ERP. La desgracia llegó de sorpresa al territorio nacional. Un accidente dejó 38 muertos y más de 70 heridos; varios huaicos destruyeron parte de viviendas de Chosica y cobró 7 muertos y otros desaparecidos podrían estar en esa condición; en tanto en el Congreso de la República se presentó una moción de censura contra la Primera Ministra abogada Ana Jara Velásquez, acción que tiene su sustento en el seguimiento contra políticos, periodistas e incluso empresarios.
Lo realizado por la Dirección de Inteligencia Nacional –DINI- es grave y sería suficiente para la remoción del gabinete de Ana Jara Velásquez. En democracias sólidas ese es el consecuente Tras su presentación dejó en claro, que Ollanta y Ana Jara son totalmente culpables o totalmente ineptos para no percatarse lo que realizaba esta instancia de inteligencia.
Los argumentosn oficialistas son tan torpes, como la presunta ingenuidad o ineptitud si gobernante y Primera Ministra no sabían lo que hacía la DINI. Para ellos, es justificación el hecho que otros gobiernos realizaban “labor de inteligencia”. Es una tontería, sobre todo por la calidad de los investigados, quienes en su mayor parte son de la oposición, pero casi nadie de la omnipresente Nadine Heredia.
Ana Jara, cual boxeadora al borde de la lona, buscó estar presente en el accidente de Huarmey e igualmente en Chosica. Frente a las peripecias presentadas y la necesidad de la intervención estatal, ambas desgracias pretenderían ser usadas como salvavidas, y de esa manera minimizar la responsabilidad política en el “reglaje” contra políticos y periodistas.
El precario Congreso de la República, con congresistas renunciantes a sus organizaciones de origen y hábiles para la negociación, deberán decidir si censuran o no la Presidenta del Consejo de Ministros. Se dice que no existe consenso para la censura; pero igualmente por el lado del ejecutivo, no existe decisión para acabar con sus torpezas.
Ana Jara Velásquez, cuyo mérito es haber sido incondicional de la Primera Dama, debe retirarse del gabinete, por la salud democrática del país; lo contrario es acrecentar la crisis interna.
Falta aproximadamente un año para que este gobierno llegue a su fin, queda como lección el paso de la palabra empeñada a la traición del ideal que los encumbró. Ollanta, tras cuatro años ha sido incapaz incluso de estructurar mensajes coherentes y en su gobierno terminaron gobernando los grupos de poder. Del “futuro para todos” que usó en su campaña no quedó ni siquiera el cascarón.
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