ERP. No cabe duda que Violeta Ruesta de Herrera, realizó muchas obras de desarrollo a favor del distrito de Castilla-Piura, y de igual manera, es evidente que tuvo problemas de carácter legal en el ejercicio del cargo y que le están costando su libertad. Ahora se encuentra prófuga por una sentencia que la confinará por 6 años en una cárcel local, condenada por haber cometido el delito de colusión agravada.
"No me voy a evadir porque soy inocente. Estoy seguro y convencido que el Poder Judicial, con justicia y equidad, me absolverá porque no tengo nada que temer. Así que quiero también aprovechar para decirle la gente linda que me apoyó que pronto volveré", expresó en su momento el ex gobernador de Tumbes Gerardo Viñas y que de alguna manera es aleccionador para quienes se encuentran en la condición de huidos de la justicia.
Violeta Ruesta debe presentarse pronto al juzgado que se rehúsa acatar, aceptar la resolución de segunda instancia que la confina en la cárcel de Sullana; seguir defendiéndose en la vía legal blandiendo la inocencia que siempre argumentó, y sé que aún tiene instancias nacionales que pueden pronunciarse sobre el caso y de no mediar eco aún queda la competencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para buscar un juicio desprovisto de subjetividades.
El ludibrio y el morbo, siempre estarán detrás de una persona para soliviantar los odios más escondidos y la preferencia por lo escandaloso. Presentarse, es la recomendación más sería, antes que seguir el camino de la huida y del escondrijo con efectos posteriores más perjudiciales que la propia sentencia. Talvez el miedo podrían desanimarla, pero aún entendiéndose como un acto humano, es preferible antes que contribuir a un mayor deterioro de su imagen pública.
En principio, la acusación formal fue por colusión agravada. El Juez en primera instancia se desvinculó de la acusación y los condenó por el tipo simple y no por el agravado. El Ministerio Público mantuvo su posición y a la vez, apeló para que se revocara esa sentencia y se le condenara por el delito que ellos habían acusado, en ese sentido, no hay vulneración al derecho de defensa por ese lado como dirían los abogados.
La administración pública se encuentra infestada por diversas personas que hacen de la corrupción su práctica común y arreglan todos los procedimientos para favorecerse. Es una práctica ancestral y la población conoce las formas y modos de aprovechamiento, cuando se ausculta la realidad de quienes prestan servicio civil en el Estado. No se puede entender alguien que no tuvo nada en su momento y de repente, con el ejercicio público o la función pública de repente se ve tocado por una gran suerte.
No sé si será el caso de Viloleta Ruesta; sin embargo, de lo poco que se conoce no se encuentran indicios de patrimonio producto de la corrupción. Sabemos de igual manera, que existen otros hechos más escandalosos y sorprendentes cometidos por ex o actuales funcionarios regionales y municipales; los mismos que se tramitan de manera diferente a lo acontecido con la ex alcaldesa de Castilla. No siempre una sentencia es justa y objetiva.
Hemos conocido a Violeta Ruesta y esta situación nos llama la atención, porque se trata de una mujer de quien jamás se dudó de su honestidad, además su condición de docente entiendo le da patrones valorativos positivos; que trabajó con el mejor entusiasmo por el distrito de Castilla, realizó gestiones y ha mejorado en algo el ornato de su distrito. No estimo que sea una persona de aquellas que tienen como objetivo lucrar y lucrar con los recursos del Estado.
Como bien lo expresa el Lic. Mauro Vegas Carmen quizá sea “Un caso de exceso de confianza; sin embargo, la población la pondera como una buena alcaldesa que impulsó el desarrollo del distrito. Un exceso de confianza en los límites de la administración pública”.
Queremos entender que es una víctima del sistema cultural de un aparato público, que considera que todos deben recibir coimas por las obras y servicios que adjudican y que amarran procedimientos y trámites para hacerlos operativos. Esta práctica cultural asume formas y procedimientos conforme van cambiando los sistemas administrativos y que los aviesos siempre encuentran formas de encontrarles un camino a su interés. “Hecha la ley, hecha la trampa” según un adagio popular.
Siempre cuando una autoridad ingresa a la función pública, lo hace criticando la corrupción como un sistema que corroe el aparato público, el asunto es el camino que siguen. Los hay quienes luchan con firmeza y sobriedad contra este flagelo y no hacen alarde de su cometido; lo hay igualmente quienes con gran alarde hablan en contra de ella, para terminar devorados por el sistema existente.
Pretender alejarse del sistema imperante tampoco es simple, muchas veces lleva a la incredulidad y bastaría que alguien señale que tal cosa es un acto corrupto y lo repita por varias veces para convencer a una audiencia poca informada que las cosas son como otros dicen y no como realmente son. Al menos sabemos que alguna gente, poca en relación a quienes la votaron han tratado de respaldarla y salir en su defensa; otras, simplemente creen que su problema no es suyo.
Conozco de estos casos y puedo decir en función a la experiencia que en parte, son los medios de comunicación grandes aliados en noticias exageradas, con escaso rigor periodístico sobre presuntos delitos en la administración pública. Prima la poca o nula investigación, noticia de primera y única fuente, el titular fácil y conclusiones sin la información completa. Pero no es todo.
Otro actor importante y distorsionante, es Contraloría General de la República. Investiga cuando ya el tema está en sus narices, encuentra responsabilidad en funcionarios de menor nivel, aplica sanciones solo con sus argumentos y convierte en culpable cuando alguien es inocente y donde la opinión del funcionario afectado, no tiene mayor credibilidad o importancia.
Creemos que Violeta Ruesta no se merece esta condena. No avalamos con ello, los actos que en contra de la ley y de los valores humanos pueden cometerse; sin embargo, creemos que siempre existirán falibilidades de fiscales y jueces al emitir un acto de administración de justicia.
El camino de Violeta Ruesta tiene variantes, o acepta la condena y se presenta ante la justicia para cumplir su condena o en el mejor de los casos lo que podría plantear es un amparo, para suspender los efectos, en la medida que plantee su casación y se la admita la Corte Suprema. Realmente, una medida draconiana para una autoridad que no dudamos, buscó siempre el desarrollo de su pueblo.