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Jue, Abr

El terremoto del Chira aún no ha pasado

Nelson Peñaherrera
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ERP. Muy cerca de la ya ruinosa Casona de Sojo, en la capital del distrito de Miguel Checa, provincia de Sullana, los damnificados del sismo ocurrido el 30 de julio de 2021 siguen durmiendo en la calle, alimentándose de una olla común y esperando que les llegue ayuda. En el sector del pueblo que llaman Sojo Centro, en la bajada hacia el río Chira, lo que hay ahora es un extenso campamento formado por carpas para tres personas cada una.

Por Nelson Peñaherrera Castillo

Aquel viernes, a las 12:10 de la tarde (hora peruana), un remezón de magnitud 6,1 sacudió las provincias de Sullana, Paita y Piura, y la mayor afectación se concentró en los distritos de Miguel Checa, Marcavelica, Ignacio Escudero (provincia de Sullana) y La Huaca (provincia de Paita).

Según el Instituto Geofísico del Perú, la intensidad, o como se percibió en superficie, para el área metropolitana de Sullana fue VI. El centro de la capital provincial está a 14 kilómetros de distancia al este del epicentro.

Tras ese movimiento, más de veinte réplicas se han producido, un par de ellas superiores a magnitud 4,0, las tardes del sábado 31 de julio y del jueves 5 de agosto.

Debido al remezón, las casas que tuvieron más daños fueron las de adobe. Están las que mayormente han colapsado, y que ahora reciben la prioridad de la ayuda, y las que solo se les ha caído una pared o un techo, que no están siendo priorizadas pero que representan un peligro para seguirlas habitando por la evidente debilidad de la estructura. También son un riesgo las cuarteadas.

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Cruzando el río, en la histórica villa de Tangarará (distrito de Marcavelica), dos por cada cinco edificaciones han sufrido algún tipo de daño, y en la vecina Santa Sofía (distrito de Ignacio Escudero), el sector que vive en la parte baja, donde el suelo es mayormente salitroso, la está pasando mal, incluyendo el muro de la escuela local que se desplomó por secciones. La gente durmiendo en las calles y las ollas comunes también son la estampa recurrente.

Pero más allá de llenar el estómago, en especial el de niños, niñas, adolescentes, gestantes, adultos y adultas mayores, el sismo ha puesto de manifiesto todo un problema social que comienza por cómo rehabilitar las estructuras para que la gente vuelva a vivir bajo ellas con seguridad (una señora cuya casa fue construída de material noble mediante el programa Techo Propio me aseguró que la estructura ha resistido bien considerando su cercanía al epicentro).

El otro problema que revela es el poco grado de cohesión entre comunidad y autoridades, en especial la municipal, y cómo ésta puede organizarse eficaz y eficientemente no solo para atender lo más prioritario sino para extenderse al resto de los afectados sin excepción. Conversaba con una de las madres en la olla común de 9 de Noviembre quien se quejaba de que todas las ayudas se están quedando únicamente en la calle La Alborada, cerca del Estadio de Sojo.

En otro sector, cerca de la calle Miguel Cortés, otra señora me contaba que las camas plegables que deberían llegar para personas vulnerables, como las gestantes, aparentemente se habrían quedado en casa de familiares allegados a las autoridades locales. Claro que esto se debe investigar, pero la queja común es que la ayuda es insuficiente a pesar de la buena voluntad de algunos donantes para cubrir a la mayor cantidad de población como las condiciones lo permitan.

Aunque, siendo equilibrados, si bien la comunidad ya se ha organizado de forma adecuada para las ollas comunes, todavía no tiene una evaluación detallada de los daños por familia que permita establecer quién tiene más prioridad a la hora de repartir más ayudas. Además, qué necesidades han surgido directamente tras el sismo y cuáles preexistentes se han agudizado tras el evento.

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Tengo en mente el relato de una señora cuyo hijo de 23 años tiene toda la sintomatología de esquizofrenia, que parece haberse agravado tras las lluvias de 2017, y que por desconocimiento y falta de recursos no ha podido atender, y que tras el sismo se ha convertido en una situación de zozobra dentro de su hogar por las reacciones del chico.

Solo en este punto, ya queda claro que la necesidad de psicólogos o psiquiatras en el terreno es urgente para detectar y atender desde el estrés postraumático hasta enfermedades que van a requerir un largo tratamiento y medicación.

Eso sin olvidar el asunto de ingenieros, arquitectos y mano de obra que ayude a reconstruir un Sojo sismorresistente, porque, siendo bien realistas, el terremoto está dejando claro que las sacudidas de tierra son realidades con las que tenemos que convivir, considerando que el fenómeno se ha incrementado en todo el departamento de Piura desde 2014. Y aquí vale la pena indicar que se necesitan geólogos.

Si bien el Instituto Geofísico del Perú ya maneja una teoría sobre la causa del sismo, lo urgente es determinar con base científica si el terreno ofrece garantías para reedificar. Esa información no debe ser desestimada como la de las lluvias de 2017 cuando se especificó qué zonas son inhabitables por el riesgo de inundación, pero igual la gente no quiso salir o se promovieron invasiones (al tráfico de terrenos no lo detiene ni el juicio final), sino que debe incorporarse a una versión actualizada de los planes directores… si existen.

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Aquí explico de forma muy sencilla cómo se produjo el sismo del 30 de julio: https://www.youtube.com/watch?v=vQG9nBmJX84

Y quizás lo que preocupa a varias madres es que, a partir del lunes 9 de agosto, cuando acaben las vacaciones de medio año, ¿cómo los niños y las niñas regresan a sus clases virtuales si la conectividad por red pública no es buena y las conexiones domiciliarias de internet o se han estropeado, o no hay electricidad para encender las computadoras? ¿Cuál es el plan de Educación para evitar que se corte el dictado de clases?

No, tampoco he olvidado el asunto de la pandemia y el riesgo que podría representar la aglomeración en los campamentos. Aunque sí hay personas usando mascarilla, ésta no es de empleo general. ¿Esa gente ya está vacunada? Las autoridades de Salud ahí tienen trabajo por hacer.

Y agreguemos el asunto del agua potable que solo se brinda interdiariamente en condiciones normales, así que imaginen la situación ahora que hay dificultades de habitabilidad. En fin. El remezón más que aflorar nuestros miedos, que son hábilmente usados por los productores de contenidos infodémicos, también está revelando la precariedad con que nuestras comunidades han estado creciendo y que se debe trabajar sin politiquería ni populismo. Con planificación estratégica y participación ciudadana más bien.

Preliminarmente, esa es la lección. Que puedan aparecer más en el camino, no lo descartemos; debemos estar preparados y preparadas para responder, y los sismos no avisan cuándo ocurrirán. Tenemos tarea para la casa. Mientras tanto, aquí dejo el especial que grabamos en Sojo (necesitas abrir sesión en Facebook): https://fb.watch/7diOLWNQpJ/ También lo puedes ver en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=NxACGphRjgU

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Diario El Regional de Piura
 

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