ERP. Los jóvenes universitarios quienes fallecieron recientemente en un accidente de tránsito, fueron sepultados por sus familiares en medio de un profundo dolor y comprensibles lágrimas de sus familiares y amigos. Los cuerpos de Roy Piero Cornejo Carrión y Carlos Barba Culqui, compañeros de toda la vida, fueron sepultados en el cementerio Jardines de la Resurrección de la ciudad de Sullana.
Ambos compartieron responsabilidades, obligaciones, sueños y aspiraciones desde sus épocas de estudiantes, terminaron juntos en el colegio Santa Rosa, se separaron para seguir sus estudios universitarios, se encontraron para festejar después de la Navidad y por esos indeterminismos de la vida, esta se acabó de manera violenta, cruenta y trágica. Se fueron juntos, dejando muchos recuerdos entre sus amigos, muchas vivencias entre sus padres y familiares.
Previo al adiós final, ambos cuerpos fueron llevados a su alma mater y en la parroquia del colegio Santa Rosa, se realizó una misa de cuerpo presente. En la homilía se recordó que pertenecieron a la Promoción LXXII 2015, en tanto otros tantos jóvenes participaban de esta ceremonia, con mirada de incredulidad y dolor. Perdieron a dos amigos, dos compañeros de estudios, dos contertulios de su juventud.
Muchos amigos con camisa blanca, son el reflejo de la pureza de estos jóvenes. Cargan los ataúdes, lo hacen con serenidad, lo hacen con tristeza, no pueden evitar las lágrimas. Se abrazan entre sí, para reconfortarse, para serenarse, los mensajes bíblicos escuchados en la homilía invocan justamente a entender el designio divino, pero son palabras, palabras que contrastan con los sentimientos del momento. Soportar un momento dramática de esta naturaleza, es duro.
Entre los presentes cuentan sus historias, comentan, analizan el trágico día y hasta se plantean reflexiones para su vida misma en el futuro; si, una muerte por muy trágica que sea, siempre lleva lecciones de vida. La muerte de Roy y Carlos, es triste, es mediática y es aleccionadora para muchos jóvenes de la región Piura y el país en general. Evitar que la euforia festiva, supere la racionalidad.
Los restos de Carlos Barba Culqui partieron de la calle San Juan de la Urbanización Santa Rosa, mientras que Piero Cornejo Carrión partió desde la calle Maximiliano Frías. Con ellos, los seguían mustios y tristes, sus amigos de siempre, sus padres quienes aún no se resignan al dolor. Las coronas de flores, complementan el vehículo que transporta los cuerpos sin vida de estos dos jóvenes.
Si la misa fue triste, la marcha al cementerio dolorosa, los cuerpos frente al lugar de su sepultura produjeron un sentimiento mayor de tristeza y melancolía entre los presentes. Recién, si sólo recién, sus alegrías fueron las propias de sus familiares y amigos, y hoy, parten hacia el más allá, dejando una estela indescifrable y de sentimientos inevitables. Ellos han fallecido físicamente, pero se mantendrán en el recuerdo, se escucha decir.
Al final, los llantos se incrementan al compás de la sepultura. Roy y Carlos, ya no están con los presentes, tampoco gozarán de sus alegrías, de sus ocurrencias de sus logros, los tendrán en su memoria y los evocarán cuántas veces sea necesario. Los padres agradecen tanta generosidad de los asistentes y contrastan que los sentimientos pueden ser comunes y aliviar, aunque sea insignificante, el dolor que implicar ver partir a un hijo.