Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. Después de la incorporación de buena parte de América a la Corona de Castilla, el modelo hispano de vida urbana se fue imponiendo en las tierras conquistadas, así surgieron los cabildos, expresión de la organización de la vida civil en las ciudades y villas, donde existieron estas novisimas instituciones.
Una de las realidades con existencia jurídica, que abarcó casi toda América del Sur, fue el virreinato del Perú, que poco a poco, y por razones administrativas vio el surgimiento de nuevas audiencias y obispados para una mejor administración de tan extenso territorio.
Posteriormente, en el siglo XVIII el virreinato del Perú experimentó una división sucesiva, al crearse el Virreinato de Nueva Granada, y el Virreinato del Río de la Plata, de los que en el siglo XIX, recuperando el orden natural de los siglos pasados, los procesos geo históricos culturales retomaron sus antiguas jurisdicciones, anteriores al dominio de los incas, y sobre ellos se condolidaron nuevas repúblicas.
Tucumán, Córdoba y Buenos Aires, eran ciudades de marcada figuración en el Río de la Plata, con una dinámica comercial, y vida propia, al lado de otras ciudades, que se encargaban a los circuitos económicos de esa región.
Como era de esperarse, las sociedades americanas fueron creciendo no solo en número, también hubo gente pensante que reflexionaba sobre los casi 300 años de dependencia española, y coincidiendo con una coyuntura política especial, las circunstancias se pusieron de forma favorable para no retrasar más, el deseo de independencia.
Conversando con el historiador argentino Carlos Ferreyra Bertone, retome una duda que quedó flotando, desde 1977, cuando mis profesores de la Universidad Católica de Córdoba, se referían a los sucesos de 1810, como Movimiento de Mayo, y no como Revolución de Mayo. Así que la conversación con Ferreyra giró sobre si fue Revolución, o Movimiento de Mayo. Esto me hace recordar lo que ocurre con respecto a la gesta de Tupac Amaru, siempre nos dijeron que fue revolución, pero nuevas luces a partir de la Historia como ciencia, hoy permiten que connotados historiadores, la clasifiquen como una rebelión.
Para Ferreyra, lo correcto es decir que fue una revolución lo protagonizado en su patria, porque finalizó un sistema de gobierno y un sistema económico y se pasó a otro. Sin embargo, considero, que quizá se pasó de una forma de gobierno, monarquía, a otra, República, y que el centralismo se mantuvo, y el interior tuvo que luchar por los cambios.
Lo acontecido específicamente el 25 de mayo de 1810, para Ferreyra fue técnicamente, un golpe de estado con acompañamiento popular, ese día se depuso al virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros, y tal como lo entendí en 1978, leyendo un texto sobre la reversibilidad del poder al pueblo, en Buenos Aires se interpretó, que al estar vacante la Corona de Castilla, por la usurpación napoleónica, el virrey no tenía a quien representar, y el poder volvía al pueblo, que ya estaba en condiciones de guiar su propio destino, fue entonces, un claro entendimiento de la reversibilidad del poder al pueblo.
Fue una clara interpretación que los derechos de la Corona de Castilla sobre América, terminaban con la invasión francesa sobre España, y que América no era propiedad del pueblo español, en el siglo XVI fue donada a la Corona, representada primero por los Austria,y después por los Borbones.
Sin embargo, si fue revolución, hay una evidencia de que la sociedad siguió siendo estamental, con marcadas diferencias sociales, y continuó el centralismo. Pero, por otro lado, usar el término movimiento, equivale a bajarle el precio a los sucesos que otra corriente de la historia califica como revolución asumiendo que decir lo contrario es contrafáctico.
Los estratos socioeconómicos se mantuvieron iguales por muchos años, una revolución altera la estructura de una sociedad, pero en el Río de la Plata, como en el resto de América, todo continuó igual. Surgió una nueva élite dominante y nuevos sectores tomaron protagonismo, sin cambios en la estratificación social.
Fue una revolución política, no social, lo político no removió de inmediato lo social; lo cierto es, que revolución o movimiento, es una gran coyuntura que marcó un episodio singular en la historia de la Argentina, y cada año se conmemora ese suceso, que marcó la separación política del Río de la Plata, de su antigua metrópoli, España. Cada 25 de Mayo vuelve con más intensidad el recuerdo de los principales protagonistas, nos acordamos de Cornelio Saavedra, de Bernardino Rivadavia, de Mariano Moreno, y de otros personajes que están en la memoria colectiva de los argentinos.