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Dom, Jun

Francisco Pizarro: gobernante del Perú y su trágico final en 1541

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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ERP. La conquista del Perú se inició en mayo de 1532, cuando los hispanos liderados por Francisco Pizarro pusieron pie en el territorio de los incas. Desde entonces se inició una larga resistencia, como no se vio en otros países de América, los peruanos y las peruanas manifestaron un rechazo a la conquista española, en medio de una sociedad que empezaba a conformarse como mestiza.

Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones

Francisco Pizarro, el líder de la conquista, ha sido estudiado por historiadores que se han dedicado al pasado histórico virreinal del siglo XVI, entre ellos, Juan José Vega, Miguel Maticorena Estrada, y José Antonio del Busto Duthurburu, autores de varias publicaciones sobre el protagonismo del conquistador del Perú, en su patria, y en las tierras que conquistó.

Pizarro en Piura

Los incas habían anexado Tangarará al dominio de su imperio. No había pasado mucho tiempo después que esto sucediera, cuando en 1532, Tangarará fue testigo de otro hecho extraordinario, esta vez de carácter universal, y no solamente de protagonismo trascendente para el Perú, ya que en esa población, el 15 de agosto de 1532, se fundó la ciudad de San Miguel, cumpliendo con órdenes reales, que fueron llevadas a cabo por Francisco Pizarro.

No se había fundado antes que San Miguel, otra ciudad en el Pacífico Sur, y fue en el poblado tallán de Tangarará, donde ocurrió este episodio; con toda seguridad, la elección obedeció a una investigación previa sobre las condiciones del lugar, y conscientes o no de lo que acontecía en sus predios, el curaca de Tangarará, fue testigo de la fundación, de la primera ciudad española en el Pacífico Sur. El acto jurídico de la fundación tuvo como protagonista principal a Francisco Pizarro, que empezó a llenarse de una gloria, que solo le duraría casi 9 años, pues fue asesinado el 26 de junio de 1541.

Por otro lado, sabemos que la ciudad del Cusco, otro de los sitios en los que estuvo Francisco Pizarro, se desarrolló y embelleció por obra de los incas sucesivos, que delimitaron el espacio para todo lo que exigía una gran llacta, teniendo en cuenta que era el núcleo, el ombligo del mundo, y no una llacta de orden temporal asociada únicamente a tareas de la más simple cotidianidad. Eso fue lo que encontró Pizarro.

En cada espacio geo-histórico cultural prehispánico, hubo núcleos con población sedentaria, que le daban sentido a las formas de organizarse en el Perú anterior a los siglos del virreinato, unos con toda seguridad más importantes que otros, lugares que son mencionados por los cronistas hispanos, mestizos e indios. Varios de estos lugares estuvieron en la ruta de Pizarro.

Su presencia previa en Tumbes

Pizarro salió de Tumbes recién el 16 de mayo, siguiendo el camino de La Solana, valle al que el Inca Garcilaso de la Vega menciona como Sullana, y llegó a Poechos, en jurisdicción distrital de Lancones, maravillándose de lo que pudo observar a su paso, como dan cuenta los cronistas. En Poechos se enteró que algunos caciques serranos no estaban conformes con la presencia de los hispanos, entre ellos Icotu y Cango, deteniéndose lo necesario para enviar a soldados españoles a someterles a su autoridad.

Pizarro había partido de Tumbes con más de 200 hombres, llegó a Silán el domingo 19 de mayo, donde se quedó 3 días, reanudando la marcha el jueves 23, de acuerdo a la minuciosa cronología de José Antonio del Busto, llegando a Jaguay Negro, el 24 de ese mes. El sábado 25 de mayo se avistó el río Chira y llegaron a Poechos, en la margen derecha de ese caudaloso río, tomándose minuciosa cuenta de sus características culturales, de su organización y de su modo de vida.

Pizarro se aposentó en Poechos, y en ese lugar dispuso tres medidas: Buscar un puerto que permitiera la apertura a una ruta naval, explorar las tierras cercanas, y tomar minuciosa cuenta de la forma de vida de los pueblos ribereños del Chira. El puerto, como lo señala del Busto, hallado por Fray Vicente Valverde, fue Paita, Valverde estuvo encargado de realizar tareas de reconocimiento, y en Paita estaba el mejor puerto de la zona, como lo señaló el cronista Zárate.

Del recorrido por el Chira, hasta su desembocadura, en las actuales provincias de Sullana y Paita, estuvo a cargo de Hernando de Soto, quien llevó a los caciques de la jurisdicción paiteña y sullanera hasta Poechos, donde se había quedado Pizarro, y ante el que juraron fidelidad a la corona española, ya que Pizarro era el representante del Rey. De acuerdo a del Busto, siguiendo la crónica de Lizárraga, Pizarro “ordena la exploración del país, buscando de modo especial un buen puerto. Francisco Pizarro conocía la existencia del puerto de Paita, pero ignoraba su exacta ubicación desde tierra desde tierra y con relación al país tallán”.

Poco después, en la actual villa de La Huaca, jurisdicción de la provincia de Paita, ocurrió el levantamiento de los indios, y enterado Pizarro, marchó hasta ese lugar, entrando recién a territorio paiteño, en junio de 1532, salvando a los españoles de perecer en manos de los naturales; Del Busto señala que los españoles estaban en otra huaca, en la margen derecha del Chira, y que en realidad fueron dos conjuras, una en Amotape y otra en La Huaca. Para Alejandro Miró Quesada, en relación con este suceso, la presencia de Pizarro en territorio paiteño fue después del 20 de junio de 1532.

Atahualpa se entera de la presencia de Pizarro en el Tawantinsuyo

Por su parte, Atahualpa, que se encontraba en Huamachuco, recibió noticias de los enviados por los curacas del río Chira, haciéndole saber de la llegada de los huiracochas, a quienes habían avistado en un navío que pasó por Paita en el segundo viaje de Pizarro. No se hizo en este viaje, ninguna apreciación sobre la bahía de Paita, sobre el pueblo, ni sobre Colán, pero es evidente que arribaron a Paita porque Cieza de León lo menciona posteriormente, como el puerto de Tangarará, para referirse, indudablemente al puerto de Paita; de igual manera se mencionará después al Callao, como el puerto de Lima, y a Huanchaco, como el puerto de Trujillo.

Pizarro volvió a Poechos con la gente que rescató en el Chira, y ordenó un segundo recorrido por el valle, en busca del lugar más aparente para fundar una ciudad, y tras los informes recibidos, se procedió a la fundación de San Miguel, el 15 de agosto de 1532. Al año siguiente, tras la captura del Inca, se decretó su muerte, perdiendo su independencia el Estado imperial, que solo recobraría soberanía en 1821.

La muerte del conquistador

Pizarro gozó de grandes prerrogativas a partir de la Capitulación que firmara con el monarca español, Carlos I de España y V de Alemania, haciendo prevalecer sus derechos de gobernante de las tierras conquistadas; situación que no duraría para siempre, porque de inmediato sobrevivieron las guerras civiles entre los conquistadores, y situaciones de descontento de todos, contra la Corona de Castilla.

Almagro, el otrora socio del conquistador, fue condenado a muerte, y ese acto generó situaciones de disconformidad de sus partidarios, quienes se agruparon en torno a su hijo Diego de Almagro el Mozo, con el fin de acabar con el gobierno de Pizarro amenazando con matarlo.

Doce almagristas, comandados por Juan de Rada, se abastecieron de armas, y el domingo 26 de junio de 1541, sospechando que su vida corría peligro, Pizarro no concurrió a la Misa dominical. Tras la celebración de la misa, los almagristas lo buscaron en el palacio del Gobernador gritando: "Viva el Rey, muera el tirano", dando muerte al primer gobernante del Perú virreinal.

Diario El Regional de Piura
 

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