ERP. Pronto se cumplirán 200 años de la primera gran convocatoria ciudadana en el Perú independiente, hecho histórico de diciembre de 1821, decretado por el general José de San Martín, Protector de la Libertad del Perú, quien respetuoso de la voluntad popular, la convocó, para que se determinase la forma de gobierno, y se diera la primera Constitución, en el Estado que renació desde 1821.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
El camino de la democracia en el Perú, se inicia hace 200 años, cuando aparece el concepto de ciudadanía, asociado a la delegación del poder en nuestra sociedad, es decir, se inicia el gobierno representativo, que supone la participación de los ciudadanos en la elección de sus autoridades, el poder se ejerce desde entonces, con ese consentimiento, como quedó claro en la Constitución de Cádiz de 1812, cuando por decisión de la Constituyente que la generó, con participación de peruanos y americanos en general, de súbditos, nos convertimos en ciudadanos.
Este camino del fortalecimiento de la democracia en el Perú, desde su independencia hasta la actualidad, ha estado lleno de luces y de sombras, pero nada de esto ha hecho retroceder la voluntad de los peruanos, para vivir en democracia, y construir la ciudadanía, al modo de aceptar finalmente, que la democracia es una tarea comunitaria que demanda la participación de las mayorías, sin distingo de raza, credo, sexo, ideología, o cualquiera de los indicadores a través de los cuales, por razones de orden cuantitativo se segmenta a una sociedad.
Independencia y elecciones
Después de la proclamación de la independencia por el general don José de San Martín, la actividad electoral que se inició a fines del virreinato, continuó con los primeros años de la república, al convocarse al Congreso Constituyente que se reuniría en 1822. Y así, a lo largo de 200 años, como se viene evocando, al evaluar la ruta de nuestra independencia, entre 1821 y 2021, hay una serie de hechos, en los que la figura de los peruanos se inserta al comienzo, y mucho después las peruanas son también parte del protagonismo.
San Martín siempre fue respetuoso de la voluntad popular, por eso, en la proclama memorable del 28 de julio de 1821, se refleja que él no impuso la independencia, que el Perú era libre e independiente porque sus propios hijos así lo habían decidido en cabildos abiertos en la mayoría de las ciudades del interior, cuyas decisiones por la independencia obraban en copias remitidas al Protector de la Libertad del Perú.
Hay actas de casi todo el país, sin embargo, la decisión del norte fue mayoritaria. De todo Piura, el acta que se conserva hasta la actualidad, es la de Querecotillo, las otras son relaciones, y datos bien documentados que describen el suceso, pero hasta donde conocemos, la de Querecotillo es la única de las actas que se conserva de todo Piura. Han desaparecido casi todas, incluida la de Sullana, teniéndose referencias de lo acontecido en la localidad de La Punta, por los datos que aparecen en los expedientes de reconocimiento de la categoría oficial de pueblo, y la elevación a la categoría de villa.
San Martín consideró que esta causa era justa y que Dios la defendía, como lo expresó ese día en la Plaza Mayor de la Ciudad de los Reyes. Sobre el acontecimiento se ha escrito mucho, y existe documentación abundante. En el 2021, pese a las incidencias de la pandemia que se vive, nada ha impedido que se evoque lo acontecido en 1821, ya que las modernas tecnologías de la información han hecho posible que el Perú se conecte a través de la televisión e internet, para vibar todo entero, por el bicentenario de la independencia.
La celebración del Centenario fue diferente. El Jurado Nacional de Elecciones conserva en su Museo, una serie de objetos y medallas asociados a la conmemoración de este acontecimiento en 1921, año en que el Centenario fue celebrado por el gobierno de turno y en todo el Perú por las instituciones asociadas al quehacer cultural y cívico. Entre los objetos se cuenta con un facsimilar del acta de declaración de la independencia, y con medallas conmemorativas por las constituciones, así como con un conjunto de imágenes, estampillas, y diversos sellos que se usaron en la documentación oficial después de la proclama del 28 de julio de 1821.