ERP. Aún recuerdo vivamente cuando se conmemoró los 450 años de la fundación de San Miguel de Piura, y las publicaciones de que fue objeto la rememoración, sobre todo la que salió como producto de la investigación de Juan José Vega, el gran piuranista enamorado de la tierra de Miguel Grau.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones
Cuando conocí Córdoba por primera vez en diciembre de 1973, aún se vivía la emoción del cuarto centenario de su fundación. Lejos estaba en ese momento, de saber que el fundador de la ciudad había estado previamente en Perú, por una lógica circunstancia, y que había fundado la Villa de Valverde de Ica, ciudad del sur peruano que siempre honra su memoria.
Llegar a Córdoba y descubrir sus encantos y su gente, fue algo muy grande. Estar bajo los muros y techos del Colegio de Monserrate, y dentro del viejo claustro de la Universidad Católica, resultó más emocionante, como lo sería después visitar la hemeroteca de la Legislatura, y posteriormente la Biblioteca Mayor en la manzana jesuítica, joya reconocida de gran valor para la humanidad.
Así me enteré que la ciudad de Córdoba, capital de la provincia homónima en Argentina, era como Arequipa para los peruanos, ciudades doctas y revolucionarias, embriones de coyunturas que removieron la estructura socio económica de sus países, para entonces, conocía lo de Arequipa por lectura de textos, y casi nada de Córdoba, y muy poco de historia Argentina, y supe detalles, después, leyendo un libro de Ernesto Palacio, y luego vendrían otros textos que me ubicaron en la historia del espacio en el que estaba viviendo.
Después se asomó el gusto de saber que los archiveros peruanos se capacitaban en Córdoba, que iban hasta la ciudad Docta a aprender más sobre conservación de los bienes culturales de papel, que han ido registrando la historia del Perú y de América. Luego la lectura del vocabulario de la lengua abipona y comechingona en manuscrito, me hicieron sentir un cordobés, amante de esa tierra, donde el locro y las empanadas, como el dulce de batata, y la gaseosa Pritty conquistaron mi paladar, y no solo el asado, plato emblemático de nuestro país hermano.
La bella Córdoba, está en la región central del país, a ambas orillas del río Suquía, palabra de origen quechua que se puede leer el diccionarios de esta naturaleza, y en diccionarios geográficos del Perú que registran esta palabra, y que coincide con las características del Río Primero, pese a que supongo que fueron mitimaes trasladados por los incas hasta ese espacio, los que pusieron el nombre al río, como sucedió con los castigados en otras regiones, que eran obligados a desplazarse desde sus tierras, hasta nuevos y lejanos espacios, poniéndoles sus nombres de origen.
El paisaje geográfico, y el paisaje social de Córdoba no se parece mucho a Piura, la región de mi nacimiento, pero observé que en sus gentes está la garra y el empuje, como cuando en la defensa de la democracia y del orden social, como un solo bloque la ciudad entera se ponía, y se había puesto en pie general, en diversas circunstancias.
Córdoba es la ciudad más grande la Argentina, después de Buenos Aires, es la segunda más poblada del país, y sigue siendo un importante núcleo cultural, económico, educativo, y financiero de la región; así, como un centro de entretenimiento: eso es la Docta Córdoba, la ciudad de encanto majestuoso, la ciudad farol en la matina; que con su río y su cañada atrapan a los visitantes, como me atrapó el calor de los amigos y familiares residentes en La Ciudad de las Campanas.
La ciudad fue fundada por el sevillano Jerónimo Luis de Cabrera, el 6 de julio de 1573 y a poco de la fundación se movió ligeramente de sitio, y se consolidó como un lugar de españoles, para refugio contra los indígenas, contra los habitantes nativos que fueron desposeídos de la tierra, mientras atrás quedaba el proyecto inca de tener un centro de control, un Cusco pequeño, o Coscoin, hoy Cosquín.
El Capitán Español, Don Luis Jerónimo de Cabrera y Toledo, antes de la fundación de Córdoba, hizo la fundación de la Villa de Valverde (Ica), por encargo del Virrey del Perú, Don Pedro López de Zúñiga y Velasco. Ica había sido fundada, el 17 de Junio de 1563, diez años antes de la fundación de Córdoba. Cabrera Casó en Cusco alrededor de 1559, con Luisa Martel de los Ríos, y sus tres primeros hijos nacieron en la imperial ciudad de Cusco.
El historiador piurano Miguel Maticorena Estrada, siempre mencionaba a los sanmarquinos que tuvieron que ver con la fundación de otras universidades en América, y no omitió a Hernando de Trejo y Sanabria, fundador de esa casa de estudios en Córdoba. Feliz cumpleaños Córdoba, 450 años de fructífera existencia, entre campanas, entre embalses, y entre una mixtura de gente y de sabores, que me hacen sentirte tan mía, como cuando estuve en tus predios, entre 1973 y 1979.