ERP/N.Peñaherrera. ¿Realmente son canciones de amor?
El tema recurrente de la cumbia, incluyendo las canciones de Corazón Serrano, es el amor; mejor dicho, el amor no correspondido, o traicionado, o maltratado.
La Psicología le llama amor patológico, es decir, donde la relación no parte de un referente positivo sino de una degeneración en las relaciones interpersonales: la dependencia emocional (Díganle, de Corazón Serrano), la desvaloración del honor (Amor pirata, de Los Villacorta), la discriminación por sexo, o la exaltación absoluta de la apariencia externa (Cucumix, de Los Caribeños, que aplica para ambos casos).
En consecuencia, la persona busca la destrucción de lo que amó (Lárgate, de Hermanos Yaipén; A llorar a otra parte, de Grupo 5) o la autodestrucción (Me emborracho por tu amor, por varios artistas).
La construcción de estas relaciones 'con defecto de fábrica' no siempre termina bien, y así van de la empalagosa poesía al insulto abierto pasando por el luto mal cerrado.
¿Y existen las relaciones perfectas basadas en el amor, o influidas por el amor, mejor dicho? Sí, existen.
La Psicología no tiene un consenso al respecto, pero profesionales con quienes conversé en Piura, coinciden en que una relación interpersonal de cualquier tipo siempre tiene tres componentes vitales: la libertad, la amabilidad y el respeto.
La libertad se entiende como el rango de decisiones que se toman sin depender de nadie pero asumiendo con responsabilidad la relación que tenemos con las personas que conocemos (y que queremos), reconociendo su propio espacio de realización.
La amabilidad se refiere a las buenas maneras que existen de forma espontánea (no forzada) entre las personas, y que dan un sentido de confianza y valoración positiva; por lo tanto, constructoras de personalidades sólidas.
El respeto consiste en reconocer la dignidad de la otra persona de tal modo que jamás la dañaríamos, o haríamos todo lo que esté a nuestro alcance para no hacerlo, incluso prevenirla y alejarla de peligros potenciales.
Si al leer ésto sientes tranquilidad y hasta un amplio respaldo, podríamos decir que eres capaz de construir relaciones interpersonales positivas e influidas por el amor, que yo defino como el grado en que conoces a alguien al punto que te identificas con él o con ella. Ojo, no es compasión, sino comprensión y solidaridad.
Si al leer ésto sientes el efecto contrario, algo malo está pasando contigo y necesitas ayuda profesional.
Mucho más si escuchas con frecuencia canciones donde se exalte el amor patológico o enfermizo, mal planteado. Como dije arriba, la cumbia abunda en estos temas, y como también dije antes, con el propósito de vendernos un pernicioso estilo de vida en lugar de arte.
La consecuencia inmediata, como también lo dije anteriormente, no es superar la causa de mi problema sino retroalimentarlo. De hecho, cuando te deprimes, psicólogos y psicólogas recomiendan no escuchar música romántica, no ver noticias trágicas y evitar cualquier referencia que active la memoria por asociación a lo perdido.
Así, se puede transcurrir naturalmente los procesos del luto hasta sanarlo por completo.
Pero, si se insiste en el activador o disparador de la sensación negativa, será difícil curarse, y las consecuencias podrían ser... mortales.
CONCLUSIONES
Primero: No podemos pedir la erradicación de la cumbia si es que tiene mensajes perniciosos para nuestra salud mental, porque atentaríamos contra un principio muy perseguido por la comunicación social: la libertad de expresión. Que una persona o unas personas no la usen constructivamente es una responsabilidad que tendrán que afrontar por los canales adecuados. Sin embargo, en tanto mercado sí tenemos el poder de condicionar la oferta que recibimos y exigir su modificación so pena de no consumirla, lo que sería letal para cualquier industria. Aprendamos a usar este poder con la finalidad de que la música sea arte que contribuya a una mejor convivencia social, una cultura de paz y la erradicación de todo tipo de violencia.
Segundo: En las condiciones actuales, el desafío de la industria de la música y de los medios de comunicación social es reflexionar sobre su responsabilidad frente a la salud mental de su público. Sin anular u obstaculizar el ejercicio de la libertad de expresión, tales industrias deben pensar seriamente cómo estimulan a que sus sujetos decodificadores reflexionen sobre el estado de su psique y tomen las medidas más adecuadas para evitar o curar condiciones que les hagan daño.
Tercera: es también responsabilidad de cada persona el tomar control sobre todo aquello que consume, eligiendo lo que le beneficia de verdad y rechazando lo que no. En otras palabras, educar el libre albedrío, la voluntad de decidir correctamente, en base a información, contraste y activación del estado de alerta. De este modo, ante estímulos negativos, se hará menos proclive a sufrir afectación o influencia por parte de ellos.
RECOMENDACIÓN
Hace algún tiempo, la industria de la televisión peruana adoptó el llamado semáforo que advierte el grado de censura de los contenidos de un programa en particular. La industria fonográfica, al igual como en otros países, debería asumir sistemas de autocontrol de contenidos, de forma proactiva. Lo mismo para la radio. Si no existe la actitud de tomar medidas, queda la mano libre para que la ciudadanía promueva las herramientas legales destinadas a protegerles, y sancionar si cabe el caso, cuando sientan que su tranquilidad y su salud se pongan en riesgo.
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