ERP. El presidente de la República Pedro Castillo Terrones, después de mucho hermetismo, develó en un evento público en Ayacucho que su presidente del Consejo de Ministros era Guido Bellido Ugarte, un bachiller en ingeniería de la Universidad San Antonio Abad del Cusco y actual congresista por dicha región. Siguiendo con la normativa, esta nominación y la de los demás ministros, deberán sustentar sus políticas en el Congreso de la República.
Respecto al triunfo de Pedro Castillo se ha dicho mucho. Algo que se debe tener en cuenta, es que el resultado final de la segunda vuelta, la mayor cantidad de los votos obtenidos no pertenecen al Partido Perú Libre, sino fueron los de rechazo a una candidatura contraria que significaba un retorno al pasado, con todos sus elementos de distorsión y arbitrariedad conocidos.
Bajo esa lógica, Pedro Castillo Terrones, debe ser el responsable de realizar la lectura adecuada para la adopción de sus decisiones. Todo hace indicar que existen aspectos que buscan crispación en la clase política peruana y la decisión de nombrar a Guido Bellido Ugarte como Premier de la República tendría esa intención.
Bellido es congresista, pero eso no le da la experticia que se requiere para un cargo de esta naturaleza. Conocer el Estado y como funciona es fundamental para el éxito de un gobierno. En este caso, la persona escogida es alguien que como máxima experiencia es haber sido empleado del Instituto Nacional de Estadística del Cusco.
Pero no solo se circunscribe a su falta de experticia, sino a lo que representa mediáticamente el designado, quien sería cercano al cuestionado Vladimir Cerrón, un personaje con ideas retrógradas y poco aplicables a la realidad peruana. Aunque un cambio de sistema político es impensado, hubiera sido mucho mejor optar por un profesional de mejores características y que genere consensos.
Para analistas y estudiosos en un afán desmedido de confrontar con el Congreso de la República se ha escogido a un político con pocas credenciales políticas y por lo tanto vulnerable a otro tipo de intereses.
La Constitución establece que el presidente del Consejo de Ministros debe acudir al Congreso de la República con la finalidad de exponer y debatir ante la Representación Nacional la política general de Gobierno y las principales medidas a adoptar durante su gestión. El plazo es de 30 días; puede hacerlo antes pero no después. Hasta el momento Bellido no se ha pronunciado sobre el particular.
Si el Premier no obtiene el voto de confianza, deberá conformarse otro, pero dejaría a merced a la representación nacional, por cuanto, a dos censuras, la disolución es totalmente viable y se deberá convocar a nuevas elecciones. En este incierto panorama, las preguntas que se hacen son ¿Se expondrán los legisladores a terminar su mandato antes de lo previsto? ¿Otorgarán el voto de confianza a Bellido?
Y una última, en tanto desde las huestes de Patria Libre, se busca confrontar y no gobernar, quien llegará primero en su afán destructivo, los que ahora hablan de vacancia del presidente de la República, o los que pretenden presionar al Congreso con el prurito de la disolución. En ambos casos, el fin es el mismo y el perjudicado es y será el pueblo peruano.