ERP. Cuando repasamos la historia americana, leemos sobre la guerra emprendida por los Estados Unidos contra México en el siglo XIX, que terminó con la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano, así es quizá como empezamos a reflexionar, sobre lo que hacen y deshacen los poderosos del mundo.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
Actualmente somos testigos de los sucesos que vienen ocurriendo en Ucrania, por la irracional actitud de los rusos, que como se vio en los primeros días de la ofensiva, el presidente Putin, justificó en parte, señalando que la historia está llena de esa clase de acontecimientos, poniendo como ejemplo por delante, lo que hizo Estados Unidos contra México.
Leyendo El Peruano del 15 de abril de 1846, encontramos una severa advertencia que se hacían los americanos de ese momento, a través de un artículo aparecido con el título de “Cuestión del Plata”, enviado desde Buenos Aires, Argentina, en el que se anota:
“Por lo demás, una dolorosa experiencia nos ha enseñado que los pueblos más cultos, más civilizados, más morales hacen frecuente uso de la ley más universal y poderosa que es la de la fuerza; porque ella es siempre el medio más fácil, más pronto y más eficaz para salir con su intento el que la posee”. Texto que parece escrito recién en el 2022, y en todos los años que se han protagonizado sucesos tan graves como este que pone en peligro la paz mundial.
La guerra mexicano-estadounidense enfrentó a México con los Estados Unidos entre 1846 y 1848 y terminó con la cesión por México de más de la mitad de su territorio. Estados Unidos había dado evidencias de sus pretensiones expansionistas, con la creación de la República de Texas en 1836, asimismo hubo presencia del ejército de los yanquis en el de México, en esos años.
Sin embargo todo comenzó antes de 1836, la invasión estadounidense sobre México ya se notaba desde 1809 con las políticas expansionistas de aquél país, al comprar la Luisiana española a Napoleón Bonaparte, y la firma en 1819, del Tratado Adams-Onís, de 1819, que terminó con la cesión de la península de la Florida, por España.
Tras la independencia de México, Estados Unidos intentó anexarse la provincia mexicana de Texas, sin lograr su objetivo, no quedándole otra práctica que la de ocupación pacífica, usando a miles de emigrantes estadounidenses, que desde 1823 se establecieron no siempre legalmente, en territorio de Texas. Poco después el gobierno de los Estados Unidos intentó comprar Texas a México.
En 1847, los estadounidenses ocuparon la capital mexicana, obligándoseles a firmar en 1848 la paz de Guadalupe Hidalgo, perdiendo los territorios de Alta California, Nuevo México y Texas, que fueron divididos en nuevos estados que hoy día forman parte de los Estados Unidos de Norteamérica. Todo sucedió, como estaba denunciado en el artículo que motiva este escrito.
Sin embargo, hay que señalar, que el articulista se lamenta también por la desunión interna y externa de las naciones americanas, que las hacía presas fáciles ante los europeos y estadounidenses. Y en este sentido, hacía hincapié en lo que venía sucediendo en México, lo ocurrido en Nueva Granada, y se venía para Chile, Perú y la Argentina.
Fue contundente al remarcar sobre los países hispanoamericanos, que: “tienen consignados en sus anales las marcas indelebles que les ha impuesto el empleo de la fuerza y el uso de los poderes extraños: marcas que si hasta aquí no han hecho los efectos de golpes mortales a la existencia, son un prudente aviso de la suerte que se les prepara si no tienen sus habitantes bastante juicio para vivir en paz, en orden y en unión.
Clarísima la advertencia, la desunión, y el enfrentamiento entre caudillos iba a posibilitar invasiones de quienes se aprovecharían de esas guerras intestinas que se libraban al interior de las nacientes repúblicas independientes. Solo las naciones unidas, y sometidas a un orden social sin que primasen interés de partidos, iban a salir airosas frente a las pretensiones de los más poderosos.
Con los sucesos que atentan contra la democracia en este momento, el articulista que firmó como B. L. parece un visionario, que alcanzó a ver la situación mundial del 2022. El recuento de la historia universal la presenta llena de episodios de los más poderosos atropellando a los más débiles, Egipto, Babilonia, Roma, Macedonia, y otros imperios de la antigüedad son la evidencia más clara sobre estos sucesos.
En América los incas y los aztecas hicieron lo mismo, rodeando sus acciones como hazañas civilizadoras, imponiendo sus patrones sociales, económicos y religiosos, sobre los pueblos sometidos.