ERP. El Congreso de la República con sus grupúsculos unidos por el mismo interés, quieren la vacancia del presidente constitucional don Pedro Castillo Terrones. Para lograrlo, suman a sus fábulas de campaña electoral del inexistente fraude, el de modificar una de las figuras que contiene la Carta Magna y es la “cuestión de confianza” la cual ha sido recortada de una manera indebida.
La presidenta del Congreso Maricarmen Alva, de filiación del Partido Acción Popular, lleva la batuta para lograr la vacancia y se le ha visto en reiteradas oportunidades, haciéndose notar. Un gesto de desprecio al presidente en un acto público, declaraciones en contra del mandatario y recientemente, su voto, por el proyecto que recorta la cuestión de confianza, son un correlato resumido de sus actuaciones.
Justamente en la fecha, la responsable del legislativo anuncia que estarán realizando una campaña a nivel nacional para "llenar la olla" a las personas vjulnerables, una acción que corresponde al Ejecutivo y no al Congreso. Ese nivel de competencia es solo un indicativo.
A este grupo seguidor de las acciones que impulsó Manuel Merino de Lama, no le ha sido suficiente lo ocurrido tras el golpe de Estado que diera el tumbesino, da la impresión que quieren nuevamente liderarlo; solo falta completar las piezas de ajedrez para pasar al ataque. Por lo pronto, ya dieron el primer paso, que se suma a la modificación del Código Procesal Constitucional.
Luego y no cabe duda, buscarán miembros del Tribunal Constitucional que le sean afines y que cierre las puertas a todo intento de actividad una demanda de inconstitucionalidad o competencial, para que acabe con un conflicto de interpretación de la Constitución Política del Perú. Es evidente, que el objetivo de este Congreso, es la vacancia y nada los hará cambiar de decisión.
Existe un consenso de la derecha peruana, de tumbarse a Pedro Castillo, quizá por su exacción y por la creencia que pretendería implementar un gobierno comunista; sin embargo, las propias acciones del mandatario, desdicen esa posibilidad. Todo ello, nace de la confusión del Plan de Gobierno que registraron en el Jurado Nacional de Elecciones y que pretenden considerarlo como un sacrosanto documento, imposible de modificarse.
Sabemos que los Planes de Gobierno, son enunciados jamás cumplidos. Bastaría realizar un análisis de todo lo propuesto por un partido que se presentó en las elecciones y compararlo con la realidad. La conclusión es simple, como en la mayoría de las cosas, este tipo de exigencias electorales, solo tienen como finalidad cumplir de forma con los requisitos y no obligan a nadie.
Con Plan de Gobierno subido al sistema del Jurado Nacional de Elecciones, el mandatario Pedro Castillo, ha sido claro en señalar el camino que seguirá como jefe del Ejecutivo, incluso ha descartado por el momento, impulsar una nueva Constitución. Vale precisar que aprobar una nueva y aunque muchos constitucionalistas se oponen, es una posibilidad tal y conforme lo viene haciendo Chile.
La Constitución peruana, por sanidad nacional debería replantearse, dejarse sin efecto y sobre ella, nacer una nueva más democrática y con el consenso de la mayoría de peruanos y peruanas; sin embargo, no existe por el momento el consenso social que permita ir hacia ese tránsito, que no debería preocupar a nadie, pues se trata de contar con un instrumento jurídico que ordene mejor la vida de la Nación.
No interesa lo que piense y crea Pedro Castillo, tampoco lo que demuestre como presidente, lo cierto, que camina por una línea débil y al costado de ella, decenas de parlamentarios que buscan sacarlo de la presidencia de la República y erigir en su reemplazo a otro político o política, como su reemplazante. Este tipo de acciones, identificaron a las repúblicas bananeras y también a la nuestra del último lustro.
Sin embargo, es de entender que ciertas designaciones contribuyen a generar el desprestigio del gobierno, de quien es considerado un genuino representante del Perú profundo. Su misión es demostrar que puede y tiene las capacidades para decidir bien, más allá de la familiaridad, del amiguismo y de calificaciones insuficientes para un cargo de alto nivel.
Vacancia no, democracia si, debería ser la conclusión final respecto a este espinoso tema.