ERP. Viajar a Querecotillo y a Salitral en la década del 60 del siglo XX, era distraer la vista con un paisaje verde y blanco, mientras soñábamos que las bellotas irrumpieran como bellísimo albión. Era realmente un mundo mágico el que se tenía al frente, tan grato a la vista, que si hubiésemos tenido facilidades como ahora, de contar con un teléfono móvil para captar los instantes, hoy tendríamos grabado a ese mundo que ya no está.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Presidente Honorario de la Asociación Cultural Tallan
Querecotillo como gran parte del Valle del Chira, estaba sembrado de algodón, y tan verde se ponía el campo, que quienes lo contemplaron desde la Nariz del diablo, lo recuerdan como una alfombra verde, que parecía arrancada de "Las mil y una noches". Lo verde de nuestro valle, nunca se borrará de la memoria, sobre todo cuando evocamos a las apañadoras juntando las motitas de algodón, considerado, el oro blanco de Piura.
Las fotografías a colores estaban bien lejos de los bolsillos, tan lejos, que los pocos testimonios de esa pasada grandeza se registraron en blanco y negro, y pese a eso, no dejan de maravillar a los ojos sensibles que buscan en las imágenes, una recreación con el mundo que fue, y está lejos de ser el mismo.
Hoy Querecotillo y Salitral son inmensos platanales, ya no es una alfombra verde la que se divisa, es como si varias alfombras se hubiesen superpuesto una encima de la otra, porque, aunque parezca imposible, se nota el cambio en el espesor del campo, que ya no es, ni volverá a ser el mismo.
Querecotillo ahora exporta plátano, tan verde, que no dejamos de extasiarnos, cuando cientos de frutas, dan la impresión de ser alfileres encajados sobre una superficie que parece un imán, sobre el que se apiñan los plátanos, que después terminarán en chifles, o en las conservas que ahora se ofrecen en Salitral. Y los miles de plátanos que salen al exterior, ni que se diga.
Me pregunto, qué pasaría si resucitan los muertos que fueron sembradores de algodón, y que nunca imaginaron a sus tierras, solamente como inmensos platanales. Hemos leído artículos, donde se destaca la producción agrícola del valle, asociándola al algodón, tal como se describen en los boletines de la Sociedad Geográfica de Lima, y en otras publicaciones periódicas, donde los valles algodoneros aparecen con datos estadísticos de producción y exportación.
Se ha señalado que el auge del sembrío del algodón en el Perú, está asociado a la Guerra de Secesión de los Estados Unidos de Norte América, Estado algodonero, cuya producción decayó por la guerra. Así, en los valles de Ica, Piura y Lambayeque, empezó a preferir el algodón, mientras una ola de industrialización modernizaba el trabajo, en las grandes propiedades agrícolas.
Cuando en 1868, el naturalista Antonio Raimondi visitó el interior piurano, dejando una descripción de su recorrido, menciona las bombas de agua de gran potencia, que se habían instalado en las grandes haciendas de Piura, y posteriormente se lamenta, al enterarse que por causa de las lluvias diluviales de 1878, el río Chira cambió de curso, los hacendados se arruinaron, y las bombas de captación del agua para irrigar, quedaron lejos del nuevo lecho del río.
Que los cambios son buenos, no cabe duda, del algodón se pasó a la preferencia por el plátano, y no pocos prefirieron un tiempo el cultivo de arroz. Ahora se está pensando en otros cultivos, que probablemente resulten más rentables que el plátano. Esperemos, el tiempo lo dirá.
Diario El Regional de Piura