ERP/N.Peñaherrera. No hay peor cosa que escribir estando agripado. Por más que uno quiere concentrarse en buscar una línea argumental para componer una ídem, nada, parece que tu cerebro se ubica en tu garganta acosquillada y finalmente pierdes la concentración.
Y la pierdes porque te pones a hacer retrospectiva. ¿en qué maldito momento el cuerpo se vio sometido a un súbito cambio de temperatura? ¿Quién está esparciendo los virus por el aire? ¿Por qué la gente estornuda donde sea y como sea?
En fin, mil preguntas que te distraen de tu objetivo: escribir una columna.
Y recurres a los tés calientes, porque es mejor poner a prueba tu sistema inmunológico en vez de optar por la última salida que son las pastillas. Además, la literatura dice que tomar mucho agua es mejor que automedicarse.
¡Tos! Cortas la redacción, relees para saber por dónde iba la cosa, borras bloques de texto, reescribes.
¿Y si la cosa empeora?
¿Emergencia del Hospital? La loseta de la pared es más cálida que el personal.
¿Sistema privado? El té, definitivamente, es una opción más barata y saludable. Porque si además de la gripe agregas el estrés por lo que te va a salir la visita, bueno.
No quieres escribir. Te provoca dormir. Pero si duermes, no produces. Si tratas de dormir, igual te levantas a cada rato a expectorar.
¡Es una vaina escribir con gripe!
Pero, veámosle el lado positivo: hasta con gripe te puede salir una columna. ¿O no?
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)