ERP. Discrepamos de los informes de 100 días y todo otro acto que pretenda decir en palabras lo que en acción aún por el poco tiempo transcurrido, no se evidencia. Las autoridades regionales y municipales, tienen un periodo de 4 años y es en ese rango, que permitirá evaluarlos si cumplieron o no, con aportar crecimiento y desarrollo en sus territorios.
El objetivo de esos 100 días, alguien podría explicarlo; nosotros no encontramos razones para su efectividad. El seguimiento, evaluación y monitoreo, debe ser una práctica de gestión y puede ser desde el mismo momento que se asume una responsabilidad; para ello, no se requiere realizar actos mediáticos como los que se vienen repitiendo en distritos, provincias y regiones.
Igualmente, están fuera de la rigidez de los 100 días, la necesidad de interactuar siempre con la ciudadanía. Esto sí debe ser constante y planificado. Existen prácticas democráticas, donde se programan actividades para obtener un real diagnóstico y propuestas desde la ciudadanía. El presidente regional de Piura, lo viene haciendo en sus desplazamientos por provincias y como herramienta para una mirada más objetiva, estas reuniones son valiosas.
Es diferente, evaluar a una autoridad desde la perspectiva de la planificación del territorio. Generalmente, cuando una gestión asume un cargo, prima el entusiasmo y la proliferación de ideas que en algunas oportunidades se materializan y en otras no pasan del anecdotario.
Los documentos de gestión técnico normativos, como sería por ejemplo un Plan de Desarrollo Estratégico para una gestión regional o un Plan de Desarrollo Urbano para un espacio poblacional, generalmente no se cumplen a cabalidad. Se diría que es un problema nacional.
En el caso de la región Piura, el Plan de Desarrollo Estratégico, es más un documento para cumplir formas o requisitos que para una gestión adecuada y previsible. Se encuentra desarticulado en la gestión presupuestal y financiera, y sobre todo de mecanismos como el presupuesto participativo, donde cada agente participante pelea y lucha para hacer realidad, “sus proyectos” que muchas veces no lo son de todos.
En tanto, excepto estudios separados, no se sabe cómo será la región en el futuro. No se conocen, porque entre las competencias, la región interviene en su territorio; sin embargo, los ministerios hacen lo que quieren en él, sin comunicar nada a nadie. A las autoridades regionales, no les interesa mejorar el marco normativo; si les interesa estar de “mendigos” tocando puertas en el Ministerio de Vivienda o de Economía, para gestionar temas que por descentralización les correspondería.
En la parte urbana, un ejemplo de crecimiento desordenado es Piura. Nadie piensa en la ciudad como tal y menos ponen énfasis para aprobar un Plan de Desarrollo Urbano, donde se armonice los espacios privados con los públicos. Frente a ello, tenemos asentamientos humanos por doquier, urbanizaciones que se densifican sin regulación, edificios con verticalidad superior a las posibilidades de suelo. Los problemas que se general son diversos; intransitabilidad, inundaciones, limitados espacios para la recreación, inseguridad, carencia de servicios y otros.
Bastaría observar en Piura, como en horas “punta” el tráfico se satura en zonas como Open Plaza, Hotel Río Verde, Panamericana entre Óvalo Cáceres y Mercado; mercado propiamente dicho y así por el estilo.
Igual sucede con Sullana, otro de los espacios densos del territorio regional. La situación no es diferente en Talara, Paita, Sechura, Chulucanas y ni que decir de ciudades más pequeñas.
Existen consensos entre la población, respecto a proyectos matrices a nivel regional. La vía costanera, la integración que generaría la costanera, la integración de la sierra con la costa, y otros proyectos que se encuentran desperdigados en documentos de gestión que se desempolvan cuando existe interés de invertir. Entre las urgencias, infraestructura y equipamiento de salud, de educación, y carreteras adecuadas.
Si queremos avanzar más allá de una gestión de autoridades, como población se debe exigir que haya documentos técnicos normativos, que se cumplan y se respeten, de esa manera toda inversión debe ser previsible y todo resultado medible. En tanto, seguiremos escuchando beldades que no son y sueños que no corresponden a las posibilidades territoriales.