ERP. Este 5 de abril se recuerda el infausto golpe de Estado que realizó el exmandatario Alberto Fujimori. Coludido con miembros de las Fuerzas Armadas y con el abogado Vladimiro Montesinos, urdieron un esquema de miedo, para justificarse de su malhadada medida. El tiempo demostró las reales pretensiones de un personaje oscuro, que ante la dificultad no encontró mejor camino que la fuga.
Como nos lo recuerda el Antropólogo Manuel Hidalgo León "El 5 de abril de 1992, bajo la presidencia de Alberto Fujimori, se da el autogolpe de estado, que cerró e intervino el Congreso, Ministerio de Justicia, Contraloría de la República, Tribunal Constitucional, Ministerio Publico, además de tomar ciertos diarios de oposición mediática, lo más fuerte fueron los arrestos contra políticos, empresarios, autoridades regionales; en general querían desaparecer toda opción de oposición, al final de cuentas todo lo sucedido resultó ilegal y violento".
Agrega Hidalgo León "En ese entonces el manejo de los medios y la promoción de un clima donde el aparato público era inservible, inteligentemenge gestionado por Fujimori y su asesor Montesinos, hicieron que el Golpe de Estado tenga el respaldo de la calle, de la población que desde ya era poco informada o creía ciegamente en la televisión y diarios que poco a poco ofrecieron solo prensa amarilla o comicidad ambulante para distraer la atención del pueblo".
Trayendo a la actualidad lo sucedido, Hidalgo nos precisa que "El Golpe provocó un debilitamiento institucional insuperable, 30 años después los efectos de tal vejación de las autonomías e independencias de poderes sigue sin sanar, aunque ahora no materialice como golpes de estado, los ocupantes de dichos poderes hacen y deshacen de las cuotas de poder para sacar ventas políticas con tintes personales, es decir la pura corrupción, herencia fresca del fujimontesinismo que supo mañosamente hacerse del poder por un poco más de una década"
"Debo señalar que el cuerpo militar después del 92 sabiamente dejó de involucrarse con los civiles para hacerse del poder y gozar malamente de los favores del ejecutivo como por buen tiempo sucedió con el padrinaje de Montesinos" agrega Hidalgo. .
Fujimori juró cumplir la Constitución Política del Perú de 1979; dos años después decidió enviarla al cesto, para gobernar mediante decretos leyes, hasta que se encontró una salida, donde parte de la población se alineó al cuento de la mano dura y la eficiente. Tras el golpe de Estado, miles de peruanos y peruanas, creyeron que tras la nueva realidad su situación mejoraría.
La Constitución de 1979 se logró tras grandes movilizaciones del pueblo peruano en contra de la dictadura militar; la aprobación del nuevo marco jurídico fue pensado para democratizar mucho más el Estado peruano y así se percibió tras la alternancia de Belaunde, Alan García Pérez y luego Fujimori. Nadie avizoró que ese personaje que derrotó a un laureado escritor, terminaría dando un golpe de Estado.
Perú es un Estado con una democracia débil y consecuencia de ello a través de la historia, diversos grupos buscaron caminos abreviados para hacerse del poder y gobernar vía dictadura. Las Fuerzas Amadas fueron mal utilizadas y se alinearon en prácticas antidemocráticas.
Si bien es cierto que el autogolpe fue un golpe de Estado diferente a los tradicionales, contó igualmente con las Fuerzas Armadas, quienes de manera institucional le permitieron mantenerse en el poder, pese al trastocamiento del Congreso al cual disolvió, a la intromisión del Poder Judicial, Ministerio Público y demás.
Quizá otra hubiera sido el futuro político de Fujimori, si lejos de dar un autogolpe para perennizarse, hubiera respetado las líneas matrices de la democracia. En un país con una memoria frágil el regreso al poder hubiera sido una constante. Pero prefirió el camino del atajo, antes que respetar la alternancia presidencial.
Pero no solo destruyó la institucionalidad, sino igualmente creo un clima de miedo y terror, bajo el argumento que luchaba contra Sendero Luminoso. Líderes sociales, sin ninguna cercanía con el grupo terroristas fueron intervenidos y hasta encarcelados, para evitar la protesta contra el régimen. Luego, hasta creó un grupo militar dedicado a deshacerse de presuntos enemigos.
Como consecuencia de ello, se mataron a indefensos estudiantes de la Cantuta, a pobladores de Barrios Altos y hasta campesinos de Pativilca. Por las matanzas primeras, el dictador cumple una condena de 25 años de cárcel, sentencia lograda tras una dura lucha de los familiares de las víctimas. La condena se dio después de ser extraditado de Chila, hacia donde llegó pretendiendo ingresar al país de manera subrepticia.
El juicio en su contra es de amplio conocimiento y terminó con una condena que lo llevó a una cárcel dorada. En este espacio ha envejecido, pero pese a ello, ha sido incapaz de pedir perdón a las víctimas y de pagar su reparación civil, en tanto, un grupo político formado bajo su inspiración sigue manejando algunas instituciones y lograron que se le otorgue un indulto. Es probable que la última sentencia del Tribunal Constitucional sea dejada sin efecto, por contravenir las disposiciones del Pacto de San José.
La lucha de muchas víctimas no ha sido fácil, porque tuvieron que enfrentarse contra fuerzas adversas y difíciles, es lo que hacen ahora recurriendo al fuero externo, tras una sentencia contradictoria y malhadada decidida por el Tribunal Constitucional con una mayoría de conocida tendencia política. Frente a este tipo de hechos, solo queda la reflexión que aún existen muchas tareas pendientes como país.
Han pasado 30 años de una realidad obviada y hasta olvidada. Tras la fuga de Fujimori del país al intentar gobernar por tercera vez, se vivió una crisis política que obligó a replantearse y lograr una mayor sostenibilidad como país; pero, como sucede siempre la fragilidad de la memoria es superior a toda necesidad de no olvidarse de lo negativo y evitar que la historia se repita.
Finalmente como lo indica Hidalgo León "si bien las instituciones no se logran recuperar como un efecto negativo del golpe, hay efectos que después de 30 años se han fortalecido como mecanismo de defensa llamado antifujimorismo que sabe y entiendo que una arremetida más del Fujimorismo no sería saludable para un país socialmente enfermo. Conocer nuestra historia reciente es saludable para en lo posible ser críticos y evitar pasajes como el del 92 que nada bueno dejó para nuestra Nación".