ERP/Juan Aguilar Hidalgo. Las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de Norte América siempre han levantado el interés de la gran mayoría de países en el mundo, no solo por ser la primer potencia mundial económica y militar sino porque de una u otra manera nos termina involucrando en la medida que muchos (as) de nuestros (as) connacionales, amigos o familiares radican en la tierra del tío Sam.
Los “gringos” como les decimos se han caracterizado por tener una democracia fuerte, con más de doscientos años de un sistema bi partidista en la cual Demócratas y Republicanos se han venido alternando el poder. Para llegar a ser Presidente de la República, una regla no escrita pero cumplida a cabalidad, el (la) postulante casi siempre era una persona con experiencia política previa, había sido Gobernador de algún estado o Senador (a). Pensar en un “outsider” al estilo los países latinoamericanos era casi imposible.
Hasta que llegó Donald Trump un multimillonario sin experiencia política alguna, cuestionado no solo por las “ventajas” fiscales de sus estrategias comerciales, aunque legales a decir de él mismo, sino también por su discurso incendiario, antisistema, que criticaba a las élites políticas que dominan los partidos tradicionales y a su propio partido, así como también el actual sistema de gobierno. Pero además con un discurso polarizador y racista, con propuestas extremas como la de construir un muro en la frontera con México o expulsar a millones de indocumentados a sus países de origen.
Muchos (as) latinoamericanos (as), y ciudadanos (as) de otras partes del mundo también, hemos crecido con la idea del “sueño americano”, amigos y familiares han emigrado a tierras gringas con la ilusión de una mejor calidad de vida, con la esperanza de conseguir trabajo bien remunerado que les permita no solo vivir de manera decente, sino también enviar las tan ansiadas remesas a sus familias. Los Estados Unidos nos proponía la idea de un país libre, democrático, donde si bien predominan las libertades personales, se privilegia también la vida en comunidad, teniendo como garantes de la sociedad la fortaleza de sus instituciones, el sistema de justicia y el respeto al estado de derecho.
La elección de Trump es sin duda un llamado de atención no solo a los ciudadanos y ciudadanas de los Estados Unidos, sino también a quienes en diferentes partes del mundo creemos en el sistema democrático como la mejor alternativa de gobierno que ha creado el hombre, y debe ser un momento de reflexión y de estar alertas.
Hoy más que nunca la democracia americana, tendrá en sus propias instituciones como el parlamento, el poder judicial, entre otras, la garantía de su sistema democrático y esperemos que este proceso electoral no tenga como corolario el fin del sueño americano.