Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. Cuando mis hermanas demoraban en llegar a casa, después que Mamá les encargaba algunas tareas en el centro de Sullana, o iban de visita a las casas de algunas de nuestras tías, al retornar no era raro que Mamá les dijese, que la demora era por haber recorrido la ceca y la Meca, y que habían ido, “de la ceca a la Meca y a la tortoleca”.
Ni siquiera Carmen Cruz se libró de recibir este dicho, en su casa. Tampoco Alicia Zapata Criollo, ni Silvia Velasco Farías, y Blanca Atacha Vilela; Maby Olaya Guerrero recuerda que ante cualquier demora, de inmediato ya sabían que después del saludo de retorno, lo primero que saldría de las voces de sus progenitoras, o de sus abuelas, era: te has recorrido la ceca, la Meca y la tortoleca. Lo curioso de este dicho, es que pareciera que estaba acuñado solo para mujeres, porque jamás escuché que se lo dijesen a un hombre.
Pero donde más me llamó la atención su pronunciación hasta el cansancio, es en Querecotillo. Lo he escuchado en Suyo, en Tambogrande, en Marcavelica, Salitral, Bellavista, Piura, las Lomas, en todo sitio, pero siempre como una sentencia a las mujeres, ellas si estaban prohibidas de demorarse, pero el hombre no, porque “el hombre es de la calle”, o sea, el varon podía ir de la ceca a la Meca, y casi nunca lo regañaban, porque así lo imponía el modelo de socialización, mientras se fortalecían las personalidades.
Hortensia se recorría Querecotillo, de la ceca a la Meca, siempre acompañada de Martina, que cargada de piedras en la mano y en la cartera, estaba lista por si acaso las persiguiera algún “musulman”; mientras su Mamá las regañaba, repitiendo, que ella era enemiga de estar yendo de la ceca a la Meca.
Pero que significa este refrán, hay de las interpretaciones más diversas, y quizá la más generalizada era la que vinculaba a la ceca, con la casa de acuñación de monedas, y con la Meca, ciudad sagrada para los musulmanes. Ceca viene del árabe, y según la Real Academia de la Lengua Española, es la casa donde se labran las monedas y en Marruecos, la moneda en sí. Incluso encontramos esta expresión en El Quijote de la Mancha, cuando Sancho dice: “dejándonos andar de ceca en meca y de zoca en colodra, como dicen».
Ricardo Palma también lo menciona en sus “Tradiciones peruanas”; y viendo que desde la época del Quijote ya se repetía, hace suponer que este es un dicho que se construyó en la edad media, quien sabe si ya existía entre los musulmanes antes de la invasión en España, o si se generó en la Península Ibérica.
Lo cierto es que el refrán ya casi no se escucha, estamos en otro tiempo y en otro mundo, ya se perdió el mundo de la ceca a la Meca, ahora las distancias se acortan y no nos demoramos como antes, cuando desplazarse de un lugar a otro significaba ir a pie para las mayorías, lo que conllevaba a demorarse más de la cuenta. Cuando vaya a Sullana, le pediré a Greta Seminario Córdova, que me acompañe a recorrer la ciudad, “de la ceca a la Meca”.