ERP. La historia nacional es una sucesión de hechos trascendentes llenos de personajes, donde los hombres y las mujeres han dejado huellas que se perennizan en la memoria de la gran colectividad, que los reconoce recordándoles para siempre.
Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
En medio de esos sucesos están los asociados a la proclamación de la independencia, cuyo bicentenario se ha evocado de grandes y diversas maneras, pese a la señalización, de que esa independencia fue un “cambio de mocos por babas”, y que no se advierten transformaciones en lo social, no hubo alteraciones en los patrones de comportamiento con respecto a la sociedad virreinal.
Sin embargo, hemos fichado una impresión aparecida en la edición del 15 de abril de 1846 en el diario El Peruano, señalando que: “Introduciendo en la América Española el gusto extranjero en nuestros vestidos, en nuestras mesas y en el manejo de nuestras casas, nos hemos hecho colonos de ingleses, franceses y compañía, no por una dominación política, sino por el comercio y la influencia de su poder; y puede decirse que en rigor somos, respecto de ellos, menos libres que lo que fuimos bajo el mando de los reyes de España”.
¿Qué es lo que denunciaba el articulista? Las respuestas sin lugar a dudas obedecerán a criterios objetivos, si reconocemos que en efecto, los ingleses habían continuado con su propósito de convertir a las ex colonias hispanas en protectorados británicos, a través de la masonería, pero esto no salió exactamente como lo concibieron desde el Ministerio de Relaciones Exteriores Británico, no iba a ser tan fácil que la América casi completa, se asociara a una especie de mancomunidad británica de naciones, porque no había vínculos culturales que ataran a ambas sociedades.
Entonces no hubo más salida que ensayar otros mecanismos, a través de los cuales la presencia de los ingleses procuró beneficio para Gran Bretaña, que no desperdiciaba las oportunidades de entrometerse en asuntos internos de las naciones americanas independientes. Y así fue como las redes comerciales de la Gran Bretaña se introdujeron de diversas maneras en la vida económica de los países americanos, al punto de que cuando se habla de la dependencia en esta parte del continente, se menciona a la dependencia hispana, seguida de la británica, y la estadounidense.
La introducción de modas y costumbres a través de un mercado creciente, como se hace ahora con la mundialización o globalización cultural, que hace a las sociedades dependientes, consumidoras de los productos ofrecidos por los mercados de las sociedades todopoderosas, que multiplican sus redes de dominación, para mantener atadas a sus circuitos a los países satélites.
Los países americanos de hoy, ya no son colonos de españoles, franceses y británicos, nuevas potencias han ocupado sus espacios, y la dinámica del dominio económico y de la alienación cultural, no es la misma. El panorama socio económico es diferente al del siglo XXI, con redes que mantienen tan cautivo a un mercado consumidor, que con toda seguridad alguna vez cambiará, porque nada perdura para siempre.
Este juicio de 1846, es la apreciación de un americano crítico, observador de la realidad, que analizando las circunstancias de ese momento, llegó a esas conclusiones muy ciertas, que aparecen a veces, como interpretaciones propias de los investigadores del siglo XX, pero que en su propio entorno socio temporal, los llevaron a criticar lo que se vivía, aunque en el caso referente, no observamos la propuesta de medidas para salir de ese estado.