ERP. Varias lluvias estacionales, han creado destrucción en diversas partes del país. No es la primera vez que los peruanos se ven envueltos en desgracias y lamentos por causa de las precipitaciones pluviales, y sobre todo por las decisiones equivocadas que se adoptan antes de estos hechos.
Ayer, cuando el país se conmovía por el accidente de tránsito sucedido en la Panamericana Norte; en la tarde en Chosica la muerte tocó las puertas de varios residentes en este distrito, que se ve afectado por enésima oportunidad con la caída de huaycos.
En Piura, tenemos mucha experiencia de los azotes de la naturaleza. En 1972, se destruyó parte de la ciudad y con mayor dureza el Fenómeno el Niño de los años 82-83 acabó con el incipiente desarrollo urbano de Piura, Sullana, Talara, y otras ciudades de menor densidad. La reconstrucción contempló recuperar lo perdido y además, construir drenajes pluviales.
Con las lluvias del 97-98, la naturaleza nos recordó que debemos acondicionar nuestro territorio a este tipo de acontecimientos; sin embargo, en el caso de Piura, Sullana, o Talara, los avances han sido insignificantes, las autoridades con su incapacidad han facilitado que los peligros se incrementen y la población por su necedad o necesidad ponen en riesgo su vida y sus pertenencias.
Cuando sucede una desgracia, se puede decir con certeza que tendrá el rostro de una persona pobre y con limitadas capacidades. Es aquel que se encuentra excluido o afectado por el sistema económico, el que se ubica en zonas vulnerables y son presa propicia para las desgracias.
En teoría el peligro es incubado por una decisión humana desafortunada. Esta precondición puede relacionarse con la existencia de fenómenos naturales que pueden devenir amenazas, o bien con fenómenos antrópicos que igualmente devienen peligro, y cuyo origen tiene que ver estrictamente con las actividades humanas que generan un mayor riesgo.
Es así, que como sociedad desarrollamos actividades e interacciones con el medio ambiente que pueden transformarse en peligros o amenazas. Aparentemente, todo es normal, porqué nadie les dice las consecuencias, cuando alguien se ubica con terquedad en una quebrada, en una hondonada, o en la vera de un río o en la contigüidad de un acantilado.
Después cuando llegan los fenómenos naturales ya es demasiado tarde. Es el caso de las lluvias o puede ser otro evento similar. Lo cierto, que es responsabilidad de autoridades no solo planificar su ciudad, sino hacer respetar estos planes para disminuir el riesgo y sobre todo los peligros.
En el caso de este diario, anteriormente nos hemos pronunciamos sobre la necesidad de controlar que la población se ubique en zonas vulnerables y riesgosas. Hemos sido testigos de este tipo de acontecimientos y sabemos de sus consecuencias adversas y abogamos por la disminución de los impactos negativos.
Igualmentese requieren decisiones asertivas para todas las obras públicas que se realizan y no como sucedió en la provincia de Huancabamba, donde se ha ejecutado muros de contención en el río usando una tecnología inadecuada. Dinero mal usado y el problema se hará mayor cuando la fuerza del agua se lleve los gaviones que se colocaron.
Una vez más, sugerimos a las autoridades asumir en serio la planificación urbana y realizar las acciones de previsión. Los damnificados de hoy, deben ser la lección para el futuro. Planificar y actuar antes del fenómeno natural, es preferible a llorar y lamentar después.