ERP. (Por Luis Iparraguirre) Existen casos paradigmáticos y este es uno que merece destacarse. Cuando Jovita Vásquez cursaba el segundo grado de primaria le resultaba imposible entender a la profesora de su colegio. Y esto no era por incompetencia académica, mucho menos por desinterés. El problema que tenía ella lo tenían todos sus compañeros: no sabía hablar español.
En el centro poblado Fernando Stahl, ubicado en el distrito de Tahuaria, en la provincia de Atalaya, región Ucayali, aún conservan su lengua originaria: el shipibo conibo. Sin embargo, la enseñanza básica era imposible ya que ningún profesor hablaba esa lengua originaria. Por ello, el primer paso era hacer que los niños sean bilingües.
“El problema que existe en las escuelas interculturales, bilingües, es justamente el idioma. Es gracias al idioma que uno puede conocer a otro ser humano, de una cultura diferente”, nos comenta Jovita, quien se ha convertido en la primera peruana en sustentar su tesis de maestría en su lengua natal: el shipibo conibo.
“Recién en tercer grado de primaria pude hablar el castellano. La profesora buscaba formas lúdicas para enseñarnos el idioma, nos hacía cantar, hacía uso de las mímicas, y era fácil, de esa manera, relacionar una palabra con su significado”. Es gracias a esa profesora que Jovita se interesó por la docencia y, ahora, es la primera profesora universitaria de su pueblo indígena.
El título de su tesis es “Formación Profesional y Desarrollo De La Mujer Indígena En La UCSS–Nopoki, 2018", con el que ha obtenido la nota de ‘Cum Laude’, máxima calificación posible, y con el cual logra finalizar su maestría en Educación con mención en persona, familia y sociedad a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia.
Jovita tiene como premisa para la enseñanza que comprender la realidad de una sociedad es un elemento básico para poder enseñar en ella: “Tenemos que entender que es muy importante conocer la cultura de los niños y su lengua materna. Es así, entendiéndolos, es que vamos a enseñar mejor”.
La shipibo conibo culminó sus estudios de primaria a los 11 años para luego abandonar la escuela por no existir, dentro de su comunidad, un colegio que dictara el nivel secundario. Por ese motivo, estuvo dos años en el limbo académico, hasta que decidió mudarse a otra comunidad.
“Estar lejos de mis padres a tan temprana edad fue muy difícil. Eso me afecto emocionalmente. Aunque eso me dejó la experiencia de independizarme cuando solo tenía 13 años”, nos comenta, recordando que pudo culminar la secundaria recién a los 18.
Jovita, ahora 41 años, es profesora intercultural bilingüe en la Universidad Católica Sede Sapientiae, sede Nopoki en el distrito de Atalaya, Ucayali. A lo largo de su vida vio que la enseñanza era una herramienta indispensable para el desarrollo de una comunidad.
“¿De qué maneras aportas para mejorar tu país? Al hacerme esa pregunta, yo mismo respondo que busco ayudar a los demás, para poder crecer de manera personal y profesional”, nos dice mostrando su alma altruista.
Recuerda, además, que cuando mostraba en público su interés por ser docente muchos amigos la desanimaban. “Mucha gente me decía pero porque quieres seguir esa carrera, si los profesores son mal pagados. Pero a mí no me importaba, yo pienso que es muy importante el tema económico, pero el llamado que uno siente también es importante”.
La profesora universitaria comenta que el hecho de sustentar su tesis en su idioma originario hace que todos conozcamos más la cultura Shipibo Conibo y su lengua materna. “Este es el momento para decir aquí estoy, estoy presente, soy del pueblo originario Shipibo Conibo, miren el valor que tenemos, las lenguas originarias, las tradiciones, ¡yo quiero ser escuchada!”
“Me siento muy alegre. Siento una alegría inmensa. Palabras me faltan para expresar mi alegría. Reconozco que este logro no se habría hecho realidad sin el sacrificio: no dormir bien, no estar con la familia, estar lejos de casa, hay muchas cosas que dejamos de hacer para poder lograr cosas buenas”.
Jovita Vásquez es la quinta de ocho hermanos. Ninguno es profesional, salvo ella. Aprendió el español a los 8 años y sustentó, hace unos días, su tesis en su idioma natal. Postuló dos veces a un instituto de Ucayali para estudiar Matemáticas y Contabilidad. En ambas ingresó. Pero fue la docencia que la atrapó.
Al despedirse, comenta que este es solo el principio. Que incluso la maternidad ha tenido que ser postergada por la deuda que siente para con el pueblo que la vio nacer. “Sé que las cosas no terminarán aquí. El compromiso que tengo con mi pueblo es seguir esforzándome. De hacer bien las cosas. De seguir estudiando. De prepararme mejor. De seguir difundiendo la cultura de mi pueblo”, no dudamos que lo logrará.