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Lun, Dic

Los cuatro fantásticos

Nelson Peñaherrera
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nelson penaherrera castilloERP/N.Peñaherrera. Los incendios parecen estarse haciendo noticia corriente. Recuerdo que antes era una cosa rara, pero ahora todas las semanas, si no los veo por los medios, las sirenas me lo recuerdan todas las veces que corren a lo lejos, pidiendo desesperadamente que los mototaxistas les den pase.

Si seguimos con la tasa de casi un incendio por semana, cuando menos, necesitamos reforzar urgentemente nuestras estaciones de bomberos, que, en nuestro país, realizan su labor de forma voluntaria, sin recibir nada más que la indiferencia y hasta la agresión de nuestra comunidad.

Sin embargo, cuando la emergencia aparece, suelen ser más diligentes y rápidos que la propia policía.

A pesar de la publicidad, sigo pensando que el 116 siempre será más confiable y presto que el 105, especialmente durante las madrugadas.

La del último Día de la Madre, un incendio redujo a cenizas varios puestos del mercado en la parte alta de la ciudad de Paita.

Dicen los comerciantes que no es el primero que se produce.

La Compañía de Bomberos local pudo contenerlo, pero con ayuda de sus pares en Sullana y en Piura.

¿Fue aquel incendio demasiado grande para manejarlo? No.

La Compañía de Bomberos Voluntarios de Paita solo tiene... cuatro integrantes.

Paita no es un pueblo, sino una ciudad, capital de provincia, y la salvaguarda de unas 100 mil personas en todo ese territorio depende de la efectividad de este cuarteto.

¿Es tan complicado enrolarse en el voluntariado bomberil que no se supera esa marca?

Sullana tampoco anda bien: apenas tenemos 35 bomberos para una ciudad de 125 mil personas y una provincia de más de un cuarto de millón.

Hablando solo en términos de la ciudad de Sullana, excluyendo Bellavista (por criterios estadísticos, por si acaso), eso significa un bombero por cada 40 mil habitantes... eso es, más o menos, un voluntario por barrio.

Encima, las estaciones no están implementadas al nivel de las emergencias que suelen ocurrir en nuestras comunidades, y son una fuerza que nos hace mucha falta durante éstas. Por éllo, debe dárseles máxima prioridad.

Asimismo, creo que uno de los puntos críticos es incrementar la cantidad de voluntarios.

Nuestra sociedad está dejando de apreciar el valor del voluntariado, de hacer una labor por el resto a cambio de nada, por el puro gusto de servir, porque hace falta cubrir un espacio por simple solidaridad.

Ésa es la palabra clave.

Somos capaces de gastarnos medio sueldo en tiendas por departamentos que explotan a su personal, o en un fin de semana juerguero, pero tenemos una alta incapacidad para ponernos por un momento en los zapatos de la otra persona.

Tenemos los bolsillos llenos de billetes, pero el corazón vacío de entrega.

Seguimos buscando la satisfacción en lo que los sentidos pueden verificar por puro placer, pero olvidamos que la realización del ser humano casi nunca es material.

Obviamente que para ser bombero no basta con quererlo. Hay ciertos requisitos físicos y psicológicos que hace falta cubrir, pero no es la única manera de hacer voluntariado en una comunidad.

Hay varios espacios donde la gente nos necesita, y donde nuestra indiferencia está resquebrajando el desarrollo que la macroeconomía nos restrega.

Si no reconocemos nuestros talentos, será imposible que sepamos cuáles son esos espacios existentes o por crear, donde dar un poco de nuestro tiempo, talento y dinero para que el resto viva mejor, o supere las emergencias.

Hacer algo a cambio de nada es otra asignatura pendiente donde vivimos.

Sí, suena difícil de procesar para una mente monetizada; pero el mundo va más allá de lo que se puede comprar.

Lo mejor de este planeta es, de hecho, aquello que no puede transarse por dinero.

(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)

 

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