ERP/N.Peñaherrera. Aunque no lo demuestren públicamente, asumo que el terror de empresarios y emprendedores debe ser empezar un trabajo en cualquier localidad, digamos con muchas necesidades básicas insatisfechas, y de pronto recibir a una delegación local con una lista de obras que ejecute a cambio de dejarla trabajar sin protestas.
Si no son obras, el pedido es más directo: empleo, no importa que la gente no sepa ni jota del trabajo a ejecutar, con tal de recibir sueldo a quincena y fin de mes.
También están las empresas que, sabiendo que su actividad va a traer ciertos perjuicios, ponen el parche ofreciendo tanto obras como empleo.
El eufemismo para este tipo de relación se denomina responsabilidad social.
Entiendo que el concepto es otro; invertir en satisfacer ciertas necesidades de la población compensando el impacto de las operaciones de la empresa.
Es lo mismo, pero mejor estructurado.
Lo que podría ser una suerte de come y calla o hasta de chantaje emocional, crea una relación de dependencia que resquebraja la democracia.
La satisfacción de necesidades básicas no es responsabilidad de las empresas sino de los gobiernos. Si acaso una empresa, al satisfacer sus necesidades satisface las de terceros, a buena hora, se le agradece y que se le deduzca de impuestos, pero reemplazar el trabajo de las autoridades no es el trabajo de los empresarios.
Las empresas, en general, básicamente generan riqueza y prosperidad, de la que un porcentaje se paga en tributos e impuestos.
Éstos van a las arcas gubernamentales, desde donde deben reinvertirse a las comunidades en base a diagnósticos de necesidades previamente hechos. Pero ésa es chamba de autoridades, no de empresarios.
Por supuesto que el gobierno debe evaluar si la actividad empresarial generará beneficios integrales, no solo económicos, antes de darles entrada; pero la realidad nos demuestra que muchas autoridades ven la plata primero y las consecuencias después... cuando ya no estén en el poder.
Dejar que las empresas hagan la chamba de los gobiernos es peligroso, porque a la larga el sistema democrático escapará al control del pueblo, y será potestad del empresariado. Aunque no es oficial, se dice que las patronales tienen bajo control al gobierno nacional en la actualidad.
No digo que sea malo que las empresas inviertan. Lo que pienso como negativo es que se les deje tomar atribuciones que no le competen, que se le endose chamba propia del gobierno y la comunidad.
Lo que sí creo es que además de los impuestos y la generación de empleo calificado, la responsabilidad social de las empresas podría ser influir en la comunidad para que su gobierno y su población mejoren sus condiciones de vida, pero no bajo un régimen supletorio, sino indirecto.
Ya lo dije, los impuestos son un ejemplo, o sugerir (no imponer) programas de estudio que genere opciones laborales a su favor, o compartiendo su experiencia con sectores clave del gobierno para que éste mejore condiciones de vida.
Pero reemplazar lo que se eligió democráticamente, de ninguna manera, y la población no debe dejar que ello suceda.
(sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)