14
Jue, Nov

Piura y las vivanderas del ayer y del presente

Miguel Arturo Seminario Ojeda
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

ERP. En incontables ocasiones, con muy queridos amigos piuranos, sobre todo de la Asociación Cultural Tallán, hemos recordado y tentado respuestas sobre voces piuranas, que hoy resultan arcaísmos en algunos casos, como captivo, segundaria, y otras que continúan en el diccionario, descartadas en su uso por las nuevas generaciones.

Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Presidente Honorario de la Asociación Cultural Tallán

Jorge Barrantes recuerda que una vez le dijeron “manaturaloso”, después que fue a indagar por el lugar exacto donde las “mascaritas” de Piura tenían su picantería, ocasión en la que se salvó de una sófera cachetada, porque cortésmente una de las aludidas solo atinó a decirle siga señor de frente, siga. Sin querer le había preguntado a una de ellas, de donde a la luz de todos, resultaba ser un manaturaloso.

Hace unos días, Alberto Rivera Acuña Falcón me envió el significado de la palabra viandero, y viandera, y de inmediato mi mente viajó hasta la década del 60 del siglo pasado, cuando no se escuchaba la palabra fiambrera, sino, vianda y portaviandas, y, por supuesto la de uso corriente, vivandera.

Vivanderas de PiuraVivanderas de Piura

De inmediato supuse la relación entre viandera y vivandera, imaginando como se generalizó el uso de vivandera, para referirse a las mujeres que ofrecían comida de expendio público. Viandera, según el diccionario de la Real Academia Española, significa mujer encargada de vender comida, y eso es lo que hacían las vivanderas de Piura, Sullana, Marcavelica, Sechura, Querecotillo, Tambogrande, Las Lomas, Catacaos y en todo Piura, como lo hacen hasta hoy de manera sofisticada.

Por las calles de Sullana desfilaban al medio día, varios niños, llevando las portaviandas llenas de comidas para sus familiares, que seguro trabajaban como obreros en algunos lugares, donde el tiempo no les permitía llegar hasta las “afueras” para ingerir su refrigerio. Muchas personas se referían solo como viandas por el portaviandas, inclusive escuché cuando pedían en préstamo el recipiente, solicitaban una vianda, para enviar comida.

Vivanderas trasladándose a su lugar de trabajoVivanderas trasladándose a su lugar de trabajo

En medio de la ingenuidad, Matilde, una conocida querecotillana llegó a Lima el 2001, y sus familiares haciendo gala del prestigio que daba ir a comprar a los nuevos supermercados, la invitaron al “Vivanda”, nueva cadena de tiendas comerciales a las que se han acostumbrado los limeños que vieron desfilar por su cotidianidad a súper mercados como “Tía”,” Scala”, y otras que en la segunda mitad del siglo pasado, cual las antiguas bodegas de víveres de Negritos y Lagunitos, ofrecían productos al público, de manera diferente a como lo hacían las placeras en los mercados de abastos.

La querecotillana, imaginó que ir al Vivanda, era llegar a un lugar lleno de vivanderas, como esas que se instalaban en la plaza de armas desde fines de enero, al aproximarse la feria en homenaje al Señor de la Buena Muerte de Chocán, en Querecotillo, grande fue su sorpresa al llegar a un lugar sofisticado, en el que no divisaba a vivandera alguna; al percibir la situación frente a unos ojos redonditos y casi desorbitados, su acompañante le dijo: hermanita, sospecho que estás buscando a las vivanderas, la respuesta fue un siiiiiiiiiiiiiiiiiii interminable, mientras su hermana emitió un jajajajajajajjaja que hasta ahora no se acaba.

Vivanderas Piura 03

Ella esperaba lugares ofreciendo pescado salpreso y pasado por agua caliente, arroz con pato y majado de yuca, se le hacía agua la boca por los tamales verdes y de maíz pelado; hasta imaginó café pasado e infusiones de hoja de naranja para dormir mejor, de esas hojas frescas que Hortensia le enviaba desde Querecotillo, con quesos envueltos en hojas de “borrachera”, hasta que su hermana la sacó del cruel desengaño.

Que desilusión contemplar todo envasado y con fecha de vencimiento, todo apetitoso, pero igual que a Iris Ruiz que la acompañaba, a ambas se les quitaron las ganas de comer, y creo que hasta ahora siguen en huelga de hambre, pese a que todos dudan de tamaño sacrificio.

Diario El Regional de Piura
 

Publicidad Aral1

Paypal1