ERP. Las fuerzas opositoras, aquellas que se pusieron como objetivo derrocar al expresidente Pedro Castillo Terrones, lograron su cometido y lo hicieron pasando como los salvadores del país, cuando en realidad han sido los victimarios de un mandatario envuelto en su falta de conocimiento e inexperiencia en gestión pública. No hubo mucho esfuerzo en lograr su vacancia, se presentó sola.
Los verdaderos golpistas eran gran parte de los congresistas, quienes buscaban vacarlo, aplicando un artículo constitucional que no corresponde. Lo intentaron 2 veces antes y en esta tercera, existían argumentos políticos y constitucionales para salir airoso, pero algo sucedió para transformar la realidad y otorgarle una inesperada ventaja a los demostradamente antidemócratas.
Su exacción social, sus vinculaciones políticas, su falta de claridad para exponer sobre su ideología, su lugar de procedencia, entre otros aspectos, fueron aprovechados para una oposición obtusa, primero para hablar de fraude sin haberlo y segundo, para iniciar una sistémica campaña para vacarlo, contando para ello, con medios de comunicación que se encuentran concentrados en un solo grupo.
¿Qué pasó realmente para que Pedro Castillo, decida disolver el Congreso y establecer un estado de excepción, sin tener el apoyo de las Fuerzas Armadas y Policiales? Sin duda, que alguien sorprendió al exmandatario, para asumir una posición a todas luces ilegal e inconstitucional, pero al mismo tiempo poco funcional como se demostró horas después.
Sin duda, que si se compara las medidas para justificar el autogolpe con las usadas por Fujimori, no habría mucha diferencia; lo cierto que el país mantiene las mismas deficiencias estructurales y los problemas siguen siendo los mismos, es decir una clase política obtusa, un sistema judicial deficiente, un sistema educativo que afecta a las antiguas y nuevas generaciones, entre otros.
Si hubiera contado con el apoyo de las Fuerzas Armadas y Policiales, el golpe o autogolpe se hubiera consolidado. Quienes lo llevaron a este estadio, lo expusieron más allá de los riesgos de ser vacado por el Congreso. Una cosa es ser un demócrata y otro, ser golpista y este docente, que, con su escasa versación, tenía una facilidad para la plaza pública, cayó como nadie lo esperó.
La forma y manera de acabar con el conflicto, hubiera sido buscar las dos negatorias de cuestión de confianza y en ese caso, la posibilidad de disolver a un congreso obstruccionista hubiera sido más fácil. Más aún, mucho más eficaz para sus pretensiones de no caer en la ilegalidad, era presentarse ante el congreso y defenderse política y jurídicamente. Le hubiera ido mejor y no caer en tentaciones totalitarias que siempre negó.
Sin embargo, Pedro Castillo, el profesor que como dirigente sindical paralizó el país, el que recibió el voto antifujimorista y que fue la esperanza de un pueblo que busca caminar por la senda de la democracia, ese docente de escasa capacidad cognitiva, acosado por el Congreso de la República, cogió el atajo equivocado y le dio el motivo perfecto para vacarlo del cargo y más aún, yendo a prisión.
Finalmente, para el analista político Juan Manuel Aguilar Hidalgo, quedan algunas lecciones a tener en cuenta, "la primera es que una dictadura, sea de donde venga no es aceptada por nadie; aunque para muchos muy débil la sucesión presidencial funciona; los poderes fácticos siguen teniendo la fuerza para imponerse políticamente; asimismo, la crisis política no se resolverá con Dina y por último Las Fuerzas Armadas, saben que los riesgos son altos para apoyar un golpe de Estado”.
La torpeza de Pedro Castillo, lo ha expuesto a él y con él a muchos peruanos y peruanas que tenían esperanza; sin embargo, el relevo vía sucesión presidencial será más de lo mismo, si se mantiene a un Congreso que de victimario pasó a una condición de salvador de la democracia, cuando en realidad eran los otros golpistas.