuerzo y disciplina el aislamiento social dispuesto para controlar el Covid-19. Las autoridades desde el gobierno central, dirigen todas las acciones, emiten las normas necesarias para disminuir el impacto negativo en lo social y en lo económico y comprometen en esta decisión gubernamental a gobernadores y alcaldes de todo el país.
Todos tienen que trabajar, los del gobierno nacional, regionales y locales. Conociendo la realidad de España, Italia, y recientemente Guayaquil, no caben muchas opciones o se cumple religiosamente el aislamiento social o nos perdemos en el aplauso y los elogios impertinentes a riesgo que el virus se extienda sin control. Lo expresamos, por lo que vemos en algunas declaraciones y en la publicidad del gobernador regional de Piura.
Da la impresión, que se quiere aprovechar el momento para hacerse el sensible sin serlo, para aparentar que es muy laborioso y que incluso se dedica a llenar depósitos de agua, para simular mucha responsabilidad, cuando en realidad se rechaza a los profesionales que más saben sobre salud pública. Es lo que vemos en las acciones de un gobernador que se viene confundiendo de momento y pese a su condición de médico, prefiere el aspaviento peliculero, antes que el rigor de un trabajo serio.
En el caso de Piura, solo queda responsabilidad. Para exigir que las personas cumplan con el aislamiento; para controlar que solo funcionen las actividades estratégicas; para que se doten a los establecimientos de salud de la implementación suficiente para que pueda responder a una emergencia, para dotar de profesionales de la salud protegidos y seguros que sean la garantía de atención para casos severos.
No queremos un gobernador, que confunda sus funciones y competencias y cual campaña política, dedicarse a ser aguatero. Queremos al gobernador concentrado en la conducción de la crisis, en la supervisión y control de todo el territorio, en la fiscalización y vigilancia de lo que realizan las unidades orgánicas competentes. No queremos la pérdida del tiempo, ocupándose de actividades que no le corresponden y que solo es una finta innecesaria.
Tampoco debemos alegrarnos hasta el aplauso; la pandemia aún es impredecible y el país, se resquebraja en su actividad económica, donde pocos se quieren mojar y cobijan sus actividades como si fueran alimentos, cuando en realidad producen otras cosas no necesarias para el mercado nacional. El elogio y reconocimiento por lo realizado vendrá después de culminada esta etapa, no antes.
Lamentablemente la región Piura tiene un déficit considerable en infraestructura, equipamiento y recursos humanos para la salud de las personas. Otras regiones nos sacaron mucha ventaja, quizá por la mala representación que hemos tenido. Es por eso, que pasada esta crisis, que pasará si existe responsabilidad de todos/as, se debe tener la idea cierta de lo que requerimos, de lo que necesitamos, de lo urgente y prioritario.
Por lo tanto, no es época de aplausos y autoelogios y menos de finta, son tiempos de trabajar y trabajar con seriedad para eliminar esta pandemia. Aprovecharse de una enfermedad para sacar un provecho político indebido, es peor que el propio virus y ese virus, al igual que el Covid-19 deben ser eliminados de raíz.