ERP/N.Peñaherrera. Hace dos días hemos observado el Día contra la Trata de Personas, este delito que consiste en captar y transportar con engaños a un individuo para explotarle de diversas maneras, anulándole cualquier alternativa de contacto o libre tránsito.
Piura es una de las regiones de captación, tránsito y llegada más fluídos del país, pero, a juzgar por la estadística de un medio limeño, no figura entre los tres primeros lugares (menos mal).
Sin embargo, eso no significa que se relaje la guardia frente al combate de este crimen internacional; al contrario, como dije antes, sospecho que hay un sub-registro basado en lo permeables que son los puestos fronterizos, así como sus operadores de justicia… mejor dicho, y sus operadores de justicia.
El problema radica en que la gente aún no toma conciencia de lo pernicioso que este esquema luce, y en ello podría estar contribuyendo cierta publicidad bien intencionada pero mal planteada.
Toda esta semana oí por la radio un interesante comercial producido por la reconocida –por lo menos en los círculos de comunicación alternativa- Radialistas. La verdad son piezas muy bien trabajadas en cuanto a sonoridad.
Solo hay un detalle que no me cuadra en todo su planteamiento: los malos siempre son o los ricos o los turistas ‘gringos’, todos varones.
¿Cuál es el ‘modus operandi’ detectado en Piura?
Quienes captan, usualmente, son mujeres mestizas, no siempre blancas. Son las que calificaríamos como las vecinas siempre prestas a ayudarnos.
La mayor parte de las personas captadas son mujeres de la serranía piurana, en especial la provincia de Huancabamba.
A propósito, una nota no tan al pie: cierta fuente del Ministerio Público me ha comentado que en esta provincia, así como la de Morropón, parece haberse incrementado la cantidad de delitos contra la libertad sexual, principalmente en zona rural. No es la primera vez que escucho una información relacionada con este aspecto, y ahí la suelto para ver si alguien reacciona. Sigamos.
Estas chicas van a dar a bares en las zonas periféricas de las ciudades más pobladas de la costa del departamento, bajo el viejo sistema de acompañarte en la mesa, forzarte a consumir mucho licor, y de ser posible, terminarte acostando con ella a cambio de darles dinero.
La mayor parte de usuarios no siempre son ‘gringos’ ni tienen mucha plata, aunque se comporten como tales, sino que son lo que llamaríamos el típico vecino del barrio: gente mestiza, que tiene problemas para llegar a quincena o fin de mes, con educación casi completa.
Por supuesto, no hay que ignorar a los clientes con título, diplomado y tres tarjetas de crédito que van a lugares más ‘exclusivos’, pero que no siempre caen en la estereotipación del ‘spot’ de Radialistas, donde siempre los blancos y ‘gringoss’ son malos, y los mestizos e indígenas son buenos e inocentes.
No puedo precisar el impacto que ese metamensaje puede tener en la audiencia porque necesitaríamos conducir un estudio, pero de primera mano puedo decir que alienta la doble moral.
(Continuará…)
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