21
Jue, Nov

El Movadef, terrorismo y la falta de políticas y estrategias democráticas

Andrés Vera Córdova
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

ERP. Cruenta y lamentable es la historia de nuestro país de la década de los 80, con Sendero Luminoso matando a mansalva y las Fuerzas Armadas repeliendo sin hacer distinción. Después, la DIRCOTE a cargo de Ketin Vidal, capturaría a Abimael Guzmán y con él a la mayoría de cabecillas destruyendo una estructura que puso en riesgo la nación peruana. Fujimori y sus seguidores han pretendido mostrarse triunfadores y victoriosos, de tal manera que parte de su discurso y presuntos méritos los centran en reconocerse los artífices de la pacificación nacional.

El Perú, es un país con grandes diferencias sociales, económicas y culturales. La pobreza se extiende del centro a la periferia y todos los esfuerzos por cerrar las brechas han sido lentos e imperceptibles. Las herencias culturales de la conquista y la colonia, prevalecen frente al romanticismo inca. La marginaciones por razones económicas, raza, lugar de nacimiento, apellidos y otras características, no han desaparecido y se muestran como lacras para justificar el extremismo político.

En este escenario, se desenvuelve el denominado Movimiento Por Amnistía y Derechos Fundamentales o MOVADEF, cuya vigencia se debe al temor de las clases políticas dominantes e intolerantes, quienes prefieren la exclusión del sistema formal de una organización que se nutre ideológica y políticamente con los paradigmas del pasado, pero que se aprovechan de la realidad del presente para llamarse "servidores del pueblo de todo corazón y con desinterés absoluto".

Durante las últimas semanas el nombre de esta organización se ha repetido a nivel nacional e internacional. Los medios de comunicación satanizan a quienes opinan a favor y bendicen a quienes lo critican. Nicolás Linch, demócrata reconocido, fue compelido a renunciar como embajador de Argentina y Salomón Lerner Ghitis ha recibido una andanada de críticas por opinar a favor del reconocimiento oficial de MOVADEF de mediar un cambio en su base ideológica y adscribirse a los principios de nuestra democracia.

No existe mejor aliado para este tipo de grupos, que la proscripción. Ellos crecen en la informalidad y usan todas las distorsiones de la democracia formal para sus argumentos. Critican el sistema y plantean otro totalmente confuso y caduco. Hablan de la segunda crisis mundial y en el nivel interno objetan "el neoliberalismo y la vinculación con el capitalismo burocrático y el imperialismo norteamericano". Son sus verdades y estas "verdades" se usan para convencer a decenas de jóvenes que no vivieron o no sufrieron el dolor de una muerte o la sanguinaria acción de los vándalos terroristas.

Luego se muestran resistentes contra la opresión y la explotación y la hacen su "bandera" de lucha. Su ideario no se diferencia de las propuestas de cualquier partido político formal y plantean "luchar por derechos fundamentales del pueblo trabajador y explotado exigiendo: Trabajo y producción nacional, derecho a trabajar, aumento de salarios, estabilidad laboral, mejores condiciones de trabajo, reposición de despedidos; salud, educación y seguridad social pública y gratuitas; real igualdad de la mujer ante la ley; protección de niños y ancianos; propiedad de la tierra y derecho inalienable al agua para los campesinos, defensa de los recursos naturales y libertades de expresión, opinión, organización y movilización".

Olvidando los crímenes del pasado, los impulsores del MOVADEF plantean reconciliación nacional, amnistía general para los presos políticos y perseguidos sociales y con total frialdad creen que debe haber olvido porque los "muertos son de todos". Subyace en este planteamiento la aspiración de lograr la libertad de Abimael Guzmán y de quienes por la condición de terroristas purgan condena en las cárceles del país, olvidando las muertes causadas, la desestructuración de miles de familias y la destrucción de la propiedad pública y privada.

Toda sociedad tiene normas y existen valores universales que no admiten cuestionamientos. El valor a la vida y el respeto a ella, son consustanciales a la condición de seres humanos. Frente al atentado no cabe perdón, ni olvido y tampoco venganza. La diferencia del Estado, frente al imperio del terror son sus formas de resolver las penalidades. Los crímenes por la "guerra" interna han sido juzgados y los criminales se encuentran presos; aquellos que delinquieron desde el Estado, igualmente purgan condenas y no debe haber ninguna concesión, más allá de lo que las leyes y la razón lo permiten.

Frente al caso en comento, vale reflexionar sobre el rol del Estado, la democracia y los partidos políticos. El Estado, debe ser el promotor de la igualdad y equidad de todos los peruanos y en esa responsabilidad existen deudas pendientes. Bastaría mirar el Perú en toda su extensión y comprobaremos las grandes diferencias sociales y económicas. Poblaciones sin buena educación, sin servicios básicos, sin sistemas viales que los integren, sin centros de salud óptimos, y lo que es más, con una institucionalidad frágil y corrompida, son presas fáciles para propuestas violentistas.

La democracia peruana es bastante joven y tiene diversas distorsiones. Hasta hoy su gran importancia radica en las posibilidades de elección de autoridades públicas. La verdadera ciudadanía es un proceso aún frágil y los mecanismos para perfeccionarla no funcionan. MOVADEF la viene cuestionamiento en sus cimientos y existen fundamentos para encontrar valederos sus argumentos.

Por su lado, los Partidos Políticos son instituciones de fachada y desintegrados. No tienen ideología, doctrina y menos militantes. El caudillismo se impone y la temporalidad está circunscrita a un proceso electoral o a la vigencia del caudillo. Partidos sin programa y que cambian en función a los intereses particulares, no contribuyen en absoluto a generar una mayor institucionalidad.

Frente a la arremetida nacional e internacional del MOVADEF, el sistema debe saber reaccionar y sus representantes no cerrarse al entendimiento. Un pequeño grupo no puede poner en jaque a millones de peruanos que rechazaron toda forma de violencia y atentado contra la vida. Un pequeño grupo no puede ni debe erigirse como el representante de la verdad y del cambio social. Los millones de peruanos, con su opción de vida y de sistema no tienen ni deben sentir temor.

Diario El Regional de Piura
 

Publicidad Aral1

Paypal1