ERP. Un personaje a todas luces poco informado, otro que pese a su bajo nivel cultural participa en todas las elecciones, un vivaracho que va de partido en partido, varios que residen en otros lugares pero que buscan ser candidatos a como dé lugar por Piura y partidos que deciden sin democracia interna y desde Lima, se aprestan a participar en las elecciones congresales del 2020.
La disolución del Congreso de la República marcó el fin de una etapa crispada. Constitucional para unos, inconstitucional para otros; sin embargo, lo que queda claro que la medida tuvo legitimidad social de la mayor parte de la población peruana, cansada de tantos actos arbitrarios, de blindajes a favor de la corrupción y de discursos vacíos de contenido que demostró la precariedad de sus integrantes.
Existen diferencias sustantivas entre lo sucedido en 1992 con lo acontecido en esta oportunidad. Fujimori dio un autogolpe disolviendo el Senado, decisión que no le correspondía, en tanto, Martín Vizcarra dejó en funcionamiento la Comisión Permanente en aplicación estricta de la Constitución y acorde con la deducción lógica que lo llevó a adoptar esta draconiana medida.
La situación de lo acontecido tiene campos oscuros que quedarán para el análisis, para el debate y porque no, para el estudio histórico del caso. Primero, la negación fáctica es cuestionada por los opositores. Lo que se observó el día 30 de setiembre, fue la encorajinada oposición para impedir que el premier Salvador del Solar ingrese al hemiciclo conforme era su derecho de acuerdo a la Constitución.
La Cuestión de Confianza y que en los hechos fue negada, no tuvo la prioridad constitucional solicitada. Máxime, con total arbitrariedad y sin mayor análisis, se pasó a la votación de los primeros miembros del Tribunal Constitucional, cuando en realidad era ese el cuestionamiento que llevó a actuar al Poder Ejecutivo.
Según las evidencias, el interés de copar el Tribunal Constitucional era evidente y la elección tan torpe, que incluso se decidió votar al primo hermano de Pedro Olaechea. Se constata con esta acción, que actuar en caliente, siempre devela las oscuras intenciones de quienes, como en este caso, se preciaban de cumplir responsabilidades institucionales.
Sin embargo, lo mencionado y otros temas polémicos, no auguran una solución a los reales problemas que enfrenta el Estado peruano. Por ejemplo, las elecciones del mes de enero del 2020 se realizarán con los mismos partidos, con la misma legislación y por lo tanto, los cambios podrían llevar a calmar a la población por el momento, pero no resolverán los asuntos más estructurales del país.
Entre los cambios y que se deducen de los problemas presentados, deben llevar a replantear la composición del Ministerio Público. No puede ser posible, que parte de los integrantes del primer nivel de decisión sean tan pocos y más aún, se encuentren comprometidos en presuntos ilícitos. Hasta el momento no se escucha nada respecto al quehacer en este campo.
De igual manera, aunque el Tribunal Constitucional ha mantenido una regularidad técnica, también es verdad, que la forma como se estructura y la cantidad de magistrados que lo integran, no es la más idónea. Replantear su composición, debe obedecer a un tema de especialistas para encontrar una organicidad más funcional y desprovista de la intervención política como sucede ahora.
Desde hace muchos años seguimos en lo mismo y no existen cambios que perduren. Los mismos problemas de la década del 90, se repiten en el 2019. Los entusiasmos y aspiraciones del pueblo peruano son similares. En aquella oportunidad se habló de la incapacidad del Congreso, de la corrupción del Poder Judicial, de la ineficiencia del aparato público, de los partidos políticos y su poca transparencia, temas vigentes hasta ahora.
Un solo ejemplo, ¿Alguien duda que en el aparato estatal no se sigue robando? Bastaría revisar el accionar de funcionarios en los sectores, en gobiernos regionales y locales, para comprobar que los problemas subsisten y que muchos prefieren el facilismo de llevar a sus arcas, los recursos que le pertenecen a su población, así de simple.
¿Cuándo cambiará esta realidad? Como hemos sostenido siempre, educación, educación y muchas veces más educación.