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Sáb, Nov

Lluvias y destrozos en región Piura: ¡Hay que prevenir antes que lamentar!

Andrés Vera Córdova
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ERP (Por: Andrés Vera Córdova) Nuevamente las lluvias. El lodo, enormes quebradas naturales transportando ingentes masas de agua, lagunas en las calles, casas anegadas, vías destruidas, damnificados y medidas de emergencia. ¿Es diferente la realidad, a otras que hemos vivido?. No. Es más de lo mismo y cómo siempre nos vuelve a una realidad de negligencia, incapacidad e inacción. Dice un dicho militar “Si quieres paz prepárate para la guerra”. Parafraseando diríamos “Si quieres menos damnificados y menos destrucción por lluvias, prepárate antes que ellas lleguen”.

La gestión urbana y territorial, no es cosa de entusiastas y voluntariosos. Las decisiones que se adopten deben ser el resultado del conocimiento profundo de la técnica y de la realidad. No puede ser, que con las experiencias de 1972, 1983 y 1997 se siga en las mismas condiciones y sin acciones concretas que reviertan las vulnerabilidades y adapte las ciudades a los comportamientos climáticos.

Las infraestructuras, los equipamientos y los servicios públicos, deben incorporar siempre el enfoque del riesgo, pero si el término es de repente confuso, bastaría decir que deben siempre ejecutarse pensando en que las ciudades y sus actividades, deben funcionar igual con lluvia o sin ella. No puede ser posible que una lluvia cree los problemas de siempre y que se reincida en los mismos errores.

Miremos Piura después de las lluvias. Los aniegos, las casas derribadas, las calles sucias, los atascos vehiculares, las quejas y los lamentos. Es evidente, que si las precipitaciones siguen con mayor frecuencia, la historia nos llevará a los mismos pesares de fenómenos El Niño anteriores.

Cuánto tiempo se viene repitiendo de la pavimentación de la vía a Huancabamba?. Años de años; hoy, vemos que el río Serrán nuevamente interrumpe el tránsito y pone en riesgo a las personas que se desplazan entre la costa y la sierra.

En Sullana sucede lo mismo. Tras las lluvias de 1998 se planteó un plan de evacuación de aguas pluviales para la ciudad, INDECI mediante consultoría aportó planes. Pasó el tiempo y esos planes no existen en el conocimiento de los funcionarios responsables y menos en los anaqueles municipales.

La situación no es diferente en Talara, Paita, Castilla, Catacaos y otras ciudades importantes de Piura. Se agrava mucho más las consecuencias de las precipitaciones en zonas urbano marginales y sectores rurales. Los desastres que se producen, son en parte de la naturaleza, pero fundamentalmente es por fallas humanas, por la falta de capacidad de autoridades y funcionarios públicos y por la carencia de racionalidad por parte de la población misma, asentada muchas veces en zonas vulnerables.

Sin embargo, si hoy nos envuelve el tema de las lluvias estacionales; nuestro llamado de atención es por una gestión urbana y territorial integral. Las políticas de inversiones sin sentido, sin utilidad práctica, de pequeñas cosas, satisfacen el momento pero olvidan el futuro.

En Piura, Sullana, Talara y otras ciudades norteñas, no pueden seguir con el mismo diseño de vías y espacios públicos; tampoco las viviendas y edificios públicos deben seguir igual. Los aleros de la Piura o Sullana antigua, no era el invento y el capricho del arquitecto, eran más que el criterio estético, la necesidad de acondicionamiento a la realidad climática, de mucho sol, pero también de muchas lluvias.

El crecimiento poblacional y la demanda de viviendas deben planificarse. No debe permitirse, y para eso se requiere autoridad de verdad, que se usen zonas críticas y vulnerables, que si bien es cierto pueden solucionar un problema inmediato, pero están creando un damnificado en el futuro.

Hay que aprender de la lección. No se puede seguir repitiendo los mismos errores. Tampoco que se achaque a las lluvias de todos los males causados, porque en el fondo subiste una pésima gestión urbana y territorial, que es la incubadora de la mayoría de llantos y tristezas. Finalmente, si desean tener ciudades seguras bastaría que el Plan de Desarrollo Urbano o de Acondicionamiento Territorial sirvan para algo y que los mapas de riesgo que realiza el INDECI u algunas entidades cooperantes, tengan el valor que realmente tienen y se apliquen. 

 

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