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Mié, Nov

Reconstrucción de Piura: Centralismo, miedos y reticencias para un real liderazgo

Andrés Vera Córdova
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ERP. Tan pronto observamos el desastre sucedido en la región Piura, creímos que era necesario un proceso de reconstrucción, que parta de las competencias que corresponden a cada entidad en el marco de la Constitución, que mire la realidad y la corrija en los aspectos cuestionables para que la historia no se repita, que se asuma responsabilidad para el futuro en el manejo de las inversiones y sobre todo que haya un real liderazgo regional.

Pasados casi 4 meses del infausto 27 de marzo, de Reconstrucción con Cambios no existe ni la palabra. Las decisiones se manejan desde Lima y cada cierto tiempo vienen a Piura, el Director Ejecutivo, conversa con los alcaldes y también con las autoridades regionales, anuncia millones de millones en obras sueltas, descalifica a los gobiernos locales con criterios ligeros y de manera concreta no existe mucho.

La Ley de la Reconstrucción habla sobre el Plan que debería aprobarse de manera articulada. Se expresa que previa a su aprobación deberá ser remitido a los gobiernos regionales y locales para que den su opinión. Este plazo, si miramos los 90 días desde la promulgación de la norma se vence el 11 de septiembre, fecha que debe haberse dado la aprobación con las respectivas sugerencias y/o observaciones de las instancias subnacionales.

Si algo ha pasado en Piura mirado en retrospectiva es un desarrollo urbano y rural precario. Las ciudades han crecido de manera espontánea y sin mayor planificación; los mercados han respondido al mismo criterio de informalidad e incluso parte de la localización de las empresas no tuvieron acciones de prevención que se antelen al riesgo de desastres y la prueba palpable es la inundación de sus locales en todo el cercado de Piura.

Inundacion Calle Tacna Castilla

 

Inundación en calle Tacna de Castilla- Que la historia no se repita. Fotografía El Regional de Piura

Tras el desastre y como sucedió en 1972, se repitió en 1983 y otra vez en el año 1998, las conductas públicas primero son de solidaridad y segundo de replicar los mismos errores anteriores. Es decir, no se adoptan las medidas que permitan crear condiciones seguras de habitabilidad y las consecuencias son las mismas después. Inundaciones, charcos, destrucción de pistas y veredas, afectación de las viviendas, destrucción de la actividad económica y otros impactos negativos conocidos.

Asimismo, luego de acontecido el desastre, todos dicen haber alertado las consecuencias negativas pero que no les hicieron caso e igual creen tener la solución inmediata. Las exponen en cuanto foro local o regional se realizan, se habla propuestas integrales con fotografías de lo acontecido y mapas incluidos y pasado el tiempo, las propuestas llamadas integrales no se toman en cuenta y si lo hicieron solo fueron pequeños remiendos que presentado el siguiente periodo lluvioso se pierden con las lluvias.

Igualmente, nuestras autoridades y la población misma van olvidando lo vivido y perdiendo el sentido del peligro conforme pasan los días, las semanas y los meses. Se adormecen con el tiempo, quizá asumen la modorra de la canícula piurana y sus presupuestos presentes y futuros, son destinados a cualquier cosa, menos a lograr espacios poblacionales seguros y habitables.

La población damnificada retorna después a los mismos espacios perjudicados por las lluvias y con la creencia y la fe que no lloverá dentro de muchos años. Sabemos que el Fenómeno El Niño, es cíclico y no se repite de año a año, sino en periodos que superan los 15 años. En tanto, las generaciones actuales van envejeciendo y desapareciendo, otras naciendo y creciendo y el sentido de lo vivido, pasa a un segundo plano.

Las autoridades regionales y locales, igualmente desconocen o se dejan encimar en sus competencias constitucionales, por acción u omisión son dejadas de lado cuando se trata de manejo de recursos económicos y todo se sigue manejando desde Lima. Se dijo que la descentralización era irreversible, pero la realidad viene demostrando que existen nuevas formas de centralizar las decisiones y sobre todo el uso de los recursos públicos.

No existe una academia esclarecida en las regiones y el proceso de descentralización, ha sido tan desprestigiado, que incluso existe en la concepción general que los gobernadores o son corruptos o se encuentran nucleados de corruptos y lo mismo sucede con los gobiernos locales. En este mundo de suspicacias se pierde el sentido estricto u literal de la descentralización y se aprovecha el poder de Lima, para seguir manejando los hilos de las regiones.

Frente al avance del centralismo se requiere una propuesta regional que defienda la parte administrativa de las regiones y gobiernos locales; que defina con meridiana claridad las competencias y funciones de estas instancias, que buscan modificaciones constitucionales para la articulación entre ellas y sobre todo, que se complemente con una real descentralización fiscal, que nadie quiere tocar.

Para lograr lo anterior y otras cosas se requiere liderazgo, esa necesidad que bien la puntualiza el Decano del Colegio de Arquitectos de Piura, que la solicitan en varias reuniones públicas los representantes de gobiernos locales y otras autoridades; que subyace en las declaraciones públicas de los alcaldes de Sullana o de Piura y en los pedidos de muchos integrantes de la sociedad civil. Se requiere liderazgo y es lo que menos se evidencia en esta etapa del post desastre.

Si el gobernador regional de Piura tiene reticencias para asumir un real liderazgo, lo puede hacer el alcalde de Piura y tiene competencias constitucionales para hacerlo. Nunca es tarde para ponerse la camiseta de esta región que reclama ahora acciones más sólidas y de acuerdo a sus necesidades e intereses; solo está en definir con claridad el camino legal y real a seguir, convocar a los actores institucionales y civiles de esta región para validar sus propuestas y hacerse camino al andar.

La situación es sencilla, solo es asumir la defensa y gestión de una población que teclama y enarbolar la primacía de la Constitución Política del Perú para la defensa de las competencias y funciones. Lo demás, de propuestas y estudios, se encuentran las universidades y colegios profesionales para apuntalar. Es más sencillo, como normal sería encorajinarse para defender los derechos de la región Piura, sobre todo tras un desastre. 

 

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