ERP/N.Peñaherrera. Esta semana ha sido noticiosamente interesante acerca de cómo abordamos la violencia contra niñas y mujeres.
A nivel nacional, el Congreso aprobó el jueves la ley que convierte en delito al acoso sexual callejero, noticia que a muchos varones les ha caído de la misma forma que a niño renegado cuando se le pide comerse todas las verduras.
Muchos se quejan de que ahora ni siquiera podrán alabar la belleza femenina. Obviamente la ley no dice que no se pueda piropear; lo que prohíbe es que disfracemos la ofensa machista como piropo, en un afán de demostrar la equivocada percepción de que la virilidad es sinónima con la estupidez y la ausencia de creatividad.
La otra noticia es de corte local. Se trata de la necesidad de que la segunda provincia más influyente de Piura tenga una casa refugio para las mujeres que han sido víctimas de violencia, que han denunciado, que no pueden regresar a casa porque podría irles peor y que necesitan un amparo físico (además del legal) para que luchen por sus derechos.
Claro está, también depende de que los operadores de justicia actúen con… ¡justicia!
A finales de enero, la presidenta de la Sociedad de Beneficencia Pública de Sullana nos contó sobre el tema, y le prometimos apoyarla con la incidencia (¡plop!... disculpas por no haber llamado esta semana), y el argumento para pedir que la casa refugio se concrete es simple: si no propiciamos el espacio para que la mujer se anime a romper el círculo de la violencia, las consecuencias podrían ser mortales.
No es exageración. Solo esta semana se denunció un intento de feminicidio –el crimen en el que Perú es líder- en Santa Sofía (Ignacio escudero).
Cerca, en Cerro Mocho, el Círculo de Acción Local (CAL) de Un Billón de Pie está recogiendo información alarmante sobre cómo los varones se relacionan con las mujeres.
Para muestra un botón: muchos se oponen a que éstas trabajen, incluso habiendo obtenido un título profesional. Aclaro que estoy adelantando conclusiones de la línea de base que están haciendo por allá, pero cualquier parecido con la realidad, no es pura coincidencia.
el acoso, la casa refugio, el intento de feminicidio no son hechos aislados. Son componentes de una realidad que estamos esforzándonos en hacer invisible o etiquetar como ‘normal’ en el colmo de nuestro cinismo machista.
Alrededor, los asaltos, las extorsiones, las amenazas de muerte. Todas, formas de imponerme al otro y la otra mediante el uso de la violencia como primer recurso, pues no tengo ni la capacidad ni la iniciativa para entender que lo que quiero en la vida lo debo conseguir por mi propio esfuerzo, no agrediendo al resto.
Si acabamos con la violencia hacia niñas y mujeres, ¿nos traemos abajo el resto de manifestaciones de violencia que existen en nuestra comunidad?
Piénsalo seriamente, sin necesidad de escuchar esa música que te incita a usar a tu chica como muñeca de plástico, y sin tener que recurrir al alcohol pa’ entender mejor la situación. Hazlo por tu cuenta y riesgo.
Como digo siempre, soñamos con el primer mundo, pero nos comportamos peor que las especies que salen en los documentales de la tele (que no es basura).
Por si acaso, no estoy olvidándome del otro caso de acoso que se denunció en cierta dependencia pública. que la justicia haga su parte (pero en serio). Mi cuestionamiento es contra quien debió filtrar a todo el mundo.
El problema es que si el filtro ya tiene una condición preexistente, ¿qué podemos esperar de la selección?
¡Madre mía! ¡Sí que nos hace falta la casa refugio!
(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)